SERGIO ARTURO VENEGAS RAMÍREZ
Y el cielo se abrió.
La amenaza de lluvia por las grises nubes sobre el Corregidora, desaparecieron milagrosamente cuando a las 17:10 entró la Virgen de los Dolores de Soriano, la Patrona de Querétaro, al Estadio Corregidora para recorrer el campo y llegar al frente del presbiterio monumental, donde fue incensada por el grupo de danzantes y miembros de esta ancestral originaria.
Durante las tres horas que duró la celebración del L Aniversario del reconocimiento y confirmación pontificios del patronazgo de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano y la despedida del obispo de Querétaro y futuro Arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz, se escuchó fuerte, duro, el mensaje antiaborto de monseñor: ¡Sí a la vida!, expresó durante su homilía.
En tanto, el enviado papal, monseñor Coppola pidió a la Virgen de Soriano salud de alma y cuerpo. Además, leyó un mensaje del Papa y al concluir la misa, otorgó indulgencia plenaria a todos los presentes.
Ausencias notorias de algunos políticos y un Estadio Corregidora en el que retumbaban las palabras del obispo queretano, pero también fragmentos de la liturgia leída en Hñahñu.
Ovaciones a la Virgen y cánticos, precedieron la llegada del nuncio apostólico en México, el arzobispo Franco Coppola y la procesión que acompañaba a don Faustino Armendáriz, el hombre que anoche se despidió de la grey queretana desde el campo mundialista de El Cimatario.
Entrando en calor
El frío se tornó en un ambiente cálido cuando el aún obispo de Querétaro hizo un fuerte llamado a la vida en momentos que desde congresos estatales se promueve el aborto.
¡Sí a la vida!, lanzaba don Faustino Armendáriz al presentar su homilía.
Sí, porque la Virgen María dijo sí a la vida y permitió el milagro de Jesús.
Así, el futuro Arzobispo de Durango, reafirmaba lo que ha sido una de sus principales causas desde su llegada a Querétaro, hace nueve años.
Momentos antes de las palabras de Don Faustino, el Nuncio daba un mensaje del Papa Francisco a los queretanos, y por supuesto al obispo Armendáriz. “Al clero, a los consagrados y fieles laicos”, decía monseñor Coppola. Luego saludó a la Virgen de Soriano y pidió a los presentes rezar por el Papa.
Ya pasada la homilía, fue entregado el Bastón de Mando a la patrona queretana.
Al recibirlo, monseñor Armendáriz dijo al entregar el Bastón de Mando a la Virgen de los Dolores de Soriano -la misma que fue rescatada de entre las cenizas de Maconí- que “esperamos ahora con más confianza el remedio de las necesidades que nos afligen: La satisfacción de los sacerdotes y religiosos, la recta formación de nuestros seminaristas, la vida cristiana del hogar, la moralización de las costumbres y la conservación y aumento de la fe en todos cuantos la recibimos en el bautismo. Especialmente encomendamos a tu solicitud a nuestros hermanos campesinos, tan sufridos y que tanto te aman”.
Los fuegos artificiales y los pañuelos blancos cubrían la cancha y tribuna del Corregidora.
Oración Universal
Luego de la entrega del Bastón del Mando y tras cantar el Credo, vino la Oración Universal presentada por el Nuncio Coppola.
Señor Dios todopoderoso, dijo, haz que, por la intercesión de la Virgen de Dolores de Soriano, nosotros, tus hijos, gocemos la plena salud de alma y cuerpo, vivamos alegres en medio de las dificultades del mundo y alcancemos la felicidad en tu reino eterno.
La misa continuaba, el frío también.
Tras la Oración Universal, algunos fieles laicos que representaban a los doce decantamos, presentaron ofrendas para los pobres y marginados.
Al concluir los ritos del ofertorio, al pie del altar, el Nuncio tomó la patena con el pan y lo bendijo, igual que al vino.
Así continuó el Nuncio Coppola con la Plegaria Eucarística con la conmemoración de los vivos, de los santos y de los difuntos.
