Japón es una de las naciones con más historia y cultura, su influencia en la humanidad se puede observar a diario en detalles tan sutiles como el arte, en grandes máquinas tecnológicas y desde luego en el tatuaje.
La técnica ancestral, llamada “tebori” (que significa tatuaje a mano), esconde muchos secretos en sus trazos simples, pero perfectos. En este método se logra una comunión entre el tatuador, el tatuaje, agujas, tintas y piel; un ritual.
En el proceso, totalmente artesanal, el artista baña las agujas –sujetas a un pequeño báculo de madera- con tinta para después pinchar la piel e ir cubriendo la piel de pigmento y formando trazos. Al no utilizar ninguna máquina, el tatuador se tiene que vale de su fuerza. Mientras una mano pincha, la otra crea presión sobre el lienzo. El tebori nació entre los siglo XVIII y XIX.
Contados son los artistas del tebori (conocidos como “hori”) en Japón. Muchos menos los hay en México, en Querétaro solamente uno: Javier “Jav” Rodríguez.
Su relación con el tebori tiene ya más de cinco años, durante su primer viaje a Japón, un encuentro que se dio como si ese fuera su destino. “Me siento privilegiado, yo viajé sin un objetivo claro, como cualquier turista. Nunca me imaginé llegar a conocer el tebori en mi cuerpo”.
A pesar de que visitó el país tras ser invitado por conocidos, confiesa que los primeros días no fueron tan sencillos. “Fui en un plan austero, pensé que la gente que me había invitado me iba a apoyar o patrocinar, pero no, fue distinto. Me enseñaron cosas muy básicas, aunque no digo que no fuera de ayuda, sí me ayudó, pero no como para que conociera al tebori ni a la cultura japonesa”.
Tras 28 días de deambular por las calles, sin clientes para tatuar, y tras una fiesta mexicana, un japonés se enteró de él y de su trabajo. Fue ahí donde surgió su primera oportunidad para tatuar en la nación del sol naciente. “Esta persona me ayudó mucho y me sigue ayudando, con idioma, clientes y la ciudad (…) gracias a él me pude infiltrar al mundo de los locales, gracias a él dejé de ser un turista”. Al realizarle su primer tatuaje, Jav se negó a cobrarle, sin embargo Takanashi insistió en pagarle de alguna manera. Ambos acordaron que sería con la obtención de más clientes japoneses. El camino comenzaba a abrirse.
Contrario a su idea, de que tatuaría diseños tradicionales japoneses, Jav se llevó la sorpresa que los residentes locales preferían artículos mexicanos de él. Y aunque en un principio o era lo que prefería, actualmente le encuentra gusto en ir a realizar diseños como calaveras al estilo de José Guadalupe Posada.
Una vez que su amistad se consolidó, Javier recordó la primera vez que vio al Tebori, en Los Ángeles, y se lo mencionó a Takanashi, ahí comenzó la verdadera búsqueda.
Cabe mencionar que en Japón es prácticamente imposible que encuentres un local donde hagan tebori. Entrar a la cultura es muy complicado, no cualquiera tiene el acceso. Debes conocer a la gente que lo realiza que ellos te acepten.
Regresando a su travesía, Takanashi y Javier acudieron a varios bares locales a preguntar sobre el tebori, hasta que encontraron a alguien que conocía un “hori” –la palabra hace referencia a cavar, pero se utiliza como escultor o quien esculpe a mano-. Horishashi, quien vive en Mino, con quien hizo buena relación, sin embargo, meramente profesional. Al preguntarle si podía darle lecciones, éste simplemente no contestó. Posiblmente por la condición de extranjero de Javier, o como se les conoce tradicionalmente en Japón; “gaijin”.
Tras el trago semiamargo, continuo la búsqueda para dar con Hori Yuusai –su actual maestra-; “es una persona muy linda y muy humilde, me dijo que aunque no tuviera conocimiento pleno, me podía enseñar lo que ella sabía”. Agrega que “aparentemente pensó que solo sería de una ocasión y que a ella también le daba curiosidad convivir con un mexicano (…) sin embargo, hicimos buen click, tuvimos una buena relación a pesar que ella no habla de inglés ni de español, pero le di todo mi respeto y admiración, así que comenzó a adiestrarme; lo hace cada vez que voy, ahora mis clases son sin traductor, ya podemos comunicarnos mejor y pues el Internet nos ayuda mucho, a veces a simples señas. Ella tiene muchas ganas de que me supere”.
“Jav” también menciona que su maestra tiene el deseo de que traiga a México la técnica japonesa, la cual ha enfrentado ciertas resistencias, pues se tiene la creencia que es muy dolorosa, cuando la verdad es que simplemente es diferente a la máquina. “Me siento muy afortunado de tener una maestra japonesa, inclusive otros tatuadores me han contactado, para que se las presente, pero Horiyushai me ha remarcado –principalmente por sus tradiciones- que yo seré su único alumno; una relación ‘kohai-senpai’”.
Actualmente Javier es uno de los tatuadores más reconocidos en Querétaro, tanto por su técnica con máquina como por ser el único tatuador en el estado que usa tebori. Para conocer más de su trabajo o contactarlo puedes visitar el estudio HDS en José Vasconcelos #102 en la Colonia Unión
Magisterial.
POR: MARIO CARRANZA