El costoso espectro radioeléctrico de México se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento, la competencia y la credibilidad en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), señaló un análisis del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés).
El análisis indicó que al tratar el espectro como una fuente de ingresos fiscales en lugar de como un pilar de la productividad, México corre el riesgo de desacelerar el despliegue de su red 5G, ampliar la brecha digital y desalentar aún más la inversión privada.
Consideró que la reforma del espectro ya no es una cuestión técnica: es una prueba para la estrategia económica de México y su compromiso con el T-MEC.
El análisis recordó que durante años, la política de espectro radioeléctrico de México ha priorizado los beneficios fiscales inmediatos sobre la competitividad a largo plazo. El espectro -la infraestructura invisible que transporta cada llamada, mensaje y transferencia de datos- debería ser un motor de crecimiento e inclusión digital. En cambio, se ha tratado como una fuente de ingresos más, mencionó.
Los cargos anuales recurrentes, contemplados en la Ley Federal de Derechos, han convertido el espectro en uno de los activos más costosos de América Latina, donde los operadores mexicanos pagan aproximadamente un 60% más que el promedio mundial, destacó.
El resultado es un mercado que recauda ingresos pero sacrifica el desarrollo. Las subastas no se concretan, los operadores renuncian a frecuencias y la inversión en redes se estanca. La decisión de Telefónica de devolver sus bandas entre 2019 y 2022 y la falta de licitadores en la licitación del IFT-10 son ejemplos claros.
El CSIS indicó que el modelo de precios de México se desvía notablemente de la práctica internacional. La mayoría de los países se basan en pagos únicos por subasta y modestas tarifas de renovación que reflejan las condiciones del mercado y los ciclos tecnológicos.
En México, los costos prohibitivos del espectro podrían representar un desafío aún mayor y frustrar la actual inversión multimillonaria del país para liderar el desarrollo de la IA. Por lo tanto, un régimen de espectro más competitivo sentaría las bases para la innovación, un mayor capital humano y una integración regional más profunda.
El análisis consideró que la administración Sheinbaum se enfrenta a una prueba crucial: determinar si considerará las telecomunicaciones como un motor de competitividad o como una herramienta de control fiscal y político.
La próxima subasta de espectro, que se anunciará en enero, ofrece una oportunidad idónea para hacerlo, indicó.
Reformar la política de espectro indicaría a inversionistas y socios que México pretende fundamentar su transformación digital en la transparencia, la previsibilidad y la competencia leal, señaló.








