Para Socorro, mi madre+
La Estética es una disciplina tan antigua como la cultura occidental, considerada dentro de las asignaturas humanísticas y parte de la Filosofía que poco tiene que ver con los negocios a los que se asiste para mejorar nuestra apariencia, porque los cánones de la belleza se han convertido en una pista en la que cada quien corre al ritmo de su narcisismo y poder adquisitivo.
En los últimos años de mi profesión docente he tenido oportunidad de acercarme a esta disciplina y reflexionar sobre lo que esta hermosa palabra, vale la redundancia, nos lanza cada día, ahora tan cambiante y a tales velocidades pues las modas y tendencias no tienen, a ratos, nada de hermoso o por lo menos, no pertenecen a los cánones que conocimos gente de mi generación y anteriores.
La época que conocemos como el Renacimiento fue ese momento espectacular de la Historia de la humanidad en que la influencia de la cultura helénica significó un resurgimiento que se visibilizó sobre todo en el arte que albergó el territorio de lo que hoy es Italia que entonces estaba dividida en repúblicas y reinos por los que viajó como diplomático aun influyente hasta nuestros tiempos, Nicolo Maquiavalo, autor del imperdible, El Príncipe. En esa tierra de interminable historia, abierta a todas las influencias de oriente y occidente, nacieron y respiraron los rostros y cuerpos que llenaron las pantallas del cine de la posguerra, rostros y cuerpos atezados por el sol del Mediterráneo que cautivaron por sus miradas almendradas, que en ningún momento les intimidaron las rubias ojicelestes de Hollywood.
Cine Citá le dio al mundo nuevos cánones de belleza, y al mismo tiempo, de una sensualidad que enloquecía a la generación de nuestros padres y abuelos. Silvana Mangano, Rosana Podestá, Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Virna Lisi, Mónica Vitti, Lucía Bosé, y, menos agraciadas pero intensas, Ana Magnani y Julieta Massina, son todas ellas parte de mi memoria porque he visto sus obras pero tal vez la más inolvidable sea, hasta hoy, la Loren, expresión con la que se decía todo lo referente a la belleza llevada a su máxima expresión en la gran pantalla.
Su belleza se impuso desde las primeras apariciones en aquellas enormes pantallas de los cines monumentales en las que la vimos como Jimena, la esposa del Cid Campeador, cinta sobre el héroe medieval protagonizada por Charlton Heston. Años después la vi en Dos Mujeres, (De Sica, 1960) la película que le dio el Oscar, el César, el León de Venecia y otros premios, un drama, basado en la novela de Alberto Moravia, La Campesina. Sin embargo, lo más cautivante de su trayectoria está tal vez en la pareja que formó al lado de Marcello Mastroianni con quien hizo alrededor de 12 filmes, casi siempre producidos por su marido Carlo Ponti con quien vivió tormentoso romance obstaculizado por las leyes italianas y la moral católica que los llevó a casarse en México, matrimonio que fue anulado y a exiliarse en Francia y adquirir la ciudadanía, para poder casarse como era el ideal del siglo pasado; su biografía puede ser novelada por todos los giros que ha dado desde la Segunda Guerra Mundial en que tuvo que salir de su natal Roma hacia el sur, cerca de Nápoles donde se crió. Participó en un concurso de belleza del que Ponti era jurado y no fue ganadora, pero sí invitada para hacer pruebas en el cine donde comenzó siendo extra en la gran producción ¿Quo Vadis? Mujer de trabajo, su filmografía va por todos los rumbos geográficos y culturales. Los Girasoles de Rusia, (De Sica, 1970), junto a Mastroianni, fue la primera producción cinematográfica del bloque occidental, en la Unión Soviética; drama del amor golpeado por la guerra.
El 20 de septiembre pasado, la Loren arribó a los 88 años y hace poco filmó para Netflix, La vida frente a sí (Ponti, 2020) bajo la dirección de su hijo Edoardo, en la que muestra su humanidad tundida por los años, enriquecida por la experiencia de una prostituta sobreviviente de un campo de concentración que protege a un callejero africano.
En este tributo deseo referirme a este ícono de la cultura del siglo XX como el referente de la belleza de una fémina como fueron muchas mujeres de su tiempo, que batalló toda la vida, por la guerra, por el amor prohibido como fue el amor por el hombre de su vida, luego, su batalla por ser madre y ahora, una belleza que no se ha rendido ante la vejez. Bravo Sophia!!