DEL ZÓCALO A LOS PINOS
EL PUMA: ACTIVISTA Y JUGLAR
En la vorágine de las noticias que circulan en el día a día, una pasó casi desapercibida. A pesar del inmediatismo de la farándula, no es frecuente que la enfermedad de un personaje del espectáculo ocupe las primeras planas de los diarios; tal es el caso de José Luis Rodríguez, mejor conocido como “El Puma”; sobrenombre que adquirió cuando en la novela “Una Muchacha llamada Milagros” interpretó en un papel secundario a Omar Contreras, apodado “El Puma” por haber matado con un cuchillo en una pelea “cuerpo a cuerpo” a un puma que lo atacó. Desde entonces portó un