DESDE LOS BALCONES
La amistad es siempre
Uno de los sentimientos sociales más arraigados y desarrollados del hombre, es la amistad. ¿Cómo surge? ¿Cómo se consolida con el tiempo? Yo no tengo definiciones ni preconceptos para esto de la amistad, sólo se existe y que se da como un vínculo entre los seres humanos, un vínculo de cordialidad y simpatía y en las comunidades rurales y en los pueblos, hay amigos que uno busca y, cuando menos lo espera, se da con un nuevo amigo sin proponérselo uno y otro. Esto me ha pasado con amigos campesinos que luego no vuelvo a ver, después de una larga plática en un paraje a la orilla de una carretera vecinal allá por Villanueva, Zacatecas, uno de tantos episodios amistosos.
En la Casa de Estudiantes donde viví algunos años, hice varios amigos que aún frecuento y que visito a menudo; uno de ellos, es de Valparaíso, doctor de profesión y ya viejos los dos seguimos hablando y platicando; otro vive en Jalpa, también doctor y muchos más que sabemos que viven y que son amigos.
La amistad es como los ríos, uno los encuentra y se detiene de vez en cuando frente a ellos. En la comunidad rural de Santa Inés, también en zacatecas, donde viví hasta mi adolescencia y en la ciudad de Guadalupe, también en Zacatecas, tengo amigos, muchos amigos, cuya frontera entre los conocidos y los amigos yo no podría delimitar.
Con los amigos Ramírez Alarcón y sus hijos, creo llevar una gran amistad con y sin el periodismo, casi por eso escribo y sigo escribiendo en Plaza de Armas.
Ahora que recuerdo mis orígenes de Cajista en una imprenta, fui amigo de todos los trabajadores, hombres jóvenes ya maduros y yo un muchacho de entre 11 y 12 años, pero hasta jugaba siete y medio con ellos, después de las horas de trabajo y los seguí frecuentando por muchos años, cada que regresaba de Durango, donde estudié la Secundaria en un internado de los fundados por Lázaro Cárdena del Río.
La vida estudiantil fue fértil en amistad con muchachos de toda la república, eso es lo que enriquece la vida universitaria, uno de ellos, recuerdo, Héctor de la Fuente, de Saltillo, fue quien me oriento sobre la lectura de Pablo Neruda y Juan Rulfo, cuestión que asocio a su amistas y que no olvidaré nunca.
Han fallecido decenas de mis amigos y el tiempo de la vida me dice que algunos todavía viven en alguna parte de Sinaloa y Sonora; de Michoacán hice amistas con Octavio Peña Torres, al que todavía le hablo y nos comunicamos de vez en vez, lo volví a encontrar años después como cercano colaborador del Lic. Carlos Gálvez Betancourt y como los vinos guardados. Volvimos a beber el agua dulce de la amistad.
Acaba de fallecer en el puerto de Veracruz, mi querido amigo Martín Chávez Méngüele, afectado del mal de Poot, como Gramsci, a consecuencia de una lesión en la columna de niño. Lo recuerdo siempre y me dedicó su tesis de doctor en Sociología de la Educación, lo quise mucho y lo seguiré recordando siempre.
Por eso sostengo que la amistad es un gran sentimiento social de relieve en la historia y para muestra de ello, recordemos la amistad de Carlos Marx y Federico Engels, el fraterno cariño que los unió en la lucha y las ideas, al grado que el último heredó, aparte de la tarea de editar la obra del primero, a la hija Eleanora a quien dejara todo su patrimonio. Amistad de esas hay pocas, pero se dan en cualquier latitud de la tierra; yo tengo amigos chilenos, argentinos, venezolanos, peruanos, bolivianos a muchos de los cuales tengo años de no ver, pero a los que recuerdo siempre.
¿Qué cosa es la amistad? No sabría definírsela, pero basta frecuentar alguna ciudad, pueblo o ranchería y le aseguro que a los tres días me levanto con un buen número de amigos nuevos. Esto pienso de la amistad en este 14 de febrero de 2019. Un abrazo a todos los “Armeros” como les nombro a mis más recientes amigos. Sea…