DESDE LOS BALCONES
En la década de los 40-50 del siglo pasado, en el mundo universitario, les llamaban conejos a las gentes de la derecha de entonces por ahí se expresaban y así se les continuó denominando pasado el tiempo, cuando en el mundo de la política oficial, algunos de sus elementos pasaron a hacer política bien sea dentro del PRI o en la oposición del caso, como sucedió con el Almazanismo, a donde militaron gentes como Arsenio Farell y quien después fuera gobernador de Nuevo León, Marcelino Farías, ya en plena época del Echeverreismo.
Carlos Urzúa, ex secretario de hacienda, aparece hoy alineado con la derecha patronal (coparmex) al lado de Claudio X González, beneficiario de alguna de las privatizaciones de la Industria del Papel, que ante fuera del gobierno federal, entre otros señeros personajes de la derecha.
A cual más, a cual menos de los personajes que le acompañan en esta aventura común de crear un bloque de “altos dirigentes”, sacados de aquí y de allá, un espeso agregado de individualidades que han vegetado del Estado de Derecho y de los recursos públicos mediante el contratismo, pero de esto no dice mayor cosa el ex secretario de hacienda de AMLO.
El último de los escritos de colaboración en un diario nacional. Carlos Urzúa se reduce a titular así sus tesis hacendarias, si así puede llamárseles a sus desacuerdos y prejuicios financieros que expone de manera escueta y resumida; él mismo así lo titula: “Lo que se puede y no se puede recortar” y parte de un total de 5.4 billones de pesos, para luego pasar a deducir las partidas presupuestales y sus montos principales.
Dice, por ejemplo, “imaginando” (tal es su objetividad financiera) que por instrucciones digamos, la oficina de la Presidencia, le informan de improviso que hay que descontar 58 mil millones de pesos del presupuesto. “…..y bien sé, seguiría usted pensando que ese porcentaje (1 % del total) se puede fácilmente ahorrar en las adquisiciones públicas, dado que todos sabemos (¿quiénes son todos?) que en los sexenios anteriores pedían moches no sólo del 10% (los llamados diezmos), sino hasta el 20 ó 30 %.”
“Lo de los moches es eminentemente cierto, escribe Urzúa, pero, me temo, eso no le sirve mucho para el recorte. Permítame detallar, sigue escribiendo Urzúa, en lo que resta de esta columna el porqué. Para empezar, de aquel monto exorbitante debería usted sustraer lo que se conoce como gasto no programable. Es decir, el gasto que no puede tocarse porque ya está comprometido de antemano.”
En otra pequeña parte de largo escrito, Urzúa escribe: “…usted debería también considerar el GASTO IRREMEDIABLE Y CRECIENTE DEL PAGO DE PENSIONES…” ¿Por qué adjetiva de irremediable y creciente el pago de pensiones? Cosa que no dice lo mismo del pago de la deuda externa pública y privada de México. ¿Ese rubro no le resulta irremediable y creciente al ex secretario de hacienda? Toma de la realidad lo que le acomoda y le resulta útil a los cuestionamientos que, solapadamente, lanza contra el gobierno que lo nombró y del cual desertara para unirse a personalidades con una trayectoria más cuestionada que los mismos moches a que alude, pensando, desde luego.
Son débiles y tibios los cuestionamientos del Ex Secretario de Hacienda, pero con ello y de lo que se trata, en verdad, es de sembrar dudas y llevar agua al molino de la derecha en donde ahora despacha moliendo el nixtamal a conveniencia del gasto público.
Le van a festinar sus escritos y colaboraciones en El Universal. ¡Qué bueno que así sea! A eso se va reducir toda su labor política del futurismo en que se halla montado, por ahora; ¿por qué mejor no nos habla de las bases ideológicas y políticas del grupo que busca “un México que todos queremos, que todos amamos y mil subjetividades y lindezas verbales, como la única forma de disfrazar un fascismo que ya esgrimieran algunos de los individuos señalados de ese grupo, a la hora en que se discutió la famosa Reforma Energética que iba a traer un mar de capitales foráneos y, lo que único que se lograra son unas cuantas concesiones del subsuelo marino y que bien podrían ya considerarse capital ficticio accionario, como el endeudamiento que obtuvieron los personeros del aeropuerto de Texcoco. Pero de esto no nos dice nada que pensemos el afamado economista Carlos Urzúa, hoy improvisado de muy regular periodista y peor doctrinario de cifras sueltas, supuestamente financieras. ¡Ah qué personajes da el oportunismo de tan ficticia y breve oposición de derecha! ¡CONEJOS Y NADA MÁS, ASI SE LES LLAMÓ! Acertadamente.