Infrecuente, pero no inusitada, la muy extensa conferencia de medios del señor Carlos Slim puso –o quiso poner—los puntos sobre algunas íes y le metió, como quien no se da cuenta o no quiere la cosa, un rapapolvo a la señora Claudia Sheinbaum: el accidente del Metro Dorado no fue por mala construcción (con responsabilidad política para Marcelo Ebrard) sino por mal mantenimiento (culpa política de Claudia Sheinbaum).
Y de paso reclamó su derecho de hacer televisión. Cuatro gobiernos lleva sin lograrlo. Y en esta administración morenista, tampoco. Y de eso se queja. Por no ser tan consentido ni tan favorito del gobierno como todos creen. La injusticia nada más le ha permitido contratos por 61 mil millones de pesos.
¿A poco?
Información proveniente de CEO nos dice (LZ):
“…las empresas de Slim han recibido contratos del gobierno de López Obrador del orden de 61 mil millones de pesos. Este sexenio ha extendido su (s) negocio (s) en la construcción de infraestructura está invirtiendo fuertes cantidades en el de la exploración y explotación de petróleo en asociación con Pemex.
“Cuando comenzó el gobierno de AMLO. de acuerdo con Bloomberg, la fortuna de Slim ascendía 49 mil cien millones de dólares. En cinco años, su riqueza se duplicó. Sí. Dobló el valor para alcanzar los 105 mil millones de dólares. Es el hombre más rico de México de América Latina. El número once del mundo…”
Pero a pesar de eso, y volviendo al desastre del Metro en Tláhuac aquel fatídico 3 de mayo, cuya investigación permitió observar la hipocresía del gobierno y la dócil ineptitud de Ernestina Godoy en la fiscalía, además del mal talante de la jefa de gobierno capaz de demandar a una empresa pericial noruega por desviarse de las consignas, la versión oficial fue un defecto en los pernos
La empresa de Slim aceptó el dictamen sin chistar y no sólo eso, ajena a su costumbre, ofreció reparar el tramo derrumbado (y otros más si fuera necesario), sin cobrar por el trabajo. Eso garantizó el carpetazo en favor de Claudia. De nadie más.
Pero ahora, movido quien sabe por cual resorte, casi al final del gobierno, abre su ronco pecho y nos dice esto, “el accidente se debió al mal mantenimiento que se le ha dado al Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro… las instalaciones por años brindaron el servicio adecuado que llevó a sus destinos a millones de personas sin presentar problemas parecidos.
“Yo creo que en general en muchas cosas que se han hecho en México ha faltado mantenimiento, no de este gobierno, no en ese lugar, en otros lugares, yo creo que algo que dura 12 años con 12 millones de personas, y de repente hay un problema yo no lo veo como falla de origen”, mencionó…
“..Incluso Carlos Slim resaltó que los 3 dictámenes sobre la Línea 12 del Metro resolvieron que no fue falla de origen, a lo que reiteró acerca de las operaciones sin inconvenientes mayores con 900 millones de pasajeros”.
Entonces, ¿si la falla no fue de origen sino de mantenimiento, su gratuita y reparadora aportación fue nada más para llevar la fiesta en paz.
Obviamente ninguno de los asistentes a la dicha conferencia tuvo la osadía de insistir en este punto, porque no es habitual pagar los platos rotos o los metros caídos, con cargo al prestigio de una empresa ni mucho menos erogar sin remuneración, únicamente para sacar las castañas con la mano del gato y ayudar a la elegida del todopoderoso. ¿O sí?
Obviamente se trató de un (económicamente) costoso favor político e industrial para la entonces jefa de gobierno, cuya cercanía con el líder ya la perfilaba desde entonces para llegar a la candidatura así lleve en la espalda la cruz del metrazo.
Y en cuanto al ejemplo del matrimonio para ilustrar desavenencias con AMLO, el ingeniero no se midió. En un matrimonio también se practican otras cosas, además…