Para sorpresa de nadie, la cuarta temporada de The Witcher —la alguna vez celebrada serie de Netflix basada en la obra homónima de Andrzej Sapkowski, que también inspiró un exitoso videojuego— está resultando un fracaso tanto en crítica como en audiencia. ¿Y cómo no esperarlo? Hasta su propio protagonista original, Henry Cavill, decidió abandonar el proyecto por “diferencias creativas”.
Para entender cómo se llegó a este punto hay que volver a 2019. Con el estreno de los primeros episodios, los fans celebraron no solo el parecido físico de Cavill con Geralt de Rivia, sino la fidelidad con la que se había adaptado la historia a la pantalla. La primera temporada obtuvo un 88 por ciento de aprobación por parte de los televidentes en el sitio especializado Rotten Tomatoes y se convirtió en un fenómeno para Netflix, con 76 millones de suscriptores viéndola en sus primeras cuatro semanas. En ese momento, logró posicionarse como la primera temporada más vista en la historia de la plataforma.
Pero para la tercera temporada la historia ya era otra. Los fans la recibieron con un bajísimo 20 por ciento de aprobación, aunque los números de audiencia seguían siendo lo suficientemente sólidos como para mantenerla viva. Y entonces llegó la peor noticia: Henry Cavill anunció que, debido a diferencias creativas con la showrunner Lauren Schmidt Hissrich y el equipo de guionistas, se veía obligado a abandonar la serie.
Poco después se confirmó que Liam Hemsworth sería su reemplazo. Un actor más conocido por ser el hermano de Chris Hemsworth (Thor) y el exesposo de Miley Cyrus que por su propio trabajo. Las críticas no tardaron en aparecer, mientras se revelaba que The Witcher terminaría oficialmente en su quinta temporada.
Tras casi dos años y medio de espera desde la tercera entrega, llegó la cuarta, ahora con Liam como “protagonista”. Y lo de “protagonista” va entre comillas porque, con el evidente cambio de rumbo, Geralt quedó relegado a un segundo plano mientras personajes secundarios asumían el peso real de la historia. Un giro que altera la obra de Sapkowski y que ha provocado un fuerte rechazo entre los fans. Lauren Schmidt se limitó a responder, ante la ola de comentarios negativos, que la serie representa su visión y que ahí están los libros y los videojuegos para quienes busquen otra versión.
El resultado: la temporada peor calificada por la audiencia, con apenas 19 por ciento de críticas positivas y los números de visualización más bajos de la serie. En sus primeros cuatro días reunió 7.4 millones de vistas, muy lejos de los 18.5 millones y 15.2 millones que alcanzaron la segunda y la tercera temporada, respectivamente.
Aunque la producción ya anunció que la historia concluirá en la quinta temporada, no hay fecha confirmada de estreno. Y con los desastrosos resultados de la cuarta entrega, no sería descabellado pensar que Netflix pueda cancelarla —a menos que ya esté parcialmente rodada— antes de emitir sus últimos capítulos. Habrá que esperar para ver el final de una serie que empezó en lo más alto y terminó convertida en un producto del montón. Un ejemplo más de cómo la arrogancia de ciertos productores puede desfigurar obras originales en nombre de una “visión” que pocos, o nadie, les pidió.








