La pandemia no nos ha quitado todavía el modo de andar, pero ya tuvo su repercusión en la forma de saludar. No es un asunto menor el saludo, pues es lo primero que hacemos cuando nos encontramos con una persona, antes de que pudiéramos pensar en hacer otra cosa, saludamos. Incluso la forma de saludar es una brújula de cómo seguirá ese contacto humano. En el saludo le calamos el agua a los camotes de cómo vendrá ese primer acercamiento; analizamos de qué lado masca la iguana para preparar una respuesta.
El saludo está cargado de simbolismo. Ortega y Gasset hace mención al saludo romano: “Salve”, que significa el deseo de que el interlocutor tenga salud. En una región de África el saludo era: “¡Salud. Salvaje bestia!” que en nosotros hubiera sido motivo de un altercado, pero para ellos representaba un homenaje a las fieras de la selva, que gozaban de su pleno reconocimiento y admiración. En la India, afirma Ortega, el saludo más generalizado por la mañana es: “¿Ha tenido Usted muchos mosquitos esta noche?”. Una forma un poco barroca de nuestro saludo: “Buenos días”. Mi entrañable amiga la China Mendoza decía que el saludo más común en la gente del Bajío, era: “¿Quihubo?”, que desglosado es el “¿Cómo le hubo a Usted?”.
En la Alemania Nazi había el saludo especial al líder, era con el brazo extendido en forma diagonal y todos los dedos de la mano juntos y extendidos: “Heil Führer”. Hitler respondía levantando el brazo hasta el hombro y la mano extendida hacia atrás; “Heil”. El saludo masón es todo un protocolo complicadísimo, pletórico de matices. Cada grado tiene su propio rito de apretón de manos y son 99 grados. Sería interesante saber cómo han resuelto los masones su saludo ahora que los roces con la piel están satanizados. Se dice que Marilyn Monroe al conocer a alguien le besaba en la mejilla y le decía: “Salud y dólares”
Al parecer todavía no predomina una forma de saludo, simplemente no se ha logrado imponer ninguno. Todos parecen distinguirse por un contacto físico rápido y hasta brusco. Algunos lo hacen cerrando el puño y golpean el puño del otro. Tengo amigos que prefieren encoger el brazo y se lanzan a tocar el codo de la otra persona. Me parce en exceso tosco, hueso contra hueso y no cualquiera, el más duro del cuerpo humano. Saludar en una reunión de esa manera pondría en riesgo el manguito de los huesos rotadores. Otros amigos se ponen de perfil, levantan el pie y con el empeine buscan el empeine del interlocutor, el problema es que tengo amigos con pésimo cálculo y me han dado en el huesito del tobillo que es muy doloroso. Un amigo me propone que si el problema está en el contagio con las manos, deberíamos de resucitar el baile de la lambada, que es colocar la pierna a la mitad de las piernas de la otra persona y que cada uno aproxime el tronco. ¡Qué calor! Personalmente he intentado un primer roce con las palmas, después de perfil golpearnos con la cadera. Tengo amigas con cierta contundencia corporal en el eje de flotación, cuando de perfil me golpean con la pelvis he salido disparado, perdiendo toda figura. Acepto propuestas de cómo saludar.