DESDE LOS BALCONES
El gran sigilo de la diplomacia vaticana
La prensa mundial, especialmente en Latinoamérica, no contrastaron los hechos y las circunstancias en que se da la visita del Papa Francisco a Panamá y la casi simultánea polarización, al menos diplomática o de falta de la misma, de la política norteamericana frente al gobierno de Venezuela.
¿Fue deliberado el endurecimiento regional de EU frente a Venezuela, ante la inminente visita del Santo Padre Francisco? Si no lo fue, pareciera que fue hecho a propósito. ¿Con qué fin? ¿Para asegurarse de que ninguna de las partes traspasaría la realidad geopolítica con acciones directas materiales de otra índole? Así transcurrieron los acontecimientos y el Jefe del Vaticano pudo transitar con su visita papal sin mayores aspavientos declarativos, sino hasta el final de dicha estadía en la tierra de Omar Torrijos.
Las derechas latinoamericanas se alborotaron todas al unísono, en un seguidismo orquestado de linchamiento político contra Nicolás Maduro, Presidente todavía de Venezuela. Ni siquiera los acontecimientos de Ucrania o de Grecia levantaron los ánimos declarativos de la mayoría de los Presidentes latinoamericano, con honrosas excepciones y excepciones deshonrosas de oficiosos políticos descontinuados, prestos a rubricar cualquier condicionamiento que se le ponga a los regímenes sociales que, a pesar de todo, todavía tienen presencia en el escenario mundial.
Está claro que EU, aunque parezca lo contrario, no está decidido a llevar las cosas latinoamericanas al extremo de lo que se ha hecho en el Medio Oriente y menos todavía que con Corea del Norte. Nada parecido sucederá con Venezuela, pues sería desatar un proceso social de vastos alcances pendiente desde hace lustros.
EU, todo parece indicar, no va antagonizarse contra Rusia, China, la India e Irán, por citar a algunos países distantes, por las cuestiones episódicas de carácter regional en el Cono Sur latinoamericano y con ello trazar un foso diplomático y político de gran agitación, en una franja del Continente que no tiene porqué entrar en disputa con el poder mundial económico vigente en Asia, Europa y parte del Medio Oriente.
Venezuela es una nación clave y sensible en el concierto mundial y no es fácil aplastarla y someterla sin consecuencias sociales y políticas fáciles de advertir y a flor de tierra. En esta misma realidad se encuentra Nicaragua, Bolivia, Cuba y el resto de los países centro y sudamericanos, aunque no se crea que esto es una realidad latente.
El régimen derechista de Brasil apenas se está “consolidando”; Piñera, de Chile, no las tiene todas consigo y lo propio acontece en Perú y Ecuador, para no hablar de Argentina que sigue jugando futbol con su actual gestor de Presidente y sus enfrentamientos internos.
El Papa Francisco dio una lección de gran discreción política internacional y desarrolló su programa de visita sin inmutarse por los acontecimientos que rondaban con fuego poco diplomático de los actores en cuestión que quieren comerse viva toda la historia de la Patria de Bolívar de un solo bocado.
Vemos difícil que ese muchacho de propaganda yanqui pueda imponerse en una realidad cuya mejor acción política es demandando el “intervencionismo” de la gran potencia del Norte.
¿Qué acaso no tiene problemas la economía mundial en sus propios centros de hegemonía? Tan sonó solitaria la política intervencionista que, en Davos, hablaron los invitados marginales latinoamericanos, en tanto los grandes poderes financieros que habitualmente concurren a Suiza, brillaron por su ausencia, a no ser por la subrepticia estadía de algún ex prófugo de la política mexicana descontinuada, que hasta por allá se descolgara sin pena ni gloria en la borrosa imagen de Vicente Fox, el hombre fuerte del huachicol mexicano, que trasuda calenturas ajenas un día sí y otro también.