DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Del “no se hagan bolas” al “no se despisten”
Como diría el trovador, “aquí estás otra vez”. Después de haber disfrutado de una semana sabática auto recetada, volvemos a encontrarnos. Fueron unos días de encuentros y reencuentros, todos muy gratos, de remembranzas, incluyendo las de la adversidad y de cara al futuro; siempre en la trinchera de la vida, de las utopías, de los sueños, de convocar permanentemente a la “loca de la casa”: la Imaginación. Diría Bertolt Brecht “hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.
En especial, para mí fue muy emotivo el reencuentro con compañeros de los medios de comunicación; esos que, citando a Brecht son imprescindibles por su tenaz lucha por un periodismo de opinión, libre, crítico, sin maximalismos, pero sobre todo, que honran a nuestra eterna musa, nuestra mágica Oaxaca, la Ciudad que amamos, la que queremos ver convertida en la Capital Mundial de las Culturas. Y fue en nombre de ella que José Antonio Hernández Fraguas, su Presidente Municipal, Alcalde que da Confianza, amigo entrañable, siempre solidario en la adversidad y en los buenos tiempos y el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C capítulo Oaxaca, que preside mi hermano de gran talento y bonhomía Alfredo Martínez de Aguilar, nos entregó un reconocimiento a cinco periodistas y comunicadores por nuestra trayectoria profesional y resaltar al gremio oaxaqueño a nivel nacional. Para ellos mi gratitud por siempre. Volvernos a ver fue un regalo de vida.
Pero volviendo a la necia realidad, reza la conseja que “no hay plazo que no se cumpla”. Llegaron ya los tiempos de validar –nuevamente- el título de esta columna “Del Zócalo a los Pinos”, cuyo origen se remonta al 2012, cuando transitaba por mi Gulag, -que se prolongó por cinco años, seis meses, dieciséis horas, veinticuatro minutos- y Andrés Manuel y el hoy Presidente de la República Peña Nieto libraban una disputada contienda electoral, llevando como tercera testimonial a la “señora del PAN” –versión Elba Esther Gordillo-.
Y como la historia es cíclica, en términos reales y como aquí lo hemos comentado, al día de hoy da la impresión que volverá a repetirse. Peña –su Delfín- VS López Obrador serán los actores principales nuevamente. AMLO, como ya lo advirtió el pasado 20 de noviembre, se registrará como candidato a la presidencia el 12 de diciembre, el mismo día que la feligresía católica nacional festeja a la Morenita del Tepeyac, la Virgen de Guadalupe; seguramente el lance (que reviste mucho de estrategia subliminal) fue valorado a fondo por los responsables de conducir la campaña de Andrés Manuel. Éste por su parte continúa denunciando el “miedo de la mafia del poder”, ofertando desde indulgencias hasta refinerías y “convocando” a la “competencia” interna, o sea, a disputarle la “corona” por aquello de que se ofrezca cumplir con las confusas y contradictorias normas electorales.
En este escenario, el Frente Ciudadano atraviesa horas decisivas desde su contradictoria creación. El tiempo se le agota a la hipocresía y llegó el momento de pasar del cinismo a la congruencia o viceversa –si alguna vez la hubo-. El discurso de que las candidaturas a la presidencia y a la Ciudad de México surgirán de un “proceso democrático” está agotado; vamos, ni Mancera se los compra. Recién el NO perredista se reunió con los dueños de tres de las principales tribus amarillas, cuatro si contamos la suya que comanda Héctor Serrano, para amagar con ir como candidato únicamente del PRD, partido al que no ha querido afiliarse. En la realidad, cada vez se valida más la evidencia de que ambas candidaturas son el botín político de Ricardito Anaya el “Niño Fidencio de la Mafia Azul” y de Alejandra Barrales, quien parece incluso estar desconociendo su “vinculación” con don Miguel Ángel.
En el PRI, como en los buenos tiempos del “partido casi único” –versión Carlos Salinas-, en una muy bien conducida operación política, en la que se fueron desarticulando las “voces críticas”. La última que andaba haciendo ruido era Ivonne Ortega que recién fue recibida en los Pinos y muy probablemente puede continuar con bajo perfil para legitimar la pre-campaña. Todo parecía apuntar que el ungido por el Tatloani será o sería José Antonio Meade, hasta que la soberbia de Luis Videgaray, que salió con su imprudente destape de Meade, descarriló, mancho, o por lo menos evidenció que el dedazo está más vivo que nunca y no admite competencia; vamos, ni siquiera quien le haga sombra o le altere los ritmos.
Por lo que se advierte, estamos en los tiempos de las definiciones; aunque en Morena todo está definido o consumado, no sabemos si para bien o para mal, Andrés Manuel sigue en su cruzada contra las mafias, sin aclarar si incluye las propias; en el PRI todo apunta o apuntaba a que José Antonio Meade le ganará o ganaría por una nariz a Osorio Chong, hasta que Videgaray salió con su “domingo siete” y eso es inadmisible en la familia de Don Plutarco; lo cual obligó al gran elector a invocar el “no se hagan bolas” de Salinas vía un categórico “no se despisten”.
Mancera está pagando las consecuencias de su irrelevancia política; Anaya será candidato del Frente o de lo quede de él, no por el peso del PAN sino por el nulo peso real de Mancera. La historia de esta elección registrará cómo un Jefe de Gobierno puede ser tan gris, que siendo Alcalde de una de las urbes más grandes e importantes del mundo, no pudo construirse una imagen que por lo menos compitiera con un personaje cuyo cargo más alto en el gobierno de Calderón fue de sub secretario de turismo y cuyo partido perdió la presidencia tras 12 años fatídicos. ¡Qué talento el de Miguel Ángel Mancera!
Finalmente, si algo hay que reconocerle a Ricardo Anaya es que le gusta apostar fuerte; es un fullero de la política. Sus ambiciones lo han puesto en una posición que los politólogos catalogan como “suma cero” o “solución de esquina”.
La única victoria que le sirve es la total, la cual le permitiría preservar el control soviético del PAN, haciendo lo mismo con el país y podrá presumir haber triunfado en las elecciones más competidas de nuestra historia. Si pierde, lo perderá todo: la presidencia, el partido y quedará a merced de todos los enemigos que ha dejado en el camino. Sus fantasmas y cadáveres lo devorarán sin piedad.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?