DESDE LOS BALCONES
La posición internacional del Presidente Andrés Manuel López Obrador, de prudencia y cautela, es correcta desde cualquier punto de vista y vamos a analizar porqué.
Ya hemos escrito antes en estas mismas páginas de Plaza de Armas, que el Presidente Trump no atacaría a Corea del Norte, por una cuestión concreta y simple, el más perjudicado sería su gran aliado comercial estratégico Japón; además de lo que significan China, Rusia y la India, entre otros enclaves del comercio mundial en esa región.
Hemos expresado igualmente que Venezuela no sería invadida y así ha acontecido a la fecha. Cuestiones regionales estratégicas de valorizaciones de capital mundial de capital así lo determinan y la política no es lo determinante sobre las finanzas mundiales, etc.
Analizamos que el régimen Sirio no caería, en los momentos que el entonces Presidente FRANCÉS HOLANDE, amenazaba con intervenir decisivamente. Lo disuadieron los misiles rusos lanzados desde el Mar Negro y el conflicto, si bien no está concluido, ha tomado derivaciones distintas.
Nuestro país es más importante en el campo de la economía mundial, entiéndase el comercio, valorización de capital norteamericano principalmente, entre otras cuestiones, que cualquier país del Continente Latinoamericano; desestabilizar a México de la forma que fuera, significaría entrar en una fermentación política de todo género, que alcanzaría todos los países sudamericanos y extra continentales
Hay quienes internamente resentidos, pretenden o pretenderían que el Presidente López Obrador, entrara en un desgaste internacional e interno, bajo señuelos subjetivos de toda índole; particularmente esto piensan quienes aspiraron a llenarse, todavía más, con tajadas del crédito público presupuestario y todo de lo que de él deriva.
Por otra parte, la política norteamericana se encuentra en un momento decisivo, cuando no crucial. Se está a punto o no de decidirse la candidatura para un nuevo periodo presidencial del Presidente Donald Trump y a quienes menos convendría tener un diferendo con su importante vecino, es al actual Presidente Norteamericano.
México es un país clave en todos sentidos, haciendo a un lado estadísticas, pronósticos e índices de desarrollo y cuantías de exportaciones e importaciones entre una nación y otra que, al fin de cuentas corresponden a la misma reproducción dentro del capitalismo imperialista en que estamos inmersos.
No hay riesgo alguno de catástrofe económica, social y política en México; tenemos problemas sí, pero con esas dificultades venimos caminando desde hace décadas.
Parece habérsenos olvidado el episodio cuando el Lic. Jesús Silva Herzog, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, se declaró sin medios de pago frente a nuestra relación económica bilateral. Salió el Secretario de Hacienda, pero la respuesta posterior del Fobaproa fue peor y, frente a eso, la oposición y los grupos que hoy gritan contra AMLO, se quedaron callados.
Personajes como los que hoy hablan de vasallaje y sometimiento no saben lo que dicen y lo hacen en abstracto con fines de notoriedad personal o de grupo, pero no más.
Hablan y hablan en abstracto sin ton ni son: que el general Cárdenas del Río y que el Presidente Rooselvelt, durante la expropiación petrolera, Sacan a colación los tratados de Bucareli, fuera de tiempo y lugar, desentendiéndose de las circunstancias y las condiciones internacionales que privaron entonces. Olvidan que en la década de 1920-1930, en EU ya se cernía una crisis y que la misma tuvo sus efectos en el comportamiento político del buen vecino hasta 1938 y años después.
Sólo un suceso internacional, para que nadie finja rasgarse las vestiduras y exija desplantes de heroicidad política al Presidente López Obrador: en 1918 Rusia, por ejemplo, tenía encima y a punto de derrumbarse totalmente frente al imperialismo alemán. ¿Qué hizo Lenin? Firmo el Tratado de Paz de Brest Litovsk con Alemania. ¿Quiénes se opusieron? Trotsky, Zinoviev, Kámenev, dos izquierdistas y una menchevique entre otros. Tuvo razón la dirigencia política de aquel país que, entonces, era un nación en su mayor parte feudal y con una población de 100 millones en su mayoría hambrienta y atravesando una de sus peores situaciones de hambre y carencias.
Cierto que, a algunos demócratas legisladores, plurinominales, les da por aplaudir a viejos personajes gastados del oportunismo sempiterno nuestro, que se autoerigen como campeones de un nacionalismo trasvasado ha mucho tiempo por un sinnúmero de desnacionalizaciones y entrega de nuestras fuerzas productivas que, esas sí, han debilitado a nuestro país. En conclusión: No habrá día 45, ni antes ni después entre México y EU, a pesar de la vocinglería informativa y desinformativa que nos azora o eso pretende.