ESTRICTAMENTE PERSONAL
Un parte confidencial a comandantes militares que misteriosamente trascendió generó muchas expectativas el viernes pasado. El gobierno de Jalisco decía, les había informado el fallecimiento de Nemesio Oseguera, El Mencho. No daba más detalles, pero mientras varios periodistas comenzaban a hacer pública esa versión en las redes sociales, altos funcionarios en la Secretaría de Seguridad y jefes militares en destacamentos en el occidente del país insistían que el gobierno de Enrique Alfaro no corroboraba el dicho de sus colaboradores, y que la información que tenían en las Fuerzas Armadas apuntaban a que era falsa la especie.
Tenía verosimilitud, sin embargo, porque desde la semana pasada hubo un desplazamiento militar a Michoacán y Jalisco, y se dieron varios enfrentamientos con grupos armados. No se informó nada al respecto, ni tampoco se explicaron las operaciones que realizaron después de que surgió la versión de la muerte de El Mencho, ante la posibilidad, de ser cierta, de represalias. Un funcionario civil confirmó que Oseguera había salido de Jalisco, que durante mucho tiempo fue su santuario, y vivía en un municipio michoacano colindante, Cotija.
Oseguera, que creció al amparo de Ignacio Coronel, uno de los grandes jefes del narcotráfico en México, suegro de Joaquín El Chapo Guzmán, que tenía a Jalisco bajo su responsabilidad dentro del Cártel de Sinaloa, fue sorprendido en su casa de Zapopan en 2010 y abatido por un comando de el Ejército. Siempre se especuló que El Mencho lo traicionó, por instrucciones de Guzmán, quien lo hizo jefe de plaza en Jalisco. Oseguera se alió con sus cuñados, los hermanos González Valencia, que operaban criminalmente en el Pacífico, y formaron el Cártel Jalisco Nueva Generación, que floreció durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando decidió en el primer tercio de su administración dejar de combatir a los cárteles de la droga.
En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, esa organización comenzó a declinar ante el resurgimiento del Cártel de Sinaloa, y El Mencho, que siempre había escapado de ser atrapado, se había convertido en una marca demasiado fuerte que, el combinarse con su jefatura sobre el Cártel, afectaba los negocios. Esa organización, a diferencia del Cártel de Juárez, cuyo jefe Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, tenía un perfil similar a Oseguera, resolvieron el relevo de otra forma: no lo mataron; lo sustituyeron. Oseguera ya no estaba al máximo en sus capacidades físicas, porque tiene que hacerse diálisis, y su captura es cuestión de tiempo.
Funcionarios federales sostienen que El Mencho fue remplazado por Audias Flores Silva, que también utiliza el nombre de Gabriel Raigosa Plascencia, que fue su jefe de seguridad y posteriormente responsable de la plaza de Nayarit hasta que fue detenido en 2016, acusado de ser autor intelectual del ataque a miembros de la Fiscalía de Jalisco, en Soyatlán, en 2015, donde murieron 15 policías de la Fuerza Única. Apodado El Jardinero, poco se sabe de él, aún cuando hay reportes, ni confirmados ni negados, que salió en libertad de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, el año pasado.
El Jardinero se mueve entre Jalisco y Nayarit, donde ayudó a desplazar al Cártel de Sinaloa durante el gobierno de Roberto Sandoval, y cuyo fiscal, Édgar Veytia fue condenado el año pasado en Estados Unidos a 20 años de prisión por su vinculación al narcotráfico, aliado al Cártel Jalisco Nueva Generación, una organización que, de acuerdo con la descripción que hace de ella el Departamento de Estado, “creció de una organización regional traficante de drogas, a un poder criminal internacionalmente organizado, involucrado en la producción y distribución de drogas globalmente”.
Flores Silva/Raigosa Plascencia nació en Huetamo, Michoacán, y las autoridades mexicanas lo señalaban originalmente como responsable de encabezar y coordinar la producción, trasiego y venta de droga en Nayarit para el Cártel Jalisco Nueva Generación. En la actualidad lo vinculan también con el manejo de los súper laboratorios para producir las metanfetaminas en Jalisco para ser enviadas al mercado estadounidense, y de robo y venta de combustible, el llamado huachicoleo, en Jalisco.
Las metanfetaminas son las drogas que más le preocupan al gobierno de Estados Unidos del Cártel Jalisco Nueva Generación, y lo considera como una de las amenazas del crimen trasnacional de mayor prioridad para ese gobierno, que ha venido trabajando con el mexicano para irle cortando sus brazos. En marzo hubo una operación global, encabezada por la DEA, que llamaron el “Proyecto Pitón”, donde hubo más de 600 detenciones y decomisos de millones de dólares en dinero y drogas, y recientemente la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda bloqueó mil 939 cuentas vinculadas a esa organización, con información proporcionada por el gobierno de Estados Unidos.
No fue exagerada la expectativa que produjo el probable deceso de Oseguera el viernes pasado, al que se le sigue considerando el jefe de ese cártel. Sin embargo, comentó un alto funcionario federal, El Mencho se ha convertido meramente en un símbolo, al haber dejado la dirigencia de la organización. Parecería que está pasando por la misma suerte de El Chapo Guzmán, que durante más de una década vivió a salto de mata, capturó el imaginario colectivo, estimulado por la trivial generalización de la revista Forbes, que lo colocó como uno de los principales multimillonarios del mundo, sumando a su bolsillo las ganancias del Cártel de Sinaloa como si fueran suyas.
Oseguera, como fue Guzmán, tiene la marca, pero no el liderazgo de la organización. De esta manera, el Cártel Jalisco Nueva Generación puede seguir operando sin que su jefe máximo tenga el control, al mismo tiempo de que huye de las fuerzas de seguridad. Si El Mencho se enferma, es detenido o es abatido, la estructura operativa no sufrirá, ni el negocio se dislocará. El Jardinero está ahora al mando.
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