DESDE LOS BALCONES
Carlos Urzúa, el ex secretario de Hacienda, jamás ha leído a Hegel, entre otras cosas, pero ni falta le hace; lo mismo le aconteció a Vicente Fox y a los que le siguieron el juego de la transferencia de recursos públicos a la acumulación privada de unos cuantos en cada uno de los Estados de la República.
Pero, ¿qué tiene que ver Hegel, el autor del sistema del pensar especulativamente y del idealismo objetivo? Este portentoso genio expuso, entre otras tesis, cómo el pensamiento crea su objeto de sí mismo, a través de la negación de sí y luego de ésta, nuevamente a la reversión a la conciencia, otro para sí, en donde lo que se sabe, no es exactamente como se conoce el objeto, y la propia conciencia de este modo de aprehensión de la realidad, ya es otra, no la misma conciencia primera de la certeza sensible.
El Panismo mexicano, se ha constituido en un sujeto objeto de la política nacional, a partir del sí mismo múltiple, nada singular, que les aconsejan adoptar sus ideólogos de esa sacristía secularizada clientelar y electoral.
Todo esto está y queda suficientemente demostrado y de manifiesto, como cuando de cualquier cambio de forma o de fondo que se intenta de la cuestión pública, logran montar portentosas campañas de prensa, opiniones, debates, no verdades reales, contra cualquier supresión de algunos de los agujeros fiscales, presupuestales, por donde se canalizan cientos de miles de millones de pesos, como lo son las deudas públicas de algunos de los sistemas estatales del Seguro Popular, deudas que responden a servicios contratados, no siempre proporcionados; así como compras de medicinas, no siempre entregadas, o acaso robadas simulando haber entrado en los almacenes.
Lamentablemente, tal vez el prodigioso Estado de Veracruz, al que tanto quiero, es un ejemplo ominoso de cómo se inyectaba agua en el tratamiento de cáncer, y una y mil tretas fraudulentas con empresas fachada que surgieron como suministradoras de medicamentos y equipo médico.
Por esto y por más están rabiosos los “beneficiarios” reales de todos estos trastupijes financieros, a expensas de la población del país, a la que universalizan, como receptores de atención médica hospitalaria, donde se decía que no se pagaba nada, porque todo lo pagaba el Estado Mexicano.
¿Por qué estos mismos apoyos presupuestales, no se concedieron a las instituciones ISSSTE, IMSS y a la propia Secretaría de Salubridad y por el contrario les saquearon, bancarizando, los activos de los ramos de pensiones de vejez y retiro, incapacidades y otros, que sumaron cientos de miles de millones de pesos, no devaluados todavía, para luego simular sufragar tales derechos con la misma moneda devaluada; mediando los intereses globales de esos capitales, mismos que jamás se equipararán sumando todas las individualizaciones de esas prestaciones.
Pero el ex presidente Fox, Zedillo y Calderón, pasando por Peña Nieto, vieron en esta confiscación de los dineros salariales y las cuotas pagadas por los trabajadores todos del país, una fuente de enriquecimiento privado, como Jesucristo no la viera nunca en la multiplicación de los panes y los peces bíblicos.
El mismo aeropuerto de Texcoco, por el que tanto lloran, se apoderó de grandes porciones de estos dineros, disque como financiamiento; en tanto valorizó los derechos a futuro del uso del aeropuerto de la ciudad de México, convirtiéndolos en valores accionarios, con lo que garantizaron a su vez, otros créditos, también especulativos, de las matrices especulativas de Nueva York y el Estado Mexicano iba a quedar empeñado por varios años en sus finanzas con intereses crecientes, multiplicados, a lo que al final accedió Carlos Ursúa, el nefasto secretario de hacienda nombrado y renunciante con AMLO, y hoy crítico de la “indecencia” económica iventada por él mismo.
El Seguro Popular de Fox, consume miles de toneladas peces oro, peces valor dinero ajeno capitalizado por otros; lo mismo que procesan las empresas “concursantes” vendedoras de medicinas, con precios monopólicos, pero que saben repartir beneficios con los funcionarios de la salud pública, y administradores intermediarios de estos procesos viciados.
¿Todo esto no lo sabe Carlos Urzúa, o Margarita Zavala, o quienes autorizaron las guarderías privadas de sus familiares, que luego fueron escenario de grandes tragedias, como la guardería ABC?
¿Quién no mete las manos en esta masa de dinero? ¿Cuál es el género, la cosa simple o la especie de este saqueo disfrazado de altruismo doliente ahora? Este es el choque del famoso seguro popular que nunca lo fue y el INSABE, concebido con el propósito de poner límite a los dineros escasos cuando ya no tenemos petróleo y hay “huachicol” a baja escala; pero sigue existiendo y todo eso lo saben los gobernadores panistas y congéneres. ¿A poco no? Diría por ahí algún queretano querendón ex presidencial.