Ninguna contienda electoral del México contemporáneo ha encendido tantas alarmas como esta que vivimos. Además de que estas serán las elecciones más peligrosas de nuestra historia (el número de aspirantes y candidatos asesinados sigue en aumento), también son unas en las que está en juego la vida democrática misma.
Me resultaría muy chocante y sobre todo maniqueo sostener que de un lado se encuentra el mal y del otro el bien, pero es un hecho que la victoria de una de las coaliciones que se disputa el poder –Morena y sus aliados– representa claramente la intención de acabar con el juego democrático.
Ellos, por supuesto, alegan que la verdadera democracia comenzó con la llegada de López Obrador a la Presidencia y que la profundización de esta sólo será posible con el arribo de Claudia Sheinbaum. Pero si examinamos una a una sus propuestas a la vista (más aquellas que implícitamente defienden, aunque no las expongan) es inevitable encontrarnos con buena parte de aquellas cosas que Timothy Snyder nos advirtió en su libro Sobre la tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX (Galaxia Gutenberg, 2017).
Hace unos años, cuando se comentaba por primera vez el contenido de este libro, muchos seguidores del régimen señalaron que era una exageración y un despropósito vincular su contenido con lo que empezaba a suceder en México. Eran los comienzos del sexenio de López Obrador y la esperanza y credulidad de muchos era enorme. Ahora, cuando el final se acerca y los balances netos (no los que se desprenden, por ejemplo, de las ayudas y dineros repartidos clientelarmente) van quedando al descubierto, asociar las advertencias de Snyder con lo que nos ha ocurrido es perfectamente realista. Echemos un vistazo a algunos de los temas que Snyder abordó y díganme los atentos lectores si nos equivocamos en relacionarlos, entonces y ahora, con el gobierno de López Obrador.
Snyder dice que hay que defender las instituciones. “Las instituciones no se protegen a sí mismas. Caen una tras otra a menos que cada una de ellas sea defendida desde el principio”. Eso fue lo que hemos hecho muchos ciudadanos frente al asedio al que han sido sometidos el Instituto Nacional Electoral, la Suprema Corte de Justicia o el Instituto Nacional de Acceso a la Información. Y pese a las movilizaciones multitudinarias algunas de estas instituciones han sido tomadas parcialmente con el mayor descaro. Están por caer y sin duda caerán si Claudia Sheinbaum, quien comparte la agenda contrainstitucional de López Obrador, llega a la Presidencia con mayoría en el Congreso (y tal vez sin esta).
Miro la grotesca playera que promueve Morena con una Santa Muerte y la estúpida leyenda “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”, y no puedo pensar sino en lo que decía Snyder: “Los símbolos de hoy hacen posible la realidad de mañana. Fíjate en las esvásticas y demás signos de odio. No apartes la mirada ni te acostumbres a ellos. Retíralos tú mismo y da ejemplo para que otros también lo hagan”. ¿Es una exageración decir que hace apología de la violencia? ¿No debería recordarnos el mensaje de esta playera a los fascistas que gritaban “¡muera la inteligencia, viva la muerte!?”
El encantamiento inicial de López Obrador ha pasado. Una buena parte de quienes votaron por él en 2018 no lo harán por su candidata el próximo 2 de junio, pero son todavía muchos los hechizados, aquellos que renunciaron a la realidad para ver solamente lo que querían ver y escuchar únicamente lo que era de su agrado. En ellos sí que hizo efecto lo que señalaba Snyder: “La verdad muere de cuatro maneras (…) La primera manera es la hostilidad declarada a la realidad verificable, que asume la forma de presentar las invenciones y las mentiras como si fueran hechos. El presidente [Snyder se refería a Trump, pero no veo diferencia alguna con AMLO] lo hace con enorme frecuencia y a toda velocidad […] La segunda manera es el encantamiento chamánico. Como señalaba Klemper, el estilo fascista depende de la “repetición constante”, diseñada para hacer plausible lo ficticio y deseable lo criminal […] La siguiente manera es el pensamiento mágico, es decir, la aceptación descarada de las contradicciones” [tener un sistema de salud como el de Dinamarca o confiscar las pensiones de los mayores de 70 para ponerlas en un fondo donde se sumarán las “ganancias” (¿?) de obras como AIFA, Mexicana de Aviación o el Tren Maya].
“La última manera [que bien puede ser la primera, si vemos el caso de México] es la fe que se deposita en quienes no la merecen”. Esa fe, traicionada, evidenciada una y otra vez como autoengaño, sigue sin embargo presente en muchos de los seguidores de Morena. Y como toda fe, no podemos esperar que se nutra de elementos racionales.
En fin, que hoy no parece nada exagerado ver el caso mexicano a través de una lectura como la de Snyder. El “segundo piso” de la llamada Cuarta Transformación puede arrasar, sin duda, con el piso democrático que construimos en las últimas décadas. Y otra vez Snyder nos recuerda algo que debemos tener presente al ir a votar este 2 de junio: “Los partidos que rehicieron estados y eliminaron a sus rivales no fueron omnipotentes desde el principio. Se aprovecharon de un momento histórico para hacerles la vida imposible a sus adversarios. Así pues, apoya el sistema multipartidista y defiende las normas de las elecciones democráticas”.
Esa es la última esperanza que tenemos: que la gente, nosotros, todos, salgamos a votar y evitemos volver al régimen de partido único, el del “carro completo”, el del presidencialismo omnímodo y la ausencia de reglas democráticas.
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez