DESDE LOS BALCONES
Surrealismo político: los comicios, el voto y los precios
Casi 90 millones de mexicanos que van a votar, algo esperan de los comicios; esperan que cambie la realidad social en qué vivimos, aunque gran parte de esta realidad no dependa de la mera voluntad. Pero la gente a votar, aunque sepa de antemano que muy poco se le respeta, que muy poco se le toma en cuenta dentro de las complicaciones nacionales y mundiales de la política económica.
Hasta la voluntad política de cada quien, de quienes la tienen y de quienes no saben realmente en qué pueda consistir esa voluntad individual, aislada, atomizada; soñamos sin embargo que algo puede cambiar, que algo tiene que cambiar en el mundo abstracto del poder político y de quienes manejan esos resortes.
Nada de lo social y lo político es para siempre y, aunque no se crea, a veces las masas cuentan y cuentan mucho como por ahí se dice.
¿Engañar la voluntad popular? Si ésta no estuviera soportada por una realidad económica que desmiente casi todo lo que se dice o se promete; creeríamos que estamos frente a un ritual que se practica como muchos.
Pero el voto y el salario, aunque no se vea, son dos premisas políticas que cuentan y cuentan mucho antes y después del voto. Este último es abstracto, invisible como el número, como la aritmética que sirve para medir cualquier cosa.
Sería muy comprometido, de alto riesgo, que sólo la voluntad de los dominadores contara y la del común de la gente no.
Cierto, la unidad reducida a un número, pareciera no contar ni en la cantidad total ni en la calidad de esos contenidos de voluntad popular; pero la política, la expresión de voluntad de las masas, si se me permite decirlo, es algo tan concreto y tan real que luego se manifiesta como cuando estallan los volcanes que no se ven y que vienen desde el centro de la tierra, son energía.
Que las masas se equivocan, también las élites y los grupos dominantes y, a estos últimos, nadie les reclama nada y siguen tan campantes como siempre dueños y señores de la situación.
Si no fuera por los esclavos de Grecia y de Roma, el mundo de la antigüedad no hubiera cambiado y se hubiera eternizado hasta ahora.
Nuestros campesinos y obreros están arruinados y es decir poco. Las clases medias de todas las ciudades ya ni se diga, mientras hoy de expiden decretos sobre el agua, para concesionársela al primero que la pida, aunque no tenga un receptáculo de gran volumen. Esto afecta los precios del mercado interno y externo tanto como la devaluación de la moneda y el salario; pero quienes lo hacen parecen ignorarlo todo, como si el sol capitalista descomunalmente ajeno pudiera existir sin la tierra o ésta sin el sol.
Así se relaciona el poder político y los votos a la hora de sufragar, antes y después de “haiga sido como haiga sido.” Pero como dicen que dijo mi general Obregón, vamos a ver de qué color pinta el verde; en este caso el voto, los precios y las devaluaciones. TODO JUNTO Y DE GOLPE.