DESDE LOS BALCONES
Hace un año, como reza la canción, el país entero, la nación, sobre todo el pueblo, esperaban un “milagro” político y ocurrió; pero sucede que solemos confundir las ilusiones con la realidad y, cuando nos encontramos con esta última, no la queremos reconocer o esperamos de ella más de lo que la historia no ha realizado todavía.
ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, llego al poder empujado por el pueblo popular: agrario, obrero, clase mediero, etc., arrastro una masa social de inconformidades descomunales, igual que lo acontecido a don Miguel Hidalgo, que de pronto le siguieron por aquel entonces más de 80 mil peones y labriegos, la población total de México, apenas alcanzaba quizá en 1810, unos 3 y pico millones de habitantes, ¿cuánta masa adulta podría formarse en aquella vasta superficie de entonces, casi despoblada? TOADAVÍA LA HISTORIA LE RECLAMA A DON MIGUEL HIDALGO, NO HABER TOMADO LA CAPITAL DE LA REPÚBLICA, LO MISMO LE PASO A ESPARTACO, EN ROMA, que le dio la vuelta de regreso a su revuelta de esclavos, y vino a terminar en la suela de bota de la península Italiana, buscando una salida hacia Sicilia.
Al Presidente Andres Manuel le reclamamos y le exigimos mil cosas, hasta que no cuelgue en los postes del Zócalo a los depredadores de la economía nacional.
Algunos “compañeros de viaje”, que siempre se suman al carro triunfal y otros que están a la espera, exigen absurdos, que tome decisiones absurdas y precipitadas, como de exigirle que se enfrente al Presidente Donald Trump, como si las contradicciones del imperialismo norteamericano fueran un asunto exclusivo de México y no de la economía mundial.
El país entero observa y escucha, como los asistentes a las conferencias “mañaneras” en Palacio Nacional, apenas este miércoles le pedían al Presidente AMLO, que hiciera justicia contra los defraudadores del país; tal petición, como casi todas, aun las que salen de la boca de algunos legisladores de toda la vida y de algunos de sus colaboradores, en realidad “compañeros de viaje”, a los que se les queman las habas por ascender al poder ellos mismos o se creen iluminados.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador, con los pies en la tierra, explica y vuelve a explicar que él no es partidario de venganzas y el numeroso grupo de los inconformes que quisieran verlo haciendo purgas y patíbulos, se miran decepcionados o fingen estarlo porque la conducción del poder en México, no imita a Robespierre, cuando simplificó la Revolución Francesa “Burguesa” a un proceso de terror que no condujo al final de cuentas más que al regreso de la contrarrevolución borbónica y Orleanista, que luego iba a verse sacrificada y ensangrentada en La Comuna de Paris, donde se inmoló a miles de parisinos pobres y obreros de los talleres nacionales franceses.
Los agraristas de Emiliano Zapata, le exigieron a Madero que se plegara a un programa agrario de reparto de tierras prematuro, tal y como el general Lucio Blanco hiciera con una hacienda de Félix Díaz, en Tamaulipas.
Casos históricos sobran, para probar que la cautela política del Presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque parezca lo contrario, es exacta y correcta dentro de las condiciones que atravesamos en el país y el mundo entero; más todavía cuando ese mismo lenguaje falso, excita y aconseja a cometer los mismos yerros de unos y otros, sólo para satisfacer impaciencias y voluntarismos subjetivos que nada valen.
¡Que no haga esto y aquello! ¡Que no se hinque ante Donald Trump! ¡Que defienda la dignidad nacional! Y todo eso lo dicen cuando eso mismo no se hizo para defender las fuerzas productivas: Petróleo, gas, ferrocarriles, banca nacional, ingenios azucareros, empresas aeronáuticas, carreteras y todos los embargos internos y externos con que dejaron amarrado de pies y manos a la Nación Mexicana.
Desde la prensa y los medios de comunicación que tenemos, surgen teóricos de la economía política; desde luego, teóricos de una economía vulgar, prolífica en sinsentidos y contrasentidos económicos que llevaron a Alemania, después del trata de Versalles, a caer en manos de un iluminado como Adolfo Hitler, un nazista redomado que incendió al mundo y quería devorar al mundo entero.
QUE BUENO QUE DON ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, contra los que algunos piensan, haya resultado un gobernante cauto, agitador sí, pero cauto e impulsor de reformas sociales que benefician a los jóvenes que estudian, a los viejos jubilados, a mujeres y hombres con más de 67 años, más de 8 millones de ellos.
¿Es poco? ¿Y poco a poco? Las dos cosas juntas, pero también libra una batalla interna contra la burocracia dorada de muchos sexenios, puso en suspenso la revisión de las concesiones del subsuelo marino, frenó el saqueo del carburante a lo largo de los oleoductos, que no es cosa poca y echo abajo grandes negocios montados especulativamente con respaldo a las rentas de los aeropuertos de la ciudad de México y recursos extraídos de Nacional Financiera y Banobras, etc.
Los que empujan en México contra Trump, simulan ser patriotas y poseer mil lindezas y virtudes altruistas en favor de los filibusteros de carne humana centroamericana. Eso dicen y eso predican en todos los tonos lastimeros, pero en verdad lo que defienden son sus parcelas de poder recién adquiridas, “como oportunistas y compañeros de viaje” de la 4ª. Transformación que los sacó de la impotencia y la mediocridad del discurso palaciego que lo mismo coincidía con Luis Echevarría, que con Vicente Fox y con Miguel Angel Mancera. Con parecidos declaracionismos se hundió Grecia, en la Guerra del Peloponeso, y los Polkos en México, que nunca se vieron las caras con el General Anaya, en Churubusco. AMLO GOBIERNA CON PIES DE PLOMO, CON APLOMO Y SIN COMER ANSIAS.