A principios del mes de mayo se reportaron enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad israelíes en Sheikh Jarrah, un vecindario palestino en Jerusalén Este. La razón, el intento de desalojo de seis familias. Lo que se calificó como una “disputa inmobiliaria” se convirtió con rapidez en un caso emblemático para la población palestina, y posteriormente la violencia escaló.
Luego de once días de intensos ataques y, lamentablemente, decenas de personas fallecidas, los actores involucrados pactaron un cese al fuego.
Diversos son los elementos que determinarán el éxito de la reducción de hostilidades entre Hamás e Israel. Por ejemplo, durante junio se decidirá judicialmente qué sucederá con las familias que se intentó desalojar de Sheikh Jarrah. De acuerdo con el resultado del fallo es posible que nuevas protestas emerjan. Además, durante las jornadas de enfrentamiento se registraron conflictos violentos sin precedentes entre israelíes judíos y de origen árabe en distintas ciudades de Israel. La división social será un reto que enfrentar a corto plazo.
Las causas de los enfrentamientos continúan, y su resolución determinará si en el futuro se repiten los lamentables hechos de las semanas recientes. Se sabe que el gobierno egipcio intentará negociar acuerdos entre Hamás e Israel, pero por el momento especialistas señalan que el éxito de una proeza como ésta es poco claro. Incluso, las posiciones en ambos lados aparentemente se están endureciendo, lo que reduciría las posibilidades de un arreglo a largo plazo.
Además, es necesario considerar la posible formación de un gobierno en Israel compuesto por partidos que irían desde la extrema derecha hasta la izquierda, incluyendo a partidos laicos y religiosos, encabezado por Naftatli Bennett, líder del partido de extrema derecha Yamina y conocido por una postura menos dúctil sobre el conflicto, a favor de la anexión de territorio a Israel y en contra de negociaciones directas.
Los desafíos para Gaza también siguen en la mesa y, sin duda, determinarán el futuro de su población. La reconstrucción de las áreas dañadas en ese territorio, a la par de la ayuda humanitaria que se requiere para atender a las comunidades afectadas, sumadas a la recuperación económica, son retos que deberán ser atendidos a la brevedad.
También es importante abordar las divisiones internas de la política palestina, principalmente entre Fatah y Hamás. Desde las últimas elecciones, realizadas en 2006, ambas organizaciones se han mantenido en constante tensión por el liderazgo. La reciente cancelación de nuevos comicios y los ataques por parte de Hamás exacerbaron aún más la profunda segmentación entre estos grupos.
Será trabajo de la comunidad internacional y de los actores locales evitar un clima de tensión aún mayor en la zona. Sólo así se erigirán las condiciones de estabilidad necesarias para negociar una solución a largo plazo.
Lamento profundamente la violencia en la región y deseo que el reciente cese al fuego tenga éxito y se convierta en la antesala para un acuerdo que satisfaga el derecho a la seguridad y justicia de la población en la zona. Sin duda, la tan ansiada paz en Medio Oriente tendrá que llegar con el compromiso de reducir la violencia.
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