Por una #SociedadHorizontal
La reciente publicación de la encuesta trimestral que realiza GEA-ISA, ilustra muy bien la situación que vive el país. La famosa polarización de la que muchos analistas hablan, presenta en nuestro país una caracerística relevante. No solo sufrimos un fenómeno de tensión política, provocado por la confrontación continua que evidencian posiciones disímbolas en la sociedad, sino que la sociedad manifiesta una especie de “trastorno de personalidad múltiple”.
Al igual que otros estudios de opinión publicados recientemente, la aprobación presidencial es positiva. Aunque en este caso no alcanza el 60% que en promedio se ha presentado en diversos sondeos, AMLO se encuentra ligeramente arriba del 50%. Por otro lado, un 43% de los encuestados manifiesta su desaprobación a la labor realizada por el mandatario. Para los analistas de GEA, las razones de la aprobación están mas relacionadas con causas emocionales (60%), tales como “las buenas intenciones” que los entrevistados ven en el presidente o “la esperanza de un mejor futuro”, que con programas sociales, los cuales solo determinan un 20% del apoyo.
Aun cuando la figura de AMLO cuenta con una aprobación relevante, cabe mencionar que al mismo tiempo existe una importante polarización en torno a su figura. Un 60% de los encuestados considera que en lo político, la sociedad mexicana hoy en día está dividida; el 43% de los entrevistados atribuyen que la división más fuerte se da entre quienes apoyan y quienes rechazan a AMLO. A un 50% de la población, le preocupa el hecho de que López Obrador sea el Presidente de la República, mientras que a un 45% le genera confianza.
El fenómeno de “personalidad múltiple” se manifiesta cuando a la gente se le pregunta por el rumbo del país: un 52% de los que contestaron, opinan que el país va por el rumbo equivocado, frente a un 37% que considera que va por el rumbo correcto. La mayoría de las acciones del gobierno -ya sea el AIFA, el Tren Maya, la refinería Dos Bocas, etc.- tienen mayor desaprobación que aprobación. Es decir, aunque el presidente goza de apoyo en su persona, el desempeño de su gobierno peca de malas calificaciones.
Especial relevancia tiene el tema de seguridad, mismo que se ha convertido en el más sensible para la sociedad. Según la encuesta urbana de inseguridad del Inegi publicada en julio pasado, un 67.4% percibe que la inseguridad se ha incrementado respecto a inicios de año.
La encuesta de GEA-ISA señala que el descontento con la “política” de seguridad de la actual administración es cada vez mayor, al igual que la pérdida de respaldo a los “abrazos y no balazos”. Un 56% opina que las organizaciónes criminales han crecido y se han vuelta más violentas, frente a un 40% que opina que han disminuido. Al mismo tiempo, un 57% cree que la estrategia de seguridad del gobierno debe cambiar, frente a un 32% que considera que debe seguir tal y como está.
Es en este contexto, en el que cobran especial relevancia las votaciones legislativas de las últimas semanas. Lo aprobado en torno a la Guardia Nacional (GN), no solo por las posibles violaciones a la Constitución en el caso de la reforma legislativa, sino porque con la extensión Constitucional que mantiene al Ejército como supervisor de la GN, harán que la militarización prevalezca como un tema fuertemente cuestionable por sus implicaciones en materia de Derechos Humanos.
Los datos revelan que a la población o le falta información clara sobre las medidas propuestas o que quiere dos cosas que se contraponen. Mientras que un 61% de la población considera que las acciones de seguridad pública deben ser encargadas a las fuerzas armadas, al mismo tiempo, un 48% de la gente esta en desacuerdo con que la GN pase a depender de la SEDENA. Nuevamente, existe confusión en este tema, o tenemos como sociedad, trastorno de personalidad múltiple.
Ahora que la discusión constitucional sobre GN pase al Senado, la #SociedadHorizontal debe estar consciente de que para recuperar la tranquilidad perdida, deberá involucrarse contundentemente en la discusión. Este tema define el gran pendiente que desde hace décadas tenemos como país: construir un poder civil eficiente, confiable y cercano a la gente.