Uno de los sectores de la población que históricamente han sufrido con mayor fuerza los embates de la precariedad económica y la falta de empleo han sido las y los jóvenes. Esto no ha sido un fenómeno exclusivo de México, tanto países desarrollados como en vías de desarrollo han experimentado esta situación de vulnerabilidad laboral dentro de las juventudes. Entonces, ser joven y contar con estabilidad económica y laboral es una rareza económica, casi como una contradicción. No exagero, analicemos los datos del reporte sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022 que publica la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2022) y consideremos dos resultados del estudio.
Primero, “entre 2019 y 2020, los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad experimentaron una pérdida porcentual de empleo mucho mayor que los adultos” (OIT, 2022). Esta tendencia ha sido histórica en un texto que publicamos en 2009 apuntábamos que se estaban rompiendo récords históricos de desempleo juvenil, con alrededor de 81 millones de jóvenes económicamente activos de entre 15 y 24 años desempleados (Salinas y Uribe, 2009). Si bien en 2022 disminuye la cifra de manera importante con 73 millones de jóvenes desempleados, el panorama a futuro no marca una recuperación importante, como resultado de la pandemia hay 6 millones más de jóvenes desempleados (OIT, 2022) y los jóvenes que cuentan con empleo se encuentran en situaciones precarias.
Segundo, el impacto de la pandemia por COVID-19, “los jóvenes se vieron especialmente afectados porque las empresas que sobrevivieron a la crisis buscaron ante todo retener a los trabajadores, mientras que las nuevas contrataciones se desplomaron” (OIT, 2022). En este contexto de crisis e incertidumbre económica, las puertas para el empleo formal de jóvenes se cierran. En México uno de los programas estratégicos para incidir en la inserción laboral es el de Jóvenes Construyendo el Futuro, el cual busca acercar a jóvenes con empleadores y que desarrollen habilidades laborales que permitan insertarse al empleo formal. Los resultados del programa han sido bastante pobres si consideramos que existen alrededor de 1.2 millones de jóvenes desempleados y el programa solo ha beneficiado a 165,109 aprendices vinculados, aun cuando el padrón total de jóvenes inscritos ha sido de poco más de 2 millones (STPS, 2022).
Ante este panorama económico adverso, los jóvenes se han convertido en un grupo vulnerable que es necesario atender y las problemáticas del desempleo juvenil no se resuelven por decreto. Siempre he sostenido que es una tragedia social que jóvenes que están en edad de estudiar o trabajar vean frustrados sus proyectos de vida por las escasas oportunidades de desarrollo que les podemos ofrecer. Incluso contar con estudios universitarios no es garantía de contar con las herramientas para la movilidad social. ¿Cómo explicar el problema del desempleo y la precariedad laboral en jóvenes? Algunos despistados de izquierda dirán que es una cuestión de voluntad, las empresas y los empresarios no quieren pagar buenos salarios, difícil debatirles. No hay una sola respuesta para explicar el bajo salario en México, pero uno de los factores ha sido esa tradición dentro de la política pública para la tracción de Inversión Extranjera Directa que privilegiaba a México como un país de bajo costo de mano de obra. ¿Qué oportunidades de futuro le estamos ofreciendo a nuestras y nuestros jóvenes? En este momento parece que no les ofrecemos mucho, tristemente.
Director Labor Center/Centro Laboral UAQ
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