Hablemos de números. Es importante tener en cuenta, antes de seguir atendiendo los llamados para vestir a la moda y estar en tendencia, saber que la sola producción de ropa, representa el 10% de las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) a nivel global, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La industria textil es de las que más agua utiliza y contamina, ya que consume aproximadamente 93 billones de litros de agua a nivel global, una cantidad enorme que nos está restando a todos. National Geographic en sus cifras, nos indica que una sola playera de algodón, requiere 2700 litros de agua para su producción. Además, la ropa hecha de poliéster y otras fibras sintéticas, es una fuente importante de contaminación por microplásticos, que son producidos por el desgaste de los textiles sintéticos y, que son particularmente dañinos para la vida marina. Los textiles representan una quinta parte de los 300 millones de toneladas de plástico, que se producen en todo el mundo cada año.
Solo una pequeña parte de lo que se produce se recicla. Más del 80% de la fibra total utilizada en la producción de ropa, se incinera o se envía a vertederos. Numerosas marcas, realizan prácticas como la destrucción de productos no vendidos y, el envío de montones de ropa a vertederos, que promueven condiciones laborales de explotación y peligrosas para los trabajadores. Sin embargo, debido a los numerosos impactos negativos de la industria textil, sobre el medio ambiente y las condiciones de explotación laboral, durante la última década, la sostenibilidad se ha convertido en un foco importante para las marcas de moda, logrando que el second hand o uso de prendas de segunda mano, llegara para quedarse.
Hoy se puede encontrar prendas de segunda mano en bazares, a través de redes sociales, tianguis e incluso en línea. Entre el año 2021 y 2022, GoTRENDIER una plataforma de venta de prendas, zapatos y accesorios en línea, informó que su plataforma alcanzó a 2.3 millones de usuarias que vendieron y compraron ropa de mujeres y niños, lo que también aportó a la independencia financiera de vendedoras en todo el país, con la venta de 1.5 millones de prendas. Según información de la plataforma especializada en este tipo de intercambios, este comercio ha generado cerca de 7.3 millones de usuarias que venden ropa de segunda mano, lo que supera a la población de algunos países en el mundo.
Cálculos de esta misma empresa señalan que, al extender el tiempo de vida de estas prendas, este negocio ha logrado ahorrarle al planeta 26.8 mil millones de litros de agua; 10 mil 400 toneladas de CO2 y, 764 toneladas de residuos. Otro beneficio, es que los consumidores de la plataforma, han ahorrado 5 mil millones de pesos en compra de ropa, además de darle la oportunidad de tener un ingreso extra a usuarias en todo México, quienes han publicado más de 6.2 millones de prendas en línea.
En general, el aumento del consumo de prendas de segunda mano puede tener un impacto positivo en la economía, ya que fomenta el ahorro, la sostenibilidad y el crecimiento económico local. Por ejemplo, al comprar ropa usada en lugar de nueva, los consumidores pueden ahorrar dinero y destinar sus recursos a otros gastos. Muchas tiendas de segunda mano, son pequeñas y locales, lo que significa que el dinero gastado en ellas se mantiene en la comunidad, en lugar de ir a grandes cadenas. También, al reutilizar la ropa en lugar de desecharla, se reduce la cantidad de residuos que se generan, lo que puede mejorar el medio ambiente y reducir los costos asociados con la gestión de residuos.
Por otro lado, hay muchos factores que contribuyen a la inflación, entre ellos la oferta y demanda de bienes. En este sentido, muchos expertos y economistas, han planteado estrategias para combatir la inflación nacional de 7.8% la cual nos afecta a todas y a todos; y es muy curioso, porque todas tienen el común denominador de disminuir el consumismo, es decir, no comprar lo que no necesitas, y no gastar más de lo que puedes. Por ello, al aumentar la oferta de ropa usada, se reduce la demanda de ropa nueva, lo que puede disminuir los precios y tener un efecto positivo en la inflación… Simple de decir, pero no de seguir.
Debido a los impactos negativos de la industria de la moda, es importante el promover y practicar hábitos de consumo ético y sustentable, partiendo de la información como herramienta principal para generar un cambio, y que las marcas acerquen a los consumidores a nuevas opciones de consumo.