DESDE LOS BALCONES
¿Qué beneficio se obtiene con quemar, o dejar que se incendie La Sierra Gorda?
La historia es otra cosa, es la verdadera antropología del hombre, escribe por ahí uno de los más notables teóricos de la crítica y la economía política; este mismo pensador dice que la historia es también la verdadera naturaleza del hombre; sino que lo digan las más grandes culturas de los pueblos más antiguos del mundo, de América y, desde luego, México por delante.
EL Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está ocupando los espacios políticos del país entero y el mundo ya fija su atención en él; sucede lo anterior, no porque las individualidades notables abarquen toda la historia, pero se echa mano de su imagen, de su personalidad y fuerza, porque en cierto tipo de dirigentes se condensan las aspiraciones y las necesidades del devenir histórico de una Nación, aunque debiéramos decir Pueblo.
Padecen una gran confusión y una ceguera política las élites que se empeñan en negar su propia realidad al revés y al derecho. AMLO NO SE INVENTÓ A SI MISMO, NO LO CREARON LOS GRUPOS OLIGARQUICOS, SINO QUE ES PRODUCTO DE LA DECLINACIÓN Y EL DESGASTE INTERNO E INTERNACIONAL DE LOS MISMOS, AL EMBARGAR LA FUENTES DE LA RIQUEZA Y DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA, OBJETIVADA EN EL PETROLEO, PRINCIPALMNTE, EL GAS, LA ELECTRICIDAD Y EL COMERCIO, LAS MINAS, LAS COMUNICACIONES DE TODO TIPO, DEJANDO TIRADAS A LAS FUERZAS DEL TRABAJO DEL CAMPO Y DE LA CIUDAD.
Cometen un grave error histórico, quienes se valen de esas de pretexto mil, pueriles casi todos, para cargarles las tintas al nuevo Presidente Mexicano, con uno de los respaldos populares más grandes pocas veces visto.
Francisco I Madero y Lázaro Cárdenas del Río, en menor medida Obregón y Calles, fueron y siguen siendo referentes históricos importantes del desenvolvimiento del México que hoy constituimos.
Pero Andrés Manuel López Obrador tiene el mérito enorme de haber ascendido al Poder Presidencial, realizando una tarea política movilizando a las masas populares. No hay municipio, ciudad importante o pequeña de México que no lo conozca directamente y no haya avalado sus pronunciamientos y compartido los objetivos sociales que traza: pacificar el país, frenar la violencia sin caer en extremos violentos y represivos, sino con la ayuda de todos los mexicanos.
Parecen ser tan descomunales los procesos de enriquecimiento de los grupos dominantes, que pareciera que se les olvidaron las necesidades de vivir y trabajar de más de 70 millones de hombres y mujeres. Esto es parte del basamento real de vida y acción política del dirigente nacional convertido en Presidente de la República, y no en administrador del crédito público en favor de una minoría que se le hace poco haberse apropiado el país entero: el agua, la tierra, la electricidad, los bosques y el trabajo intensificado altamente productivo jamás visto en el país.
La inercia de los valores accionarios financieros del capital mundial les hizo perder el sentido de la realidad, como si México perteneciera al gran Continente Africano o Asiático, tal y como si nuestro país pudiera ser la Sudáfrica, o el Vietnam colonizados de hace décadas.
La peor y mayormente extraviada oposición política padece nuestro país, como consecuencia del mismo subdesarrollo en que nos hallamos hundidos.
Sí, México tiene grandes posibilidades de desarrollo, por su estratégica posición geográfica al lado de una nación y de un gran pueblo como es el norteamericano; pero nos hemos empeñado en imitar el parasitismo que allá florece y no la ciencia, la técnica y la industria potentes que allá se desarrollan.
Nos seducen los espejismo del capital especulativo poderosísimo, al que sólo unos cuantos se pueden enganchar, pero no la Nación entera, no sus empresarios que en esa competencia mundial tarde que temprano serán barridos del mercado interno e internacional.
A grandes rasgos esa es la política de recuperación económica que se propone alcanza el Presidente Mexicano AMLO, pero quienes monopolizan la riqueza y el crédito, no todos, unos cuantos, se rehúsan a dejar de servirse del presupuesto nacional, como abastecedores de la intermediación mercantil a precios exorbitantes, además del desbalance monetario que se ha estacionado al menos en este trimestre.
México carga con una deuda multibillonaria de 11.5 billones de pesos. A Pemex, los bonos contraídos y los contratos leoninos le dejaron más de 100 mil millones de dólares de endeudamiento y se rehúsan a que se invierta en la explotación de nuevos yacimientos petroleros, ¿Por qué? Porque muchas de esas reservas competirían con el incremento productivo de Pemex y, eso, a los socios internos actuales y potenciales no les conviene que esto suceda en DOS BOCAS y en cualquier otra zona del Golfo de México. Ya abundaremos sobre el tema, mientras ellos se ocupan de tirarle tiros al Ganso de la Democracia Mexicana, AMLO. ¿Qué conseguirán con eso? Eso lo analizaremos.