Ya casi para concluir la misa, el representante papal hizo una genuflexión, tomó el pan consagrado, sosteniéndolo y elevando sobre la patena, de cara a los presentes, presentó el Cordero de Dios. Tras comulgar, el arzobispo Coppola dijo para sí: “El cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna”. Luego bebió la Sangre de Cristo.
Después tomó la píxide y se acercó junto con otros sacerdotes a ofrecer la comunión a miles de personas, teniendo como fondo la Antífona Comunión. Luego el coro siguió con el Ave Verum Corpus. La gente seguía comulgando y el coro siguió con Ven a mí Dulce Pan.
Tras finalizar la comunión, el diácono purificó la patena sobre el cáliz y también el cáliz.
Antes de concluir la liturgia, monseñor Franco Coppola pidió una oración especial para el Papa Francisco para que encuentre siempre coraje y consolación bajo la mirada tierna y misericordiosa De Dios.
Y vino la indulgencia plenaria: Con la mitra en las manos y viendo a los presentes, bendijo a todos los presentes en el Estadio Corregidora.
Consagración de la Diócesis y bendición de pañuelos
Al finalizar la misa, el Nuncio ofreció como signo de generación a la Madre de Dios el incienso de la Virgen de Dolores consagró la Diócesis de Querétaro al Inmaculado y Doloroso Corazón de María, mediante la oración del Año Jubilar Mariano. Después bendijo los pañuelos de los presentes para que como embajadores de la Virgen, vayan el la búsqueda de los que más sufren y les lleven el pañuelo bendito y con ello consuelen a los que sufren en el cuerpo o en el espíritu
Y finalmente el momento esperado por varios de los presentes.
Para recibir la indulgencia plenaria, se anunció que serían efectiva solamente para quienes estuvieran verdaderamente arrepentidos. Además, deberían haberse confesado. Para ello, varios sacerdotes estuvieron confesándolos. Además, debieron comulgar durante la misa.
Los políticos y la indulgencia
En sus sillas, los asistentes se tapaban con lo que podían. Ni el gobernador Francisco Domínguez ni el alcalde capitalino Luis Bernardo Nava pudieron asistir y se salvaron del frío, pero se quedaron sin el perdón de sus pecados.
Sí estaban en primera fila el secretario de Educación Alfredo Botello Montes y el secretario de Gobierno del municipio de Querétaro, Apolinar Casillas.
También el problemático presidente municipal de Colón, Alejandro Ochoa -con un blazer vino como de terciopelo- quien quizá buscaba la indulgencia plenaria.
Y la siempre atenta Yolanda Hernández de Burgos, acompañada por su hijo, el notario Enrique Burgos Hernández, entre cientos de invitados especiales.
El adiós
Pareciera que don Faustino no quería irse.
Seguramente se imaginaba aquel 16 junio o de 2011, cuando fue recibido en este mismo sitio como el nuevo obispo de Querétaro que solamente estaría con nosotros poco más de ocho años.
Venía de Tamaulipas, tierra brava y violenta. Pero él la entendió y medio domó. Ya en Querétaro, tenía muchos planes, entre otros, sacar a la iglesia y sus sacerdotes a las calles. Oler a oveja, decía.
Lo logró.
Caminó nueve veces al Tepeyac y otras tantas a Soriano. Conoció a fondo la Sierra y sus problemas.
Fue un obispo sencillo, sin poses y entregado a su labor.
Por eso lo premiaron, pero nos lo quitaron. Ahora será Arzobispo.
Pero no le dieron tiempo de poner la primera piedra de la tan soñada catedral.
Ya será labor del que llegue. Porque Don Faustino, a pesar de que no quería dejar el Corregidora anoche, ya pensaba en su nueva encomienda que inicia el 21 de noviembre, allá en Durango, donde seguramente hará igual o mejor labor que en estas tierras, donde se le extrañará.
Así se despidió este hombre, al que los conocedores de los entretelones de la iglesia, le auguran un gran futuro.
Y en ese tenor, estará con el Papa Francisco el próximo 29 de junio de 2020 para recibir el Palio Papal en El Vaticano, sitio al que seguramente acudirá con regularidad y donde lo conocen bien.
Buen camino, señor Arzobispo.
Y la gran misa terminó, ya noche, con una salva de cinco minutos de cuetes que iluminaron el cielo queretano.