Nunca había sido convocado por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la mañanera el general Ricardo Trevilla, jefe del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional, desde que se creó esa instancia en febrero de 2022. Lo hizo en sustitución del secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, que se ausentó ayer de Palacio Nacional y no fueron en su representación los generales que suelen hacerlo. La aparición de Trevilla levantó varias cejas, por lo insólito de su participación, pero sobre todo por el contexto en el que se dio.
En la víspera, la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum respondió preguntas y ansiedades de la prensa, y anticipó que los nombramientos de sus secretarios de la Defensa y la Marina, los revelará hasta finales de septiembre, lo que no fue algo extraño, porque la designación de los jefes militares suele hacerse casi en vísperas de la toma de posesión para evitar el riesgo de un doble mando que genere inestabilidades internas. Trevilla, por ser uno de los generales que se menciona con mayor frecuencia en la prensa para ser el próximo secretario de la Defensa Nacional, despierta interés por las motivaciones que podría haber tenido el presidente, y qué tipo de señales estaba enviando.
López Obrador, como lo ha venido haciendo en la composición del próximo gabinete, se metió en la sucesión de las Fuerzas Armadas al ordenar que el general Trevilla tuviera un papel protagónico en la mañanera. El presidente juega con la óptica y la mente de todos. Por la coyuntura, un día después del anuncio de Sheinbaum sobre cuándo dará a conocer a su secretario de Defensa, el que Trevilla hubiera ocupado un lugar central en Palacio Nacional, hizo pensar a algunos que podría ser el tapado. No obstante, podrían plantearse otras tres interpretaciones adicionales. La primera es que fue un distractor; la segunda es que lo descarriló de la lucha por la Secretaría, y la tercera es una combinación de las dos.
La lucha por la máxima oficina militar se ha venido dando entre los generales Gabriel García Rincón, subsecretario de la Defensa, y Andrés Fernando Aguirre O. Sunza, director del Colegio de Defensa Nacional. Como se mencionó en este espacio hace 10 días, García Rincón es el elegido por el general Sandoval, mientras que Aguirre O. Sunza es la carta que han manejado desde hace varias semanas en el equipo de transición de Sheinbaum.
Trevilla, que es respaldado por generales de división en activo y en retiro, sería un relevo natural porque se daría un cambio generacional terso -ascendió a general de División en 2021-, ya que Rincón García, contemporáneo de Sandoval -ambos fueron ascendidos en 2017-, provocaría que por edad varios generales ya no podrían aspirar al cargo dentro de seis años. Aguirre O. Sunza representaría que una vez más un salto generacional como hizo López Obrador con Sandoval si fuera escogido por Sheinbaum, al ser uno los más jóvenes que apenas en noviembre pasado fue ascendido.
Que el presidente lo haya llevado a la mañanera un día después del anuncio de Sheinbaum, no puede ser fortuito. López Obrador no comete errores políticos, como podría haber sido enviar un mensaje equívoco meramente por descuido. Su señal, en todo caso, puede ser deliberadamente confusa.
Trevilla participó en la mañanera para hablar de un tema que no es de su responsabilidad directa, porque las funciones del jefe del Estado Mayor conjunto de la Defensa Nacional, de acuerdo con el artículo 22 de la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea, son técnicas, operativas y de colaboración con el Alto Mando, que encabeza al secretario y es responsable de organizar, equipar, educar, adiestrar, capacitar, administrar y desarrollar a las Fuerzas Armadas de tierra y aire.
López Obrador hizo que Trevilla respondiera una pregunta sobre la violencia en Acapulco, en donde tuvo que admitir que los delitos se habían incrementado en el puerto durante la recuperación del puerto que fue devastado por el huracán “Otis” en octubre, y que ha vivido una escalada de violencia este año -23 homicidios dolosos solo en la primera semana de julio- que llevó a la alcaldesa Abelina López a declarar el lunes que estaba totalmente rebasada y que sabía de lo que pasaba en la ciudad donde gobierna por las redes sociales, no por información que le suministraran las autoridades. En Acapulco está el Ejército y la Guardia Nacional, que como se quejó la alcaldesa, no le dicen nada.
El reporte que dio Trevilla era competencia del comandante de la Guardia Nacional, el general David Campos, quien sustituyó en enero pasado al general Luis Rodríguez Bucio, para tratar de revertir el desastre que hizo como responsable operativo de la Guardia Nacional. Rodríguez Bucio, que fue protegido del general Rafael Macedo de la Concha, el procurador general en el gobierno de Vicente Fox que quiso meter a la cárcel a López Obrador por el caso del desafuero, fue nombrado subsecretario de Seguridad Pública, lo que al final equivalió a su Principio de Peter. En algunas áreas del gobierno federal le adjudican a Trevilla la promoción de Rodríguez Bucio en el gobierno actual.
López Obrador colocó al general en una situación que debió de haberle sido incómoda. En la misma mañanera, escuchó informar a la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, que durante el primer semestre de este año, el promedio diario de homicidios dolosos se incrementó en 2% con respecto al mismo periodo del año pasado, convirtiéndose en la primera ocasión del sexenio que se registra un repunte. La responsabilidad y los fracasos son dardos directos a la Guardia Nacional, que pese a no estar legalmente integrada a la Secretaría de la Defensa Nacional, depende del Ejército, y en donde Trevilla juega un rol importante.
No puede asumirse que la presencia de Trevilla haya sido una promoción disfrazada del presidente, sino todo lo contrario: es un mensaje para quienes lo apoyan que no está bien evaluado en Palacio Nacional. La acción de López Obrador no resuelve la sucesión en la Secretaría de la Defensa, pero ayuda a ir disipando la tolvanera.