Derechos Humanos.
Si me hubieran contado no lo creería. Era la primavera de 1980, yo cursaba el bachillerato en el CEDART del INBA, con las históricas y extraordinarias maestras Lupita y Paula de Allende. Era jueves 8 de mayo a las 10 de la mañana. Le pedí prestada la camioneta a don Lupe, mi papá, dueño de la frutería ESTRADA de la calle de Corregidora No. 310.
La camioneta la quería para llevar a mis compañeros a la marcha para ayudar a los estudiantes a interceptar al entonces presidente del país, José López Portillo, para que arreglara el problema de la Normal del Estado de Querétaro, que llevaba casi 20 días de huelga, porque pedía una biblioteca, cambio de directora, nueva Ley Orgánica para poder elegir a sus maestros en concurso de cátedra y nueva directora, pues la que estaba tenía más de 80 años, y tenía a toda su familia trabajando ahí.
Cuando iba con la camioneta frutera llena de compañeros, como a las 10 am, rumbo a la Normal, vimos un mundo de patrullas locales y federales, agentes policiacos de traje y cabeza rapada tipo militar, con todo tipo de armamento en sus manos, muchas de las armas recién activadas, pues percibíamos la humareda de los gases lacrimógenos, el olor a pólvora, además de los diferentes vehículos oficiales y otros sin placas como se estilaba en aquella época y muchos estudiantes dispersos, corriendo para salvar su vida y otros escondidos en las casas de las colonias cercanas a la autopista 57. Aún logramos oír el tableteo de los disparos y mucho humo que producían las armas disparadas y el polvo de la represión.
Algún conocido nos dijo que nos regresáramos en “chinga, pero en chinga”, además de que era imposible pasar por el bloque de las patrullas y vehículos policiacos. En ese momento creí que estaban matando a los estudiantes. Como pude me di la vuelta en ¨U¨ en Corregidora y algún amigo me dijo que nos fuéramos al Centro Universitario (CU). Consulte con mis compañeros del CEDART si se querían ir a sus casas o ir a la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), y contestaron que a CU en el Cerro de las Campanas.
Cuando llegamos todo era movilización de los estudiantes, todos con una mezcla de miedo, angustia y coraje por lo que estaba pasando. Yo tenía que regresar con la camioneta de don Lupe a la hora de la comida, pero ya no la pude llevarla. La estacioné por la Facultad de Psicología y ahí la dejé hasta que después del Consejo Universitario convocado por la tarde (con urgencia), salimos todos en manifestación incluyendo el entonces rector de la UAQ Mariano Palacios, Braulio Guerra (QEPD), Manuel Mesa Sepúlveda, Fernando Tapia Rivera, Pepe López, , Guillermo Díaz de León, Nelia, Mauro, José Betanzos, José Luis Martínez (a) “El niño¨ , Ana Rosa Torres, Chucho Rosales, Gerardo Esquivel, los líderes de la prepa Sur, Julio Cesar Cervantes ( QEPD), “El Pacha”, una tal Ana María Pérez García (a) “ La niña¨ (que había sido hospitalizada por las heridas, entre muchos otros hospitalizados). Y los líderes de la Normal, entre los que recuerdo a Carmen Cabrera Perea (QEPD), Rosa María Córdoba, Lupita Olguín, Laura González, José Dolores González, Víctor Echeverría, y un buen de normalistas. A los pocos días, el movimiento ya era gigantesco.
Llegó gente de muchas universidades del país para apoyar el movimiento: la UNAM, POLITECNICO, INSTITUTO ROQUE DE GUANAJUATO, UNIVERSIDAD DE CHAPINGO, EL MEXE, UNIVERSIDAD NICOLAÍTA, USLP, CECILIA LORIA. Y de Querétaro, además del Tecnológico Regional, todas las prepas, Psicología-UAQ (que era el epicentro del movimiento), algunos de Ingeniería, e incluso una brigada del Tec. de Monterrey. Las siguientes marchas (5 o 6) fueron gigantescas. En una de las marchas, iba llegando el contingente al jardín Obregón (hoy jardín Zenea) y apenas estaba terminando de salir la retaguardia de la marcha de la explanada de rectoría de la UAQ. Otra, la marcha en silencio, con tambores al frente marcando el paso de manera espaciada, muy emotiva, se vivió con más fuerza por la lluvia que caía esa tarde y nadie se salía de la marcha, ordenada con mecate en las orillas para evitar infiltrados, mientras los boinas negras asomaban sus fusiles, apostados en los edificios de la calle de Madero. Por un momento creí que dispararían. Eran tiempos en los que gobernaba un partido hegemónico y hacer política disidente era jugarse la vida. La procuradora de Querétaro era Hilda Martha Ibarra, venia de ser directora de Lecumberri y los policías y comandantes venían de ese equipo del antiguo DF. Ellos fueron invitados por el Gobernador recién llegado, Rafael Camacho Guzmán, muy cercano a Fidel Velázquez. Entonces la democracia era algo muy lejano, inimaginable, y la protección de los derechos humanos todavía no aparecía en el radar jurídico nacional. El Movimiento del 8 de mayo de 1980 fue sin duda aurora de la democracia para Querétaro. Seguramente los políticos que hoy compiten por sus cargos no lo conocen. Mención especial merecen Los trovadores Checo Solano (QEPD) y el grupo Apax Chacan que amenizaron el movimiento. Dedicado a todos los de esa generación, que no nos conocimos, pero que vivimos activamente los acontecimientos. PD. Luego Don Lupe y la panadería de San Roque surtieron de pan y de fruta durante varios meses a los estudiantes, atrincherados en la Escuela Normal del estado de Querétaro.