Katia Reséndiz
¿En qué nos afecta la sequía si no nos dedicamos al campo? me cuestionaban unos jóvenes al hablar sobre este mal que está acechando a nuestro país, y me pareció pertinente hacer extensa la respuesta en esta colaboración. Desgraciadamente, a estas alturas en las que el reloj marca el año 2022, existe un desconocimiento sobre el impacto que tiene la sequía , así que decidí ligarlo con el valor más preciado que la pandemia nos recordó que tenemos: nuestra salud.
Las condiciones de sequía grave pueden afectar la calidad del aire de manera negativa, esto sucede porque hay un riesgo mayor de incendios forestales y las partículas suspendidas en el aire pueden irritar los conductos bronquiales y los pulmones, empeorando enfermedades respiratorias crónicas y aumentando el riesgo de infecciones respiratorias como la bronquitis y la neumonía; que es lo que menos necesitamos con la amenaza que aún existe del COVID 19.
A pesar de las recientes lluvias, el Monitor de Sequía -con corte a la segunda quincena de junio de 2022- tuvo una disminución de las condiciones anormalmente secas en 6 estados, disminución de sequía de moderada o severa en 9 entidades y en 3 se logró disminuir la sequía extrema; sim embargo, más de la mitad del territorio nacional presenta condiciones de sequía.
En nuestro estado, el 94% del territorio cuenta con un grado de sequía; la falta de agua afecta enormemente las actividades humanas que dan origen a nuestra supervivencia. Esto queda claro cuando son los sectores primario y secundario los que consumen el 80% del agua disponible en el país, lo que demuestra que la sequía no es exclusiva del campo y nos está llegando a todos.
La encuesta nacional de Mitofsky sobre cuidado del agua nos revela que casi el 40% de sus entrevistados dice bañarse en la regadera, en un tiempo de 3 a 5 minutos; mientras que a la pregunta sobre cortes de agua, un 62% afirma que es común que racionen el agua. De esta manera, el ejercicio estadístico nos refiere que no son suficientes las acciones que impulsa el gobierno, pues un 50.6% esta consciente de qué “hay otra forma de hacerlo”, es decir, coincidimos que existe corresponsabilidad en las medidas que debemos tomar y en las que todos debemos involucrarnos para cuidar el agua, ya que, un 75.2% refirió que es muy probable o algo probable que pase lo mismo que en Nuevo León.
Esto solo es el comienzo de la emergencia que ha propiciado que el día de ayer se publicara en el Diario Oficial de la Federación, el acuerdo que faculta a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) a llevar a cabo acciones para asegurar que el recurso sea accesible a la población. La sequía y desertificación van de la mano, intensificadas por el cambio climático, lo que nos lleva a afirmar que el agua es el oro de nuestra era, y su valor no dejara de incrementarse mientras su acceso y disponibilidad siga siendo privilegio de unos pocos.
La inversión para contrarrestar la falta severa de agua está por debajo del 1% de Producto Interno Bruto (PIB) en nuestro país, mientras que organismos internacionales indican que se debe destinar el 2%. Información especializada del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), nos muestran que, para afrontar y resolver el tema de seguridad hídrica nacional, se requiere una inversión sostenida anual de 90 mil millones y de ellos 50 mil millones anuales por los próximos 25 años.
La emergencia es hoy, ahora; debemos prevenir y no reaccionar, entre mas voces y conciencias se unan; habrá más voluntades, las sequías están alcanzando a los centros demográficos, afectando al campo y también a la ciudad. Los usuarios finales tenemos la obligación de abordarla desde la perspectiva de las acciones de prevención; desde la protección de las fuentes de agua; desde la eficiencia en el uso y reutilización del líquido; desde la construcción de infraestructura para tratar y sanear el agua; desde un consumo responsable; desde una nueva educación ambiental, y sobre todo, al exigir se coloque en la agenda pública, para que nuestros líderes políticos y sociales, los agentes económicos, los activistas y la sociedad civil organizada demos respuesta concreta y precisa a la sequía que nos amenaza.