ESTRICTAMENTE PERSONAL
El desafío a Peña
Sin importar que los sonoros gritos de figuras que significaron mucho para el PRI en tiempos pasados, la Asamblea Nacional del partido en el poder lucía como un día de campo para el presidente Enrique Peña Nieto, a quien nadie parecía lo suficientemente poderoso para desafiar su poder metaconstitucional para decidir quién, dentro de su partido, lo sucederá. El martes, sin embargo, apareció un rival de alto calibre que sin mostrar claramente su cara, se le cruzó en el camino. Se trata de Manlio Fabio Beltrones, el único capaz, en este momento, de encabezar a un priismo desencantado y molesto, incluso, con el peñismo.
La irrupción de Beltrones se dio tras una reunión con los diputados de la LXII Legislatura, que él coordinó, donde habló de la unidad partidista y de los gobiernos de coalición, que ha sido su caballo de batalla durante más de cinco años. Como resultado directo de ese encuentro, alrededor de 200 de los 212 diputados de esa bancada, que produjo gobernadores y secretarios de Estado, suscribieron su pronunciamiento donde la mano de Beltrones saltó a la palestra al convertirlo en un manifiesto colectivo ante Peña Nieto y el grupo político que tiene en el gabinete y el PRI.
El pronunciamiento exige un debate abierto a todas las voces del partido, para reflejar lo que las bases priistas quieren. “No caigamos en debates falsos”, apuntó. “Tenemos que decirle al ciudadano para qué queremos conservar el ejercicio del gobierno y esto es lo que esperan los mexicanos. Rechazamos la confrontación. No queremos discusiones que sólo reflejen ánimos de conflicto o lucha de posiciones”. Es la voz de Beltrones, expuesta en público y en privado, como al propio presidente: no es tener el poder por el poder, sino saber para qué se quiere el poder. La crítica sugiere que los priistas que tienen hoy el poder, no saben para qué sirve. Como el conocimiento, no sirve si no se sabe aplicarlo.
“La política suele estar impregnada de pragmatismo; el pragmatismo que recorre a todos los partidos”, continuó. “Nosotros tenemos claro que un pragmatismo sin idea sólo conduce al oportunismo. Vemos que surgen por todos lados alianzas electorales o alianzas de coyuntura con el único propósito de hacerse del gobierno. Se juntan las corrientes más disímbolas que hacen de los partidos simples vehículos de ocasión a los que es posible subirse, ir a donde se quiere y a veces pagar o no el costo del pasaje. Pasados los comicios, estas alianzas suelen ser no exigibles ni responsables ante nadie”.
Una vez más la reiteración de Beltrones, para que lo escuchen, ventiladas en una reciente entrevista de prensa. “El partido no puede seguir siendo un taxi que traslade de un lugar a otro a personas que no tengamos la seguridad que van a cumplir con la obligación del partido, porque después es el partido el que sale raspado”, dijo aquella vez. Esa frase parecía un traje hecho a la medida del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, pero con el tiempo se ha sabido quiénes fueron realmente sus destinatarios: los secretarios de Educación, Aurelio Nuño, y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray. El beltronismo los ve como pragmáticos oportunistas; a Meade, como panista.
En aquella entrevista, Beltrones aseguró: “El partido debe tener identidad. Ya tenemos las reglas. Respetemos las reglas: no andemos haciendo trajes a la medida o deshaciendo los trajes que vamos a vestir”. El pronunciamiento lo contextualizó: “La VII Asamblea, en tiempos de Jesús Reyes Heroles (octubre de 1972), puso el énfasis en el programa y la idea del Partido que al final del día es lo que cuenta para la sociedad. Desde entonces, dejamos de pensar hacia nosotros y pensamos más bien para los otros. La VII Asamblea nos preparó para la pluralidad y mostró que es posible pensar en el país, no sólo en las reglas internas. Nuestro real dilema es que se conserve la identidad del Partido y el compromiso con un programa y una idea de gobierno inclusivo y comprensible para la sociedad”.
El señalamiento se cruza en las intenciones de Peña Nieto, cuyas decisiones electorales han sido caracterizadas por individualismos, no por identidad partidista, por coyunturas, no por programa, por exclusión, no inclusión. Es una nueva generación de priistas, emanados muchos de gubernaturas, que Beltrones, ha señalado que fue un error haberlos visto como “el nuevo PRI”. Esa nueva generación de priistas, que no son el PRI que gobernó por décadas, la encabezan Peña Nieto, gobernador del estado de México, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que lo fue en Hidalgo. No lo dijo con todas sus palabras, pero expresó la desilusión de muchos priistas al haber constatado que quienes los sucedieron en el poder, tenían un código genético distinto.
“Tengamos claro que en toda circunstancia, la experiencia es algo que no se jubila”, estableció el pronunciamiento, que deslizó una amenaza: “Es indispensable la unidad en la pluralidad y los acuerdos. La unidad siempre es posible con los acuerdos políticos que la sustenten”. ¿Qué quiso decir? ¿Que si no hay apertura en el debate, compromisos con todas las fuerzas internas, inclusión y deliberación para cohesionar al partido, habrá desunión que pueda llevar a la fractura? ¿Está dispuesto Beltrones a romper con Peña Nieto y con el grupo de neopriistas que llegaron al poder? Según el pronunciamiento respaldado por 200 ex legisladores, sí. La primera División de Infantería sacó el martes las armas.
P.D. El senador Héctor Yunes asegura que nunca recibió dinero alguno de Javier Duarte para su campaña para gobernador y que jamás ocurrió un hecho que mencionan presuntos testigos a los que se citó en este espacio el lunes pasado, donde se apuntó: “El senador ha negado que le hayan dado dinero, pero hay testigos de que cuando menos 250 millones de pesos, en una caja de huevo, fueron colocados por el propio Yunes en la cajuela de su auto tras dárselos en la casa de Duarte”. Esta columna sostiene lo publicado.