DESDE LOS BALCONES
Ante la inminencia cierta de una movilización política al cumplirse un año del portentoso triunfo electoral del Presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha desatado un sinnúmero de señalamientos y denigraciones, a cual más a cual menos, lindantes en la histeria fascista.
Firman un desplegado a toda plana, como si fuera el directorio telefónico, una serie de personajes contradictorios entre sí y antagónicos, al menos así aparecían en cada justa electoral del reciente ayer, mismos que han bregado y bregan aún en la política nacional por lo menos desde hace 30 o más años.
¿Cuáles son sus banderas y sus consignas? Las del día, cualquier dificultad o problema momentáneo, más o menos de impacto, lo recogen para endosárselo al régimen venga o no venga al caso: el Presidente López Obrador es responsable de todo lo que sucede y lo que les disgusta. Póngase por ejemplo, la forma de combatir el robo de combustible, el hecho de cerrar el flujo de los oleoductos y el que se accidenten algunos de los pobladores hábilmente seducidos por las grandes saqueadores del energético y apoyados en la marginación y en las necesidades sociales de esa población.
Ahora traen el tema del Sargazo en la rivera de Cancún y Quintana Roo, como si el haberse apoderado de esos carísimos terrenos por parte de esos consorcios internacionales y trasnacionales; la servidumbre de su mantenimiento tuviera que correr a cargo del gobierno mexicano. Esgrimen la “ruina” artificial del turismo como si no se supiera los mecanismos financieros con que se pagan esos servicios en el extranjero y aquí mismo en nuestro país con igual destino descapitalizante.
Pero el sargazo marino corre en contra del gobierno, no la drogadicción y otras plagas que dañan y estragan la vida de la población más pobre que se ha arrimado a las márgenes doradas de esa industria que unos cuantos explotan y saquean a placer.
No paran y no pararán en la denigración política contra AMLO, bajo los falsos argumentos de que la crítica política de éste, es un discurso que divide y polariza y mil cuentos más de una pretendida división del país, como si la realidad heredada y que le otorgara el triunfo en las urnas, no fuera la misma de la de todos los mexicanos sin empleo, pobres, marginados y mal retribuidos, víctimas del terror del crimen que se abate principalmente contra nuestra juventud.
Ni D Anuncio, en Italia, o Papini, alcanzaron los extremos a que hoy llega el nieto del Emérito Maestro, don Jesús Silva Herzog, en uno de sus escritos aberrantes de este día.
Tampoco dos distinguidos maestros del irracionalismo alemán, llegaron a tanto, NIetzche y Shopenhauer, el último que llegara al extremo de situar su salón de clase en una Universidad alemana, como la única forma de combatir la fama y el brillo del genio del idealismo absoluto de Hegel, fracasando estrepitosamente, al extremo de quedarse sin alumnos, y aumentar la concurrencia del autor de la Fenomenología y de la Ciencia de la Lógica.
Andrés Manuel López Obrador es popular y lo seguirá siendo cada vez más a pesar de que le lluevan y abunden sus detractores; todos muy pequeños aunque se sientan gigantes; recuérdese nomas la fama de Benito Garibaldi, frente a la talla cierta de sus detractores como Gentile y el propio Benedotto Croce, nada pudieron contra aquél, como no fuera tornarse fascistas temporales y arrepentidos; esto mismo les va a pasar al listado telefónico de nombres de todo color que, a duras penas, se ponen de acuerdo para pretender atajar y detener en su acción constructiva. ESTO, POR AHORA.