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Tierras sagradas, tiempos circulares, cometas

EL CRISTALAZO

por Rafael Cardona
10 agosto, 2020
en Editoriales
El “fusil” tecnológico en la IV-T
232
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La recurrencia de los dis­cursos redentores, salvífi­cos, justicieros y en el fon­do vacíos — inútiles como solución de los problemas–, nos lleva de cuando en cuando a las habitaciones del pasado. Todo re­gresa, como el cometa enamora­do del universo palabrero, siem­pre fiel a su cita.

No hay diferencias esencia­les en la proclama justiciera del decreto cardenista de 1937 para entregarles a los indios yaquis las tierras de su historia, propósito, por lo visto, tan infecundo como para –83 años después—, crear una Comisión de Justicia para los Indios Yaquis, a quienes teóricamente (casi todo en este país es teóri­co, cuando no resulta mágico), se les había resuelto su vida futura con aquel ordenamiento indigenista cu­yos efectos Ernesto Zedillo prolongó en el año 1997 con similares consecuencias: darle otro piso a la in­conformidad, al descuerdo crónico, a la nueva exigen­cia, a la nueva concesión.

Quizá todo quepa en la vieja frase del indio ya­qui Cajeme, quien de las filas del Ejército regular pa­só al gobierno y de ahí a la rebelión bajo la mudable creencia de vivir, “…ayer como ayer; hoy como hoy; antes como antes, ahora como ahora; ayer fue ayer, hoy es hoy…”

Los yaquis, el único grupo

étnico nacional en cuya bandera flota al viento la cruz cristiana, han sido (como otros pueblos origina­rios), una nación dividida, combatida (y combatien­te); perseguida (como el venado de su danza), duran­te siglos, en cuya historia chocan dos elementos cons­tantes: la resistencia y la integración.

Hoy, en la vastedad de sus 600 mil hectá­reas –comprendidas las de Arizona–, , no se sabe quienes son y quienes no son yaquis “puros” y legíti­mos herederos del territorio ancestral.

La historia de sus reivindicaciones se advierte pro­lija en elementos persistentes y uno de ellos es la defi­ciencia en el deslinde y adjudicación de tierras y aguas; el oportunismo político cuya materia prima es la am­bigüedad, la indefinición, la imprecisión. Ahora mis­mo las cosas van a comenzar como en los tiempos le­janos.

Ha dicho el SP:

“…Primero, que se haga un replanteo (¿la tierra se replantea o se mide?)de toda la tierra comprendida en la resolución del general Lázaro Cárdenas, un re­planteo (sic2), que se vea cuánto está invadido, a de­talle que sepamos bien, porque debe de haber nuevos núcleos agrarios, se tiene que saber de qué tipo, quié­nes son los que están ocupando esas tierras, se tiene que ver cuáles son propiedades privadas, si tienen pa­peles y cuánto se considera terrenos nacionales… “

Y luego el agua:

“…hay que ver dónde está el agua que (quien)la es­tá usufructuando y qué solución se va a dar a este te­ma, eso lo tiene que ver la Conagua…

“…Entonces primero es tierra y agua, y cuando ha­blamos de comisión es que se vengan a trabajar los servidores públicos, como si pusieran un campamen­to acá, oficinas para estar trabajando en el campo, en el terreno…”

Arturo Warman, prestigiado antropólogo y algu­na vez director del Instituto Nacional Indigenista, ex­plicaba así las fallas del decreto redentor del general Cárdenas, hecho –como muchas cosas del Don Lá­zaro– a la trompa talega.

“…Ese es uno de los problemas más serios de la co­munidad agraria yaqui, como comunidad agraria que no tiene censo, porque el General Cárdenas la dio sin censo, no se definió quiénes eran los yaquis.

“…Normalmente, todas las resoluciones agrarias llevan un censo con nombres pre­cisos que constituyen la comuni­dad. Pueden alegar derechos a la comunidad en virtud de cómo se defina ser yaqui.

“…En concreto, la comunidad yaqui no tiene definidos quienes la conforman. Eso ha sido una fuente subterránea de conflictos. La comunidad yaqui casi no tie­ne beneficio económico de perte­necer a ella, porque la renta de la tierra no llega a todos, se queda en el sistema de representación política…

“…El acuerdo con Cárdenas fue muy excepcional incluso en términos agrarios. No está sustentado en la legisla­ción agraria de ese tiempo, porque hay un reconoci­miento de una entidad Tribu Yaqui que no tiene pre­cedentes en la cosa agraria. Cárdenas se excede…”

Y claro, el problema de las comunidades (una par­te vive en Arizona; otra en Sonora), es mucho mayor ahora cuando han pasado 83 años de aquel decreto y todo se ha ido en pendencias y subsidios recurrentes. La tierra es la misma pero no la población con dere­chos reales o supuestos.

El problema de los yaquis es simple: quieren el agua y quieren la tierra. También quieren la pesca y el mar. Y en muchos casos no se sabe ni para qué.

“Nunca se trabajó (Warman) en convertir a los ya­quis en los productores de su tierra”.

“El conflicto agrario –dice Warman–, se convier­te en la manera de solicitar atención, reviven periódi­camente el conflicto, cuando, por otro lado, no había ninguna presión para recuperar el cultivo directo de la tierra. Es un canal de negociación con el Estado…

“…Hubo una ejecución virtual, aquellas que se les entregaba el plano pero no se recorría los linderos. Se entregó el plano pero no hubo un recorrido, enton­ces los yaquis, desde 10 años después de la entrega del plano empezaron a pelear lo de “La Cuchilla”f, porque efectivamente, había una interpretación equivocada del plano, cuál era la punta que la definía…

“…Empezaron a pelear por eso, porque eran tierras que recibían el agua del lado izquierdo. Del lado de yaquis son 25 mil hectáreas, del otro lado, son cerca de 200 mil. Eso empezó a motivar a los yaquis a una lucha muy irregular y casi siempre con motivaciones políticas internas para revivir constantemente, y de hecho se convirtió el conflicto agrario en la forma de relación más importante entre los yaquis y autorida­des estatales y federales.

“…El conflicto se volvió la vía de relación con los gobiernos, una vez que desapareció la parte militar. Cuando Cárdenas les da la tierra, reconoce (además) el derecho de antigüedad militar a los yaquis, se les da una pensión. Al principio fue la pensión el vínculo ma­nejado por el ejército, [aunque] era muy limitada…”

El conflicto es la naturaleza de la relación entre es­te etnia y el gobierno. Cualquier gobierno.

Ahora mismo, mientras el Señor Presidente, de­bajo de una enramada –centro y escena de la vida co­munitaria– igual a la de los tiempos cardenistas, or­denaba desviar, a cualquier costo un gasoducto y re­visar la tenencia del suelo y el aprovechamiento del agua (tal como hace 83 años, pero sin los ductos); un grupo asentía y el otro disentía. Unos tomaban la ca­rretera y otros la promesa.

Y así, de programa en programa por los siglos de los siglos. Ejemplos:

“…El Centro Coordinador Indigenista Yaqui (CCIY) *. El INI llega a trabajar con la Tribu Yaqui en 1972. Hasta la década de los ochenta, su trabajo no tu­vo buenos resultados por diversos motivos: conflic­tos internos de las comunidades yaquis, problemas en la gestión, pérdida de documentación y material por inundación del río y participación  “…El Plan Integral de Desarrollo, 1983 el plan no logró concretarse, debido a que se produjeron problemas políticos internos en el INI, el cual derivó finalmente en el encar­celamiento del director del INI (Nahmad, 1990: 302). El plan quedó detenido por seis años.

“…El segundo Plan Integral de Desarro­llo de la Tribu Yaqui (PIDTY. 1983) , va a im­plementarse por una década, el cual tendrá éxitos y fracasos y, especialmente, momen­tos de enfrentamiento interno en los pue­blos yaquis…

El Programa de Asistencia Técnica Inte­gral de Comunidades Yaqui(de los ochenta) y así hasta el infinito. Cada sexenio su comi­sión, su programa, su centro, su plan.

Pero ahora con una diferencia: el Estado les va a ofrecer disculpas y va a buscar, en los berenjenales y vericuetos del tiempo, el polvoriento papeleo acumulado por siglos, mientras el cometa de la burocracia regre­sa sobre su órbita de hielo y polvo, para visi­tar a los yaquis, los de la bandera azul, blan­ca y roja, con la cruz, las cuatro estrellas car­dinales; el sol y la luna, una vez más y luego otra y otra más.

*Arturo Warman: “Entre la antropología y la agencia estatal. Su relación con los yaquis”. Francisca de la Maza *

Etiquetas: dis­cursos redentoresproblemas

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