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Sí, somos jóvenes. Sí, somos mujeres. Y sí, hacemos política

Voz Joven

por Editor
5 septiembre, 2025
en Editoriales
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Virginia Hernández Vázquez

¿Quién dijo que las mujeres jóvenes y la política no se llevan?

Crecí rodeada de mujeres fuertes que me enseñaron a defender mis ideales y a trabajar por los demás. Mi mamá me enseñó que cuando luchas por lo que crees, no hay nada que te detenga. Que no se necesita un micrófono para alzar la voz, y que hay causas por las que vale la pena darlo todo.

Ella me inspiró a levantar la voz, incluso cuando parece que nadie escucha. Y la política llegó como una manera de transformar esa inspiración en acción. No como una aspiración personal, sino como una herramienta para hacer las cosas distintas, para abrir puertas, para sumar voces, y para no permitir que las decisiones que afectan a nuestra generación se tomen sin nosotras.

Desde el principio supe que ser mujer y joven significaba enfrentar miradas de duda. En muchas mesas, antes de escuchar lo que tenía que decir, ya habían decidido que no tenía suficiente experiencia. Sí, eso incomoda, pero también te da un motivo más para quedarte. Para hablar más fuerte. Para demostrar que las juventudes no sólo venimos a aprender, también venimos a proponer.

Uno de mis primeros retos al frente de la Secretaría de la Juventud fue demostrar que las y los jóvenes tenemos capacidad y ganas de aportar para hacer que las cosas sucedan.  Llegué con la firme convicción de poner al centro las voces jóvenes del estado, y no fue fácil. Escuché frases como “eso no va a funcionar”, o “eso ya se intentó antes”. Pero cuando realmente crees en algo, no te detienes en el primer “no”. Construimos estrategias desde los barrios y las escuelas, esos lugares donde rara vez se da voz a los jóvenes. Y ahí fue donde empezamos a construir confianza. No todo salió perfecto, pero aprendí que liderar también es saber escuchar, rectificar y volver a intentar.

En este camino he aprendido que la juventud y el género no son etiquetas que te impidan avanzar. Que ser joven te da la energía de creer que sí se puede, y ser mujer te da la fuerza de fijarte una meta y trabajar todos los días para cumplirla, aprendiendo de los retos, siempre. He tenido que demostrar que mi voz no es “la opinión de una chava”, sino una propuesta con visión, con técnica y con trabajo detrás. No me ha tocado solo ocupar un cargo, sino abrir camino para que más mujeres jóvenes puedan estar aquí.

Si algo me apasiona es trabajar cerca de las y los jóvenes. Creo que nuestra generación tiene la capacidad —y la responsabilidad— de romper paradigmas. Los grandes cambios de la historia empezaron con juventudes que no esperaron su turno para participar: los vimos en movimientos sociales como el del 68, y en hechos históricos como la caída del muro de Berlín.

Tengo presente a Malala Yousafzai, una joven que admiro profundamente y que nos enseñó que con valentía se pueden lograr grandes cosas. Como ella, hay miles de historias de jóvenes y mujeres en México y en todo el mundo, que defendieron sus derechos desde su escuela, desde su comunidad, desde sus trincheras.

En México, las mujeres hemos heredado el valor de quienes nos abrieron el camino: desde las que marcharon por el voto femenino, hasta las que hoy encabezan gobiernos y congresos. En Querétaro, seguimos el ejemplo de figuras como La Corregidora, que en tiempos difíciles eligió actuar y encender un movimiento. Ese es el legado que nos toca honrar: no conformarnos con estar presentes, sino cambiar las reglas para que muchas más lleguen. Hoy nos toca a nosotras. Y eso significa elegir una causa, ponerle el corazón y no soltarla.

A las mujeres jóvenes que leen esta columna, quisiera decirles algo: no esperen a que les den la palabra. Tómenla. No busquen encajar en moldes que no se hicieron para ustedes. Háganlos pedazos y construyan algo nuevo. Los obstáculos están ahí, sí… pero no para detenernos, sino para que aprendamos a superarlos juntas.

Porque cuando una mujer entra en política no llega sola. Lleva consigo las historias, las luchas y las esperanzas de muchas otras. Y cada vez que una de nosotras se sienta en una mesa de decisión, demuestra que este espacio también nos pertenece. Porque sí, somos jóvenes, somos mujeres y sí, hacemos política.

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