DESDE LOS BALCONES
Digamos que Genaro García Luna se halla en primera base; que renunció a su derecho de audiencia ante el tribunal de Dallas y que de esa manera sin más trámite queda sometido a la jurisdicción del Juez que va a ocuparse de su causa en Nueva Jersey.
Ahí se determinará la litis penal a que quede sometido. Bien sea que se declare “culpable” o “inocente”, sin que se sepa si un supuesto u otro es potestativo o discrecional por parte del juez, o es una opción del enjuiciado adoptar una u otra situación jurídica.
El diferendo judicial de GGL va para largo. Se marcarán plazos para la primera audiencia y varios protocolos que han de satisfacerse, para darle formalidad legal al juicio respectivo, sean cuales fueren las condiciones de responsabilidad o de inocencia en que se sitúe la causa.
Parecería que esto enfría la condición jurídico penal y política en que está inmerso el otrora poderoso funcionario mexicano.
Mientras tanto la clase política mexicana, en todos los frentes, pareciera asistir a un duelo de pitcheo en un juego de serie mundial incierto y reñido; pero de que este juicio de corte binacional, por las dos economías involucradas, hará época sea cual sea su desenlace, ni dudarlo.
Ha habido otros diferendos internacionales no iguales, pero parecidos. Augusto Pinochet protagonizó notablemente uno de ellos, por las fuerzas internacionales que se involucraron de un lado y otro, acusándolo y defendiéndolo; de un lado estuvo Margaret Thatcher, primer ministro de Inglaterra, que devolvió el favor por su solidaridad en lo de las Malvinas, lo mismo que el Papa, y el Juez Garzón español, cada quien jugando su propio rol político internacional.
El general Antonio Noriega, de Panamá, es otro caso de gran interés y de controversia internacional, pero sin los rasgos nacionales tan particulares que reviste el presente asunto que involucra, quiérase que no las relaciones entre una potencia como EU y un país vecino clave para los intereses globales en este Continente.
Miguel Cavallo, el argentino torturador que vino a México, traído por Ernesto Zedillo y que luego fuera sorpresivamente detenido en Cancún en vuelo a Argentina, es otro caso que más se le parece a GGL, por su involucramiento sangriento en una guerra intestina de su propio país.
Pero la singularidad delictiva en que se halla involucrado el Jefe de la Seguridad Nacional mexicana a largo de al menos dos sexenios, no tiene parangón alguno por más que se le busquen afinidades y perfiles comunes; aquí las analogías y las forzadas identidades salen sobrando. Uno no es igual a otro, ni al resto de los casos enumerados.
Mientras tanto unas y otras fuerzas se alinean a un lado y a otro de la causa de GGL, lo mismo en la negociación del T-Mec, que en lo del tren maya; el caso es combatir e impugnar a AMLO, case o no case, No tienen mejores causas y menos argumentos para significarse como oposición en declive y bancarrota total. Eso y más demuestra que la derecha de dos sexenios, acaso tres, personificaron un desastre social, económico y político sin precedentes en la Historia de México.