Silió es estos días un pueblo volcado en buena parte en los preparativos para su fiesta más conocida, la de la Vijanera, que se celebrará el 5 de enero y el día anterior en su versión infantil, y que un año más recuperará la tradición en una jornada cargada de simbolismo, pero sobre todo de colorido, de ritos e, incluso, de humor e ironía, gracias a las coplas.
La Vijanera es una tradición relacionada con el resto de mascaradas de invierno que se celebran a lo largo de todo el continente europeo.
En ella participan más de 150 personas encarnando 80 trajes distintos a lo largo de diferentes actos que se van sucediendo el primer domingo del año desde bien temprano, en torno a las seis de la mañana, cuando empiezan a tocar los campanos.
Estos días en Silió (Molledo) y en el local en este pueblo de la asociación que promueve esta celebración trabajan a todo trapo.
César Rodríguez, que pertenece a la asociación que promueve esta mascarada, explica que la Vijanera forma parte de la vida cotidiana de Silió estos días con más motivo.
“Aquí siempre decimos que la Navidad es un poco diferente, porque en diciembre hay mucha más actividad, principalmente porque hay que terminar de hacer los trajes. El local de la asociación está lleno y casi todas las casas del pueblo tienen a algún vijanero involucrado”, señala.
Aunque su tarea es continua durante meses, es en diciembre cuando pisan el acelerador y faltan horas en el día para prepararlo todo.
Todos los años se renuevan trajes, siempre manteniendo lo que marca la tradición, y se atrae a gente joven que se une a esta celebración.
Zamarracos, el oso, la prená…
Hay alrededor de 150 vijaneros en total y los zamarracos (los que llevan campanos adheridos al cuerpo) se van a acercar esta vez a la treintena, de modo que éste es uno de los años que más gente llevará este traje.
Otros personajes que destacan en esta fiesta son el oso, gran protagonista, la preñá, los danzarines, el viejo y la vieja o la bruja.
Recorrerán Silió con distintas escenas y con las coplas, que repasan y reflejan lo que ha acontecido en el año.
Y lo harán pasando por el panorama político y también con guiños a cuestiones regionales y locales, que son las que más gustan a los lugareños.
Son más de 40 años desde que este carnaval dedicado al oso como alegoría del mal fue recuperado por un grupo de jóvenes que se esforzó en seguir la huella vijanera en los recuerdos de sus mayores.
También se basaron en la tradición oral de la zona y en las escasas fotografías que se conservaban en algunas casas.
César Rodríguez cuenta que en 1936, con la Guerra Civil, se dejó de celebrar este carnaval que se recuperó en 1982, si bien en esa década de los años ochenta había menos gente participando.
Es a partir de los años noventa cuando empieza a aumentar la afluencia, la fiesta llama la atención fuera de Cantabria y llegan reconocimientos.
Uno de los más importantes ha sido el que se produjo en 202, cuando se declaró esta fiesta Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial.
Fieles a la tradición
Para los vijaneros, se trata de «saldar una especie de deuda con la gente de antaño», sus abuelos, «que hablaban de que esto no era una cosa de brutos ni de salvajes», sino su cultura, subraya César Rodríguez.
“Ése ha sido nuestro mayor empeño más que relanzar la fiesta, porque no invertimos en promoción prácticamente nada, todo lo invertimos en material, que es nuestra prioridad absoluta”, abunda.
Se trata de “reivindicar que esto es cultura más que el trasfondo turístico que pueda llegar a tener”.
Sus promotores intentan “mantener la esencia”.
“Aquí no hay gradas, no hay vallas, pero hacemos una fiesta viva”, recalca, antes de agregar que su preocupación también está en que se respete la tradición.