Rebeca Pérez Vega
Los caminos sobrenaturales y oscuros a los que se conduce un ser humano en condiciones aparentemente comunes, son los que tomó la escritora Liliana Blum (Durango, 1974) para delinear su más reciente libro Un Descuido Cósmico (Tusquets, 2023), en el que decidió regresar a uno de sus géneros favoritos, el cuento.
“Yo soy narradora, empecé mi carrera escribiendo cuento y no quiero dejarlo de lado, vengo de escribir una novela y quería regresar al género para darme rienda suelta, permitirme todo, con textos cortos y un poco más largos que me permitieran ser mala con mis personajes, incluir todas las cosas que me gustan y que no me gustan”, relata la autora que ha publicado novelas como Pandora y El Monstruo Pentápodo y libros de cuentos como Tristeza de los Cítricos y Yo Sé Cuando Expira la Leche.
Blum, quien se ha interesado en contar historias llenas de humor negro, con protagonistas que han sido invisibilizadas, busca hacer una especie de justicia poética, darle voz y poder a estos personajes, que no dudan en ejercerlo.
Para ello tomó historias de la vida real, algunas experiencias de agresiones y múltiples violencias que ha escuchado o conocido, desde un profesor de secundaria que toquetea a sus alumnas, hasta hombres infieles y violentos que se han salido con la suya.
“Creo que en estos cuentos hago una especie de justicia poética, porque mato a algunos personajes de la vida real, como un maestro de secundaria que nos metió mano a muchas niñas a finales de los 80 y ahí me lo echo; a un tipo que fue vecino y que hace muchos años envenenó a muchos perros, son cuentos en los que me di mucha libertad y además me divertí mucho al escribirlos”, describe la autora que ha sido incluida en antologías literarias como El Crimen Como una de las Bellas Artes y Three Messages and a Warning: Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic.
Con Un Descuido Cósmico, Blum abre la puerta a los pensamientos más íntimos de mujeres a las que han sofocado, que han limitado y estereotipado, a personajes que han sido marcados por roles impuestos, pero lo hace de una manera satírica, con un humor corrosivo, que le da la vuelta a las historias y las sitúa en el mundo de lo sobrenatural, incluso en el terreno de la ciencia ficción.
“Creo que hay también una crítica social a muchos problemas contemporáneos, que se mezclan con lo sobrenatural, lo que tienen en común mis protagonistas, que son en su mayoría mujeres de 40 años para arriba, incluso de la tercera edad, es que están hartas de que mundo les pase por encima de varias formas”, describe.
Los relatos cuentan experiencias que tienen que ver con juegos de venganza a través del vudú, extrañas sesiones de una mujer solitaria con la ouija o las aventuras de una vampiresa que toma como víctimas a acosadores y hombres violentos.
En medio de esos cuentos, la autora deja pequeñas pistas para sus lectores, entre libros, obras de arte o canciones, como una especie de intercambio íntimo y simultáneo con sus personajes.
La escritora -que vendrá a Guadalajara a comentar este libro en noviembre próximo y posteriormente a la Feria Internacional del libro a presentar la antología Voces Fragmentadas-, explica que las mujeres que no cumplen el canon de belleza y juventud son desechadas por la sociedad, relegadas, invisibilizadas.
“Hay elementos de mujeres que ya están hartas y de repente deciden tomas las cosas en sus manos, vengarse, a veces unas venganzas pírricas porque no cambian la situación, pero son personajes que se rebelan, no son personajes pasivos que se estén lamentando, sino que hacen cosas divertidas, que luego se les sale de las manos; la venganza está ahí, se manifiesta de distintas maneras”, relata la también autora de La Maldición de Eva y Cara de Liebre.