JUEGO PROFUNDO
Para muchos aficionados millenials la historia de sus equipos se resume a los últimos años llenos de mercadotecnia y redes sociales; todo pasa tan rápido que lo que sucedió hace 6 meses ya es considerado viejo para ellos. El bombardeo de información nos satura y no nos detenemos a saborear esos detalles, esas cosas sutiles que le dan belleza al futbol. Ignoramos a esos jugadores y personajes que le dieron alegría y grandeza a la historia de nuestros equipos, y esta semana, con el fallecimiento de Batocletti no encuentro un mejor momento para honrar a un histórico del futbol mexicano y para recordar su llegada al cuadro felino.
Definitivamente, la historia de Los Tigres no se puede entender sin el paso de Batocletti en sus filas. Desde su llegada al club en 1977, el argentino se distinguió por ser un líder en la defensa central del equipo felino, con él liderando la defensa, el equipo consiguió sus dos primeras ligas. Osvaldo Batocletti “Bato”, Nació en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, el 22 de enero de 1950, siendo el menor de cinco hermanos, desde los 12 años tuvo que trabajar para apoyar en cubrir las necesidades familiares. Nunca pensó en ser futbolista; en su pueblo natal existía una empresa textil que patrocinaba a un equipo y ahí fue donde de la mano del “Negro” Arias, empezó a dar sus primeros pasos en el futbol. En 1968, José Santiago, entrenador del Racing de Avellaneda, le pidió un equipo de chicos al “Negro” Arias a fin de ir a jugar un partido a Buenos Aires contra un equipo de tercera división y el cual perdieron 1-0, pero se ganaron un sándwich de jamón y queso así como una Coca-Cola chica en envase de vidrio. “Con eso estábamos felices”, menciono Batocletti en mas de una ocasión.
–Curiosamente fue la única vez que jugué como lateral derecho porque ya había dos buenos centrales – recuerda Osvaldo Batocletti–. Y aunque yo era el que menos posibilidades tenía de ser seleccionado, fue a mí al que me pidieron que regresara a probarme en el club Racing y finalmente jugar en la quinta división, al grado de que muchos dudaban y decían: “¿Batocletti? ¿Pero cómo, si hay otros mejores que él?”
El Racing le abrió las puertas y en un juego contra Los Andes en 1970, hizo su debut en el primer equipo: a los 20 años de edad debuto en la defensa central con tan buena fortuna, que anotó su primer gol a otro conocido del futbol mexicano: Ricardo Antonio Lavolpe. El que nadie confiara en él y a pesar de eso llegar al máximo circuito, lo marco de por vida, por eso en múltiples platicas motivacionales, siempre recalcaba: “No pidan milagros; provóquenlos, acuérdense que a veces suceden cosas para que sucedan casos”. En 1974 fue contratado para venir al club León donde estuvo por dos años y medio y fue hasta 1977 donde por su calidad como defensa, el equipo Monterrey, se empeñó en contratarlo junto a Walter Daniel Mantegazza. Y así el club rayado, empezó las gestiones con el club Leon por ambos jugadores. En una entrevista, “Bato” recordaba: –Estábamos siempre pegados al teléfono en casa de Mantegazza para ver el desenlace de la negociación entre el Club Leon y los Tigres, e inclusive Gómez Collado (directivo del Monterrey), daba por hecho que llegaríamos a Rayados y nos invitó a jugar un amistoso con el Atlético de Madrid, pero el club León no nos dejó porque no se había firmado el contrato del traspaso.
Y cuando parecía que todo estaba arreglado, el director técnico de los regiomontanos (el chileno Fernando Riera) se opuso a la operación. No quiso en su escuadra ni a Batocletti ni a Mantegazza. La operación de traspaso se cayo. Pero, a los pocos días, Gómez Collado renunció a la directiva del Monterrey y fue contratado para hacerse cargo de los Tigres de la UANL, y entonces, como primera operación, planteó la posibilidad de contar como refuerzos a Batocletti y Mantegazza. Y sí. La aceptación fue inmediata. Sólo que ahora el Club León pedía mil dólares más y el Club Tigres se resistía a autorizarlos. En el estira y afloja se iba el tiempo y el cambio de equipo parecía nuevamente desvanecerse. Fue entonces cuando ambos jugadores llegaron a un acuerdo que le plantearon a Gómez Collado: “Mire, ingeniero” –le dijeron–. “Quítenos 500 dólares a cada uno y déselos al León para que no haya problemas”. Así, con ese desprendimiento que significaría mucho en la carrera de Batocletti inicio el romance con Tigres. Definitivamente, era otro futbol.
Anécdotas de todo tipo dejo Osvaldo en su paso por los Tigres, incluso cómicas y de amistad, de esa amistad que solo te da el futbol; solo por recordar alguna: A su llegada a Tigres, Batocletti lucia una abundante cabellera que a todas luces era falsa. Osvaldo desde su juventud fue calvo prematuro y eso le generaba mucha inseguridad y por ello, usaba un peluquín que mantenía sujetado a su cabeza con una cinta demasiado apretada que siempre le traía dolores de cabeza. Hasta que un día, en la recta final de su carrera, cansado de ello y con mucho esfuerzo, tomo la decisión y dejando a un lado la vergüenza, decidió dejar de usar el peluquín y salir a la cancha mostrando su calvicie. Bato se sentía muy inseguro por la posible reacción de la afición y se lo comunico a su compañero y amigo Tomas Boy. Era bien sabida su estrecha relación de amistad, así que, cuando Tomas se entero de esto, no dudo en cortarse el cabello antes del partido y salir junto con su amigo con la cabeza rapada en señal de solidaridad. Desde entonces a Bato ya no le preocupó más su look. ”Tomás fue el único que me hizo segunda”, dijo Batocletti
Batocletti también tuvo un paso por Queretaro como DT, desafortunadamente sin mucho éxito, pero esa es otra historia.
Campeón de liga dos veces con el cuadro felino, visor y entrenador de fuerza básicas y Campeón de liga como DT con el cuadro femenino de Tigres; Batocletti deja el estandarte muy alto en cuanto a legado futbolístico y personal en el club. Un extranjero que abandono su terruño, convirtiendo a Tigres en su casa, es el ejemplo claro de lo que debe aportar el jugador extranjero que llega a México.
Siendo fiel a sus principios, Batocletti se gano el respeto de propios y extraños. Futbolistas como él, deben ser referentes obligados de las crónicas futboleras cuando se recuerden los tiempos en que se tenía pleno amor a una camiseta.
De esos extranjeros en nuestro futbol queremos mas.
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