La canción queretana tiene diversas formas, estilos, géneros, talentos, agrupaciones, solistas, anónimos o reconocidos; su diversidad transita de lo campirano a lo urbano, de lo religioso a lo espontáneo, del virtuosismo al ingenio, de la expresión a la sobrevivencia. En ese vasto espacio, dos de sus nombres están colocados en el catálogo musical nacional: Tehua y Juan Arvizu.
La vida es generosa y darme la oportunidad de conocer y en su caso disfrutar de dos personajes inolvidables, es parte fundamental de mi historia. Este agosto la memoria me transportó a octubre de 1976 cuando en el aire se seguía respirando el eco de las Olimpiadas de Montreal y la figura de Nadia Comaneci. Visitaba a Benjamín “ Chamín” Correa(DEP), director artístico, productor, ejecutante de la guitarra, arreglista, en su oficina de conocida compañía discográfica; con Chamin tengo en coautoría algunos temas músico-literario, lo que permitió cierta familiaridad a nuestro trato; los temas de nuestros encuentros pasaban de lo serio a lo jocoso, en esas estábamos, cuando de pronto la secretaria avisó que había llegado Tehua (Tu. en Náhuatl).
Habíamos cruzado saludos en algunos conciertos de solidaridad con la democracia chilena reprimida por la dictadura militar, donde asistí con Guadalupe Trigo y ella con Oscar Chavez, Chamín, Amparo Ochoa, Gasbino Palomares; su tarea de recuperación de canciones del catálogo mexicano era importante y necesaria; esa mañana otoñal era distinta, Benjamín señaló en el intercambio de opiniones que la cantora y el autor, eran oriundos de Querétaro ( hoy Santiago) y que construimos nuestro camino por rutas diferentes a las locales. Le comenté a María del Rosario Reyes Trejo -que era su nombre de pila- que estaba enterado que a los dos años, el cambio del domicilio familiar a San Miguel de Allende ocasionó que su infancia transcurriera en esta población guanajuatense, le despertaron un especial afecto por lo que se consideraba más de San Miguel, que de la ciudad del Cerro de las Campanas. El diálogo transitó por diferentes tópicos, señalé que para mi era la Diva de la Canción Queretana , que no obstante su lejanía, con Querétaro era un orgullo que perteneciera a una expresión artística que nace del pueblo y vive en el pueblo. Las charlas siempre regresaban a la canción popular mexicana; a su devoción por volverle a dar voz a muchas canciones que se encontraban abandonadas por la Industria del espectáculo musical y ocasionaban que una buena cantidad se fueran al olvido, obras artísticas que en su voz recuperaran vida; resalté que consideraba fundamental que dedicara su talento y esfuerzo a no permiitir, que los perseguidores del éxito y fama las consideran intrascendentes. Esa mañana se inició una relación sólida que se cultivaba en llamadas telefónicas y reuniones esporádicas. Al despedirnos prometimos volver a encontrarnos, lo que sucedió días después para mi beneplácito.
Su instinto cantor y las horas que pasaba hurgando en viejos cancioneros, le daban mayor realce a la labor que llevaba a cabo con tenacidad; entonces fue lógico que con la cercanía con ella, mi admiración creciera. El tema el canto popular se encontraba en el centro de las charlas e intercambios de opiniones, lo que hacía una delicia las pláticas. El impulso del Canto Auténtico en el gusto popular fue perdiendo fuerza, teniendo como consecuencia, que los eventos que emanaban de su órbita, fueran cada vez menos; sin embargo Tehua, quien cambió su residencia a la capital de la república continuaba ahí, solidaria, generosa, cantora.
El tercer milenio la recibió con enfermedades dificiiles, con una sonrisa decía: “Me dobló pero no me quiebro”. En la primera década del siglo XXI, le pedí que me concediera una entrevista para La Voz del Norte, periódico cultural de Mocorito,Sin., patrocinado por al Fundación ANJOR donde me encargaba temporalmente de su dirección. Pactamos reunirnos en algún momento que se sintiera mejor; su enfermedad fue demorando el encuentro. Asi llegó agosto, con sus malas nuevas, el veintidós recibí una llamada para avisar que había fallecido víctima del mal oncológico que la acosaba; durante un rato el silencio se apoderó del espacio, la recordé luminosa y firme en su paso estético por la vida; lamenté que en Querétaro poca relevancia se dio al suceso luctuooso de la cantora. Plaza de Armas, informativo local dirigido por el periodista Sergio Arturo Venegas abrió sus páginas para comunicar su deceso, para contar que en un concierto en el 2013, Tehua de manera premonitoria había expresado: “Como la cigarra refleja el actual momento de mi vida, al enfrentar el cancer:” contaba sobre sus inicio en el oficio: “Quería cantar a manera de Lucha Villa; ni Lola Beltrán acotó, me llega tanto al sentimiento como Lucha… Toda mi vida he cantado, mi mamá dice que a los dos años ya lo hacía. Tan sólo hace unos minutos he hecho que el público coree Canción Mixteca, en un programa de profunda y bella música mexicana”. A la pregunta de, ¿qué hace aparte de cantar? con voz firme contestó: “Sólo canto, ¡Ah!, cocino de maravilla, preparo todo lo que se me antoja; aprendí como todas la mujeres de este país, en una casa donde habíamos cuatro muchachas, a todas nos enseñaban de todo. Hago desde un fideo hasta unos chiles en nogada. Aprendía como toda mujer de pueblo chico y familia grande a coser, bordar, tejer, porque nos ibamos a casar. ¿Trabajar en un bar? ¡No gracias!”.
El Cronista oficial de Querétaro en un artículo que tituló. “María del Rosario Graciela Rayas Trejo, Tehua, cancionera popular escribió: “ Nació en la conventual ciudad de Santiago de Querétaro en 1943, misma a la que no se sintío muy ligada a pesar de nacer y pasar en ella una brevisima parte de su infancia y en la pulquería de un amigo de su papá, donde escuchó sus primeras canciones mexicanas. A los dos años cumplidos fue trasladada junto con toda su familia a la cercana Ciudad de San Miguel de Allende de donde se consideraba oriunda y de la que salió a los 26 años para emprender su aventura… A principios de los sesentas empezó a interpretar canciones de protesta, de conciencia social, progresitas, rojilla, dirían sus malquerientes, y en ese ambiente, conoció a Oscar Chávez y Amparo Ochoa, con quienes llegara a grabar y alternar en multiples ocasiones. Su carrera fue poco comercial porque privilegió el rescate de nuestras tradiciones mexicanas, pero la belleza de su voz y el color de la misma es de una calidad impresionante.” Despues de las honras fúnebres del 22, que se le dedicaron en la ciudad donde llegó al final, su cuerpo se fue a San Miguel de Allende para recibir por la tierra que amó, el último abrigo.
Este aniversario diez de su muerte, tiempo de las Olimpiadas de Paris, la he recordado con el mismo respeto y admiración con la que mantuve la amistad de un personaje inolvidable, de esos que dejan huella para siempre, de los que como escribiera el poeta Jaime Sabines se convierten en“ Voz abusadora de los pájaros”.