CAMBIO DE RÉGIMEN
Recientemente, la red social Twitter anunció que ya no publicará anuncios de campañas políticas, argumentando que la audiencia para los mensajes políticos no debería poderse comprar. Su decisión contrasta, pero también compagina con la actual posición de Facebook; ésta última continúa permitiendo todos los anuncios políticos, lo cual ha sido criticado por la posibilidad de que se propaguen mentiras mediante los mismos.
Aunque sus decisiones parecen ir en el sentido opuesto, lo que ambos están indicando es su falta de voluntad para regular. Permitir todo el contenido político así como prohibirlo en su totalidad, son extremos de la misma lógica. La regulación del contenido en internet ha sido un constante, mas en últimos años se ha convertido en un punto focal: las redes sociales pueden conectar a personas y difundir información de manera inmediata, pero también pueden contribuir a la socavación de los modelos democráticos que hoy conocemos.
Desde las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, quedó en evidencia la manera en la cual pueden mal utilizarse los nuevos espacios de comunicación, así como la manera en la cual actores terceros pueden injerir en procesos internos. Las grandes compañías que se han desarrollado en los últimos años, han reiteradas veces intentado posicionarse únicamente como plataformas, asegurando no ser responsables de sus contenidos.
Hoy, vemos el comienzo de un reconocimiento distinto del papel que juegan dichas compañías en la vida diaria de millones de personas, así como una exigencia exacerbada por el mejor manejo de la información personal y un cuestionamiento sobre los límites de la censura. Se busca una verdadera rendición de cuentas.
Esta década nos hizo conscientes del nuevo paradigma mediático y de información en el que vivimos. La próxima, será cuando definamos qué queremos de este nuevo mundo, en vez de permitir que un algoritmo nos entregue todas las respuestas.