ESTRICTAMENTE PERSONAL
2018: ¿segunda oportunidad para Osorio?
Por un diseño institucional que Miguel Ángel Osorio Chong impuso al equipo del presidente electo Enrique Peña Nieto en septiembre de 2012, la Secretaría de Gobernación absorbió la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Osorio Chong alegó que de esa forma se tendría una mayor comunicación dentro del gabinete, mediante la cual, como proclamó el entonces asesor colombiano de seguridad de Peña Nieto, el general Óscar Naranjo, la violencia se acabaría en los primeros 100 días de gobierno. Ese ajuste colocó al secretario de Gobernación todo el sexenio sobre el tanque de dinamita que es la seguridad y que, al explotar, lo dañó. La estrategia de seguridad ha sido un fracaso.
Los homicidios dolosos no dejan de subir. De acuerdo con las últimas cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los 50 primeros meses del gobierno de Peña Nieto se presentaron 75 mil 475 denuncias de homicidios dolosos, que son aquellos donde el delincuente le quita la vida a una persona conociendo las consecuencias legales que esa acción significa. Para entender la magnitud de esta cifra, en comparación, las denuncias de homicidios dolosos durante el mismo periodo en el gobierno de Felipe Calderón, fueron 63 mil 94. Es decir, aumentaron 19.6% en el sexenio peñista.
La afirmación del equipo peñista de que se iba a reducir la violencia sin utilizar la violencia, sino a través de la prevención, se volvió una broma de mal gusto para los mexicanos. Las áreas de prevención se quedaron sin presupuesto para este año, y se tuvo que regresar a la violencia para combatir la violencia. Si los discursos cayeron a pedazos, la realidad hizo lo mismo con la estrategia. Sólo en los dos primeros años de gobierno se dio una ligera baja en las denuncias de homicidios dolosos, que repuntaron en agosto de 2015. Para el cierre de 2016, las denuncias de homicidio dolosos aumentaron 22% con respecto al año previo y el estado de México, la tierra de Peña Nieto, mantiene el primer lugar nacional.
El mayor número de denuncias de homicidio doloso que se ha dado fue en 2011, cuando alcanzó las 22 mil 852. En 2014 cayeron a 15 mil 653, y comenzó la debacle. En 2015 subieron a 17 mil 34 y al año siguiente a 20 mil 789, la tercera cifra más alta en la historia de las mediciones, superada sólo por los datos de 2011 y 2012. De mantenerse la tendencia actual, 2017 será el más violento en la historia de México. Sólo en enero de este año hubo mil 938 denuncias de homicidio doloso, que es el número más alto desde 1997, cuando se comenzó a medir la incidencia delictiva, 71 denuncias más, incluso, que enero de 2011, el año de mayor violencia.
En materia de resultados, Osorio Chong tiene un déficit importante. Tendría un argumento para balancear, que es la gobernabilidad, pero el tema más visible en este capítulo, que fue la revuelta magisterial contra la reforma educativa, Peña Nieto le acredita ese trabajo al entonces subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, a quien premió con la cartera de Desarrollo Social. En esta misma línea de argumentación, si la seguridad es la primera preocupación que tienen los mexicanos, de acuerdo con el INEGI, el secretario de Gobernación ha incumplido con su trabajo. Si la responsabilidad primaria de los gobiernos es proveer de seguridad a sus ciudadanos, entonces el de Peña Nieto ha incumplido con ella. Por tanto, si se trata de méritos, Osorio Chong no podría ser candidato a la Presidencia. Pero es cierto que si por méritos fuera, tampoco el secretario Luis Videgaray cumplió con la encomienda de crecer al 5-6% que prometió Peña Nieto para el cierre de su gobierno, al encontrarse hoy en el umbral del 1.7%, con posibilidades de que baje aún más, como secuela de su manejo financiero en los cuatro primeros años del año.
Lo paradójico en el manejo de Peña Nieto de la baraja presidencial para 2018, es que a Videgaray sí le dio la oportunidad para recomponer su futuro y modificar su destino. Después del fiasco de la visita de Donald Trump a México en agosto, Peña Nieto lo empujó a que renunciara para llevarse con él todo el descrédito que aquél viaje provocó. Cuando Trump ganó la elección presidencial, Peña Nieto revivió a Videgaray como secretario de Relaciones Exteriores, lo que le dio nuevo aire y un reto para vencer, que le permitiría reposicionarse como aspirante a la candidatura presidencial.
Osorio Chong no ha tenido esa señal por parte del presidente. Videgaray se fue de Hacienda y Peña Nieto lo usó como consultor externo para que supervisara el proceso electoral en el estado de México, que al ser un tema de política interna correspondería al secretario de Gobernación, y le pidió en noviembre que hiciera contacto con el equipo de transición de Trump. Las señales que ha recibido el secretario de Gobernación de su jefe no han sido, por lo que se ve en la arena pública, positivas o estimulantes.
Si Peña Nieto quiere mantenerlo vivo como candidato fuerte a la Presidencia, como luce en las encuestas entre los priistas, tiene que removerlo de Gobernación y permitirle una reinvención política, como lo hizo con Videgaray. Si no lo blinda para volverlo a impulsar, Osorio Chong se quedará, como nadie de su equipo lo esperaba al iniciar el gobierno, a la orilla del camino.
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