Francisco Morales V.
El pintor Luis Rafael, nacido en la comunidad de La Barranca, en el municipio veracruzano de Álamo, no tuvo que buscar muy lejos para llegar a las imágenes surrealistas, de comunión mística entre el hombre y la naturaleza, que pueblan sus obras recientes.
“En mi comunidad estamos todo el tiempo trabajando, vinculándonos y asociándonos con plantas, con animales, tanto para curarnos como para alimentarnos. Entonces la magia, la chamanería, o curandería, han sido siempre una constante en nuestras vidas en la Huasteca”, explica en entrevista.
De visita en la Ciudad de México para participar en la inauguración de una exposición colectiva en el Museo de Arte Sarah Tisdall, el artista muestra dos piezas de su serie Nahualli.
Con una práctica análoga a la de artistas como Remedios Varo, Leonora Carrington y Salvador Dalí -que reconoce como espíritus afines-, Luis Rafael se sumerge en el terreno de los sueños y la magia, pero con un marcado acento en la herencia nahua de su familia paterna.
Su obra No digas nada, por ejemplo, muestra a una estilizada figura femenina que se transmuta en un pez, en medio de un páramo onírico que, cuando se mira dos veces, se revela como el paisaje de sus ancestros.
“Estos cerros pertenecen a un conjunto de siete cerros que forman parte de la región de Chicontepec”, explica sobre esta vista de la Huasteca Baja.
Se formó de forma autodidacta, valiéndose de pigmentos naturales y carbones de sauce del fogón de su madre, y luego se aproximó a la pintura al óleo en el taller de Ricardo Méndez en la Universidad Veracruzana, donde ingresó para estudiar Pedagogía.
A partir de entonces, pasó de la representación realista de su entorno a su estilo actual, que se vale de la estética surrealista y su indagación en el inconsciente.
“Siempre fue una búsqueda, primero de la representación de la realidad, o de la naturaleza, más bien, y luego viene otra búsqueda que se vuelve espiritual”, apunta.
Su obra Nahualistli Apanko (Embrujo en el río), participó en un proyecto colectivo en homenaje a Carrington, titulado Always Leonora, y reinventa a la emblemática diosa blanca de la surrealista inglesa a partir de elementos de la tradición nahua.
“A través de los títulos de mi obra en náhuatl quiero hacer un rescate de esa lengua que poco usamos y nos remite al origen”, explica.
Luis Rafael, quien este año inauguró una exposición individual en el Museo de la Mujer, trabaja en una nueva serie llamada Tlalli (Tierra), que buscará exponer en la Ciudad e México.
La muestra donde participa se enmarca en el segundo festival DomArte del Museo Sarah Tisdall (Leandro Valle 14, Centro Histórico), y permanecerá abierta hasta el 5 de agosto.