Enero se perfila como el mes más letal en lo que va de la pandemia del Covid-19 a consecuencia de las reuniones decembrinas, una vez pasado este pico y conforme avance la vacunación se espera disminuya la mortalidad, han dicho las autoridades de salud. Si la expectativa es real, pronto dejaremos de contar enfermos y muertos y de ver el panorama apocalíptico adentro y afuera de hospitales, funerarias, crematorios, panteones, consultorios médicos, laboratorios clínicos, farmacias y distribuidores de oxígeno, entre otros. Mientras esto sucede la realidad del presente exhibe a autoridades estatales y municipales tibias, sin liderazgo, sin empatía con el ciudadano, ajenas a la tragedia de la impotencia, como que no quieren soltar el dinero de los contribuyentes si al fin que se van a morir.
Hace un año Wuhan, China, la ciudad del brote, construyó en 10 días, un hospital para mil enfermos de coronavirus. Por si la comparación fuera desventajosa, aquí en nuestro país se habilitaron con este fin un buen número de hospitales que estaban en obra negra, por eso es ridículo que, en la ciudad de Querétaro, habiendo un hospital recién construido y terminado, esté solo y no se habilite para atender a tantísimo enfermo que sufre y muere por Covid en su casa, o en la calle. El propio gobernador Domínguez dijo al respecto que este mes no se abrirá el nuevo hospital general como se tenía proyectado: “el plan del 2020 era tenerlo operando en el segundo semestre del año, sin embargo, la pandemia de Covid-19 y el tema presupuestal postergó la apertura para finales del 2020, la nueva meta estaba para el mes de enero, pero se vuelve a postergar para febrero y tal vez para siguientes fechas”. Si, aunque parezca loco dice que la apertura de un hospital se posterga por la pandemia o sea que en el momento más álgido de ésta permanecerá cerrado, ni que fuera teatro o pista de patinaje.
Resulta sobrecogedor e indignante cómo el gobierno estatal y los municipales, han dejado a los enfermos y a sus familiares a su suerte. El vocero habilitado para el efecto covid, se limita a regañar a los que se contagiaron presuponiendo que fue por su culpa, dice él, por su falta de criterio; el Secretario de Salud a desmentir a quienes no son recibidos en hospitales por falta de cupo en lugar de atender la contratación de personal médico del sector salud estatal, de quienes dice la líder sindical, hay vacantes y tienen salarios absurdos, de entre 12 y 14 mil pesos mensuales a enfermeras, médicos especialistas y anestesiólogos. A los inspectores los suplantan extorsionadores y los de verdad informan que clausuraron una rosticería, una peluquería y dispersaron a un par de quinceañeras y chambelanes que querían festejar. Otros detienen en filtros carreteros a los fuereños impidiendo el paso a los que se les veía traza de enfermos, y la acción más elocuente es la de tener su propio código de alerta, que aquí se llama escenario C en lugar de semáforo rojo.
Confirmaremos su incompetencia cuando se publiquen las estadísticas que evidencien cuántos enfermos crónicos murieron por haberse cancelado los espacios hospitalarios para dar seguimiento a su tratamiento, cuántos se contagiaron en sus centros de trabajo, cuántos de éstos empleados no tenían seguridad social y han tenido que pagar de su magro salario su tratamiento; cuántos todavía trabajan bajo el esquema de outsourcing, cuántos se contagiaron en el insufrible transporte público, cuántos en la calle buscando médicos, medicinas, hospitales; sabremos cuántos murieron en su casa porque no hubo cupo en los hospitales, porque la ambulancia nunca llegó, porque no pudieron transitar en calles canceladas dizque por obras interminables o destrozadas por el abandono, porque no hubo oxígeno, porque era de noche o sábado o domingo y todo estaba cerrado, porque no tenían dinero y cuántos se contagiaron y murieron precisamente por no salir a la calle y estar encerrados en micro casas expuestos al contagio del enfermo Covid al que rodean lo mismo adultos que niños.
Tienen razón al pedirnos quedarse en casa, si salimos al Querétaro que los gobernantes se niegan a ver, apenas a veinte minutos del centro histórico, veremos la miseria de la enfermedad y la muerte. La gente clama por un tanque de oxígeno, por una jeringa, por una enfermera o médico que vaya a casa a ver a un enfermo. La ciudad es una garganta tragando impotencia. En dónde están los medios de comunicación gubernamentales que comuniquen, no le hace que dejen la música de huapango a un lado, es urgente que organicen a la sociedad para que puedan atender a sus enfermos. Es inhumano que su logro comunicativo sea difundir la cuota diaria de muertos, 28 un día y otro también, a veces 30, y luego 28. Un día sabremos si contaron a los cientos que están muriendo en sus casas.
Ya sé, lo que si contarán es que repartieron cubrebocas y muchos muchos consejos y testimonios. La oportunidad de aprender se va sin establecer redes de apoyo, voluntariados, comunicación social eficaz, protocolos de urgencia. Dejan una sociedad iracunda. Las consecuencias las veremos AL TIEMPO.