CAMBIO DE RÉGIMEN
La mariposa monarca es un ícono norteamericano que ha sido símbolo en distintos momentos de la integración de Canadá, México y Estados Unidos, así como de la cercanía de nuestros habitantes, incluyendo aquellos no humanos. Más allá de poder ser interpretada como una metáfora de la migración entre nuestros pueblos, el viaje de la mariposa monarca a través de nuestros tres países es un recordatorio de que el espacio físico que compartimos, precede a nuestros Estados y que nuestra responsabilidad de protegerlo nos concierne a todos.
La mariposa es una de las polinizadoras más importantes de nuestra región, dado que en su trayecto de más de cinco mil kilómetros, traslada polen entre distintos ecosistemas y además, genera recursos económicos para las comunidades por las cuales atraviesa. Como bien han señalado varios expertos, sería una tragedia ecológica que por acciones humanas, perdiéramos esta importante fuente de vida – tanto natural como económica.
Es hora de entender que nuestros recursos naturales son compartidos, que aunque dentro de cada delimitación territorial exista soberanía sobre los mismos, el mundo natural esta completamente interconectado. Es por esto que desde el Senado, hemos buscado a nuestras contrapartes estadounidenses y canadienses para redoblar los esfuerzos de conservación de la mariposa. Además de ser un símbolo de unidad entre la región, la mariposa monarca también es un eslabón crucial de la vida natural de América del Norte, y su protección debe ser una tarea conjunta.
Por más fuerte que se escuchen las voces de quienes claman por el aislamiento y la acotación de la cooperación internacional, la realidad ineludible es que los problemas de hoy son compartidos, así como también lo serán los beneficios de sus soluciones.