DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Desaparecidos: justicia y verdad
El tema de las desapariciones en nuestro país es muy grave y a la vez complejo en su atención. Al no ser redituable políticamente, sino por el contrario poner en evidencia la actuación por decir lo menos, errática del Estado en su seguimiento ya no digamos esclarecimiento, las autoridades de todos los niveles en el mejor de los casos lo evaden y en ocasiones manipulan cifras y evidencias. No han faltado quienes han pretendido endosar al desaparecido la responsabilidad de su desaparición. Hasta donde se conoce, además de existir un “registro” de desaparecidos no hay una política pública que entre al fondo de causas, rastros y rostros de víctimas y victimarios; de igual forma los “legisladores” tan activos en tomar tribunas y otorgarse compensaciones millonarias hacen mutis ante la urgencia de una legislación que enfrente tan grave problema social, ético, de violación a los derechos humanos fundamentales que significan las desapariciones en México.
En este contexto, contra lo que podría esperarse de un Estado responsable, el pasado lunes, según dan cuenta las crónicas “El colectivo Data Cívica presentó una plataforma que pone nombre y apellido a TREINTA Y UN MIL NOVECIENTAS SESENTA Y OCHO personas desaparecidas en el país; en un esfuerzo que en versión de sus promotores busca devolver su identidad a quienes están lejos de sus familias y evitar que solo sean cifras en un portal de información gubernamental”. En el inédito acto, Mónica Meltis, Directora Ejecutiva de la Organización dijo “estamos regresando el nombre a todos los desaparecidos que ya lo tenían”.
Ya en los detalles, puntos finos, se conoció que para elaborar las fichas de los desaparecidos, Data Cívica recopiló 31968 altas de las 32277 que se encuentran en el RNPED –Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas-. Adicionalmente la página #PersonasNoRenglones, disponible para cualquiera de nosotros los comunes y corrientes puntualiza “En México, los nombres de las y los desaparecidos no son públicos, no sabemos quiénes son, cómo son, ni cuáles son sus historias, este es un ejercicio para poder convertir cifras en personas”. También se especificó que la elaboración de la plataforma se basó en el cotejo de la información del padrón de beneficiarios de Sedesol y del IMSS –que son públicos- con los del RNPED y a partir de este ejercicio se fueron encontrando coincidencias e identidades de una gran mayoría de desaparecidos.
Sobre este hecho inédito, la creación de la plataforma de Data Cívica, José Ignacio Lanzagorta escribió “Son tantas las lecturas pertinentes a partir de este caso. La primera es que esta plataforma exista a pesar del gobierno y no gracias a éste. El compromiso de esta administración con la opacidad, con el pacto del silencio sobre el contexto de violencia que estamos viviendo y con la desmovilización de la ciudadanía es sorprendente. La base de datos que construyó Data Cívica lo hizo con información existente, con información gubernamental, con información pública. Esta plataforma la pudo y la debió haber creado el gobierno. Pero no lo hizo. Se limito a la más mínima expresión de la publicidad de estos datos. Una que no mostrara la magnitud del desastre, una que no permitiera socializar la tragedia, una en que los registros podían desaparecer, aparecer o duplicarse sin que nadie lo notara”.
En este escenario, en lo que podría interpretase como una respuesta, el Presidente Peña Nieto al participar en un acto con Organismos Sociales que analizan y trabajan en torno a temas de Derechos Humanos y Seguridad Pública cuestionó “lamentablemente a veces se escuchan más las voces que vienen de la propia sociedad civil, que condenan, que critican y que hacen bullying sobre el trabajo que hacen las instituciones del Estado mexicano”; y agregó “muy pocas veces se reconoce la tarea de las fuerzas armadas y de seguridad pública que tienen que actuar con respeto a los Derechos Humanos y protocolos; cuando se pone en duda el trabajo de policías y militares nadie sale a hablar por ellas, nadie sale a defenderles ni respalda su trabajo, los dejamos solas, las abandonamos”. Ya para concluir aclaró que no pretendía “ser crítico sino hacer observaciones”.
La respuesta, en el mismo evento vino de parte de María Elena Morera presidenta de la Organización Causa en Común al diagnosticar “los índices de violencia en México han alcanzado proporciones bélicas. La violencia también representa una emergencia nacional, esta masacre, los asesinatos, las desapariciones, las violaciones a los Derechos Humanos, los secuestros, las extorsiones, los robos, ya se hicieron parte de la vida misma de los ciudadanos. Cada vez resulta más intolerable que los responsables políticos de este desastre tanto a nivel federal como estatal, solo dan pretextos, primero culpando a sus antecesores, luego culpándose entre ellos y últimamente acusando de la situación actual al sistema penal acusatorio”. Al día siguiente en entrevista con Ciro Gómez Leyva fue contundente al afirmar “el bullying lo hacen los políticos cuando destruyen las instituciones, cuando usan el dinero público y usan a las policías como escoltas, el debate debería estar de ese lado y no de este”.
A manera de conclusión podemos afirmar que la plataformapersonasdesaparecidas.org.mx construida por la Organización no Gubernamental Data Cívica es una aportación mayúscula para dimensionar la crisis de desapariciones que padece el país de manera exponencial desde el año 2006. Como lo señalaron en la presentación, hasta antes del lunes, como mexicanos sabíamos cuántos barriles de petróleo exportamos todos los días, pero no así la identidad de los desaparecidos. Gracias a este esfuerzo tenemos ahora un piso mínimo para comenzar a trazar en México la ruta de la memoria. Podremos dejar de hablar de renglones de estadísticas para conocer la identidad de personas con nombre, apellido y lugar de origen; para así comenzar a conocer sus historias, las causas y contextos de su ausencia.
¿Qué sigue? como sociedad civil, robustecer esta base de datos, trabajar en el reto de llegar a otros dos pilares indispensables en toda reparación del daño efectiva: justicia y verdad. Sin duda es una labor compleja y difícil en un país con tanto dolor como el nuestro. Pero hay que hacerlo, aportemos lo que esté a nuestro alcance, esperando que las nuevas generaciones, los jóvenes de hoy y gobernantes del mañana concluyan la tarea.
¡Es viernes hoy toca! diría Germán Dehesa.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?