Roberto Antonio Velázquez Nieto y Gabriela Cabrera Herbert
Estados Unidos históricamente ha presionado al gobierno mexicano para cooperar en el combate al crimen organizado y, por su parte, México a accedido en muchas ocasiones bajo la condición de no hacerlo público, sin embargo esta cooperación bilateral nunca ha considerado que las acciones de los delincuentes fueran calificadas como terroristas porque no han tenido objetivos políticos ni ideológicos.
Durante el periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador resurgió el debate en Estados Unidos de declarar a los narcotraficantes mexicanos como terroristas. pero este debate tiene antecedentes importantes a partir del 2006 cuando las organizaciones mexicanas de tráfico de drogas. Comenzaron a escalar su violencia. Un hecho relevante se suscitó en septiembre de ese año, cuando un comando armado arrojó cinco cabezas humanas a la pista de baile en un bar en Uruapan; posteriormente, en 2008,aconteció el lanzamiento de dos granadas de fragmentación durante las celebraciones durante el día de la independencia en el zócalo de Morelia.
Debido al incremento de la violencia del narcotrafico en Mexico durante esos años, durante la administración de Barack Obama, la secretaria de Estado Hilary Clinton, declaró que se les podría equiparar con las organizaciones colombianas insurgentes de la década de 1980 y que sus actividades eran similares a grupos terroristas, y posteriormente, el congresista republicano de Texas Michael Mc Caul propuso una iniciativa para que seis organizaciones criminales mexicanas fueran incluidas en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado.
La presión en los Estados Unidos para declarar a estos narcotraficantes como terroristas ha estado presente desde entonces, la interdependencia ha sido compleja como resurge este debate de la seguridad nacional a partir del 2019, y como durante la administración de AMLO se evitó la correlación entre narcotrafico, crimen organizado y terrorismo por la política de “abrazos no balazos” con la administración de Trump y Biden.
Pero ahora con la elección de Trump en la Presidencia la interdependencia y cooperación entre los dos países en materia de seguridad nacional exponencialmente se polarizó.
Con los nombramientos que hizo en su equipo, Stephen Miller y Tom Homan son los más duros y crueles en materia de política migratoria y seguridad nacional.
Con las declaraciones en una conferencia de prensa el pasado miércoles del embajador de los Estados Unidos en Mexico Ken Zalazar quien señaló: “La política de abrazos no balazos del ex presidente Andrés Manuel López Obrador fracasó”. El diplomático sostuvo: “que el mayor problema que enfrenta Mexico es la inseguridad y la administración de la Presidenta Claudia Sheinbaum ya no debe culpar al pasado ni a otros países de la violencia que sufren los ciudadanos.” El embajador aseguró que su “país ofreció 32 millones de dólares en ayuda a Mexico para mejorar las instituciones de seguridad y pese a que ya había sido aceptada fue congelada”.
Ante este sombrío panorama con nuestro vecino del norte la actual administración y gabinete de Claudia pareciera ser que está pasmado y congelado. Tendrá un interlocutor que respete Trump y su equipo, porque nadie en su gabinete, parece tener el acceso o la capacidad para ello.Si no lo tiene debe encontrarlo de inmediato porque está perdiendo tiempo para incidir en lo que están planeando en materia de seguridad nacional, porque de otra manera empezará su relación con Trump con una derrota y solo reaccionando a lo que haga.
Porque ahora según dice el presidente electo de los Estados Unidos Donald Trump. “Son los carteles los que administran Mexico, pueden quitar a un presidente en 2 minutos”