Israel Sánchez
Luego del éxito alcanzado a inicios del año pasado, cuando consiguió operar desde el espacio profundo en su trayecto hacia la Luna, la primera misión del proyecto Colmena sigue conquistando nuevas fronteras.
Modelos de los cinco microrrobots que conformaron Colmena-1, iniciativa desarrollada en el Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX) del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, se exhiben ahora en el Smithsonian National Air and Space Museum, siendo la primera tecnología aeroespacial creada en México que se expone de forma permanente en este prestigioso recinto.
“No hay ningún otro, realmente somos los primeros. Esperamos no ser los últimos. Por eso es tan importante y yo creo que marca un hito para el País”, destacó en entrevista telefónica el físico argentino Gustavo Medina Tanco, titular del LINX y líder de este ambicioso proyecto ideado como prueba piloto para que México eventualmente lidere el nicho de la microrrobótica en aplicaciones espaciales.
“Nadie en el mundo ha hecho todavía lo que se logró con Colmena. Nadie ha alcanzado ese nivel de miniaturización para el espacio con sus propias tecnologías”, remarcó el académico, enlazado desde China.
Para Medina Tanco (Jujuy, 1962), llegar al Smithsonian representa la consolidación de cerca de 15 años de trabajo ininterrumpido, en los que colaboraron más de 200 jóvenes, y que culminaron con la histórica misión del 8 de enero de 2024, cuando Colmena-1 partió desde Cabo Cañaveral a bordo del lander Peregrine, de la empresa Astrobotic.
“Eso, por supuesto, nos llena de orgullo y de la confianza de saber que uno está en la línea correcta, dedicándole la vida a algo que tiene sentido”, compartió.
El físico también destacó que este reconocimiento proyecta otra imagen de México:
“Estamos acostumbrados, y más en estos últimos meses, a ver al País tratado de manera indigna; a que se le perciba sólo como maquilador, lo cual es absurdo. Con Colmena mostramos que México no sólo maquila al mejor nivel internacional, sino que también está en transición para convertirse en productor de tecnología e innovación, en un sector de vanguardia como la exploración espacial”.
Los cinco diminutos robots en forma de engrane, diseñados para operar colectivamente en suelo lunar como hormigas o abejas —de ahí el nombre de Colmena—, se exhiben junto con un modelo de la nave Peregrine y otros seis proyectos más en la muestra permanente Futures in Space.
Se trata de un ejemplo del llamado “nuevo espacio”, en el que la actividad espacial está marcada por la participación privada, comercial y académica, más allá de los programas gubernamentales.
Junto con los modelos se exhibe también un elemento simbólico: los nombres de más de 250 jóvenes que participaron en el proyecto, junto con los de algunas personas cercanas elegidas por ellos, grabados en la cubierta que transportó a los microrrobots.
“Quise dejarles a esos jóvenes la satisfacción de proyectar a su familia, que es lo más importante en la formación de una persona; un regalo de su esfuerzo”, explicó Medina Tanco, quien aún no ha visitado la exhibición permanente.
“Se queda ahí. Es un legado que queda para la humanidad como parte del desarrollo de la capacidad espacial de la civilización humana”, celebró.
…Y alistan Colmena-2
Aunque una falla en el Peregrine impidió el alunizaje, las horas de viaje permitieron que Colmena-1 alcanzara un 75 por ciento de éxito, al sobrevivir al lanzamiento y operar desde el espacio profundo.
Ese logro dio pie al desarrollo de Colmena-2, misión que ya se encuentra en marcha con un propósito distinto.
“Ya tenemos el primer modelo de ingeniería de los nuevos robots de Colmena-2; serán los primeros diseñados para prospección minera”, adelantó Medina Tanco, horas antes de presentar esta segunda fase a nivel internacional en una charla en China.
Si los primeros dispositivos —que en algún momento tuvieron que ser completamente rediseñados— tenían una masa menor a 60 gramos y apenas 12 centímetros de diámetro, los nuevos pesan alrededor de 1.2 kilogramos y cuentan con un panel solar que se eleva 70 centímetros.
También de navegación autónoma, son pequeños vehículos de cuatro ruedas que heredan de Colmena-1 la compleja tarea de sobrevivir al alunizaje y desplazarse en las condiciones extremas del regolito lunar: polvo cargado electrostáticamente y radiactivo que flota a 30 centímetros de la superficie.
“Colmena-2 hará lo que tenían que hacer los robots pequeños de Colmena-1, y además incorpora sensores especializados en la identificación de minerales para realizar prospección minera. Posible es. Ahora debemos desarrollar la tecnología para hacerlo realidad al nivel que se requiere”, subrayó el físico.
Aunque originalmente se proyectaba su lanzamiento para 2027, Medina Tanco reconoció que, siendo realistas, tendrá que posponerse hasta 2028. La razón no es tecnológica, sino financiera.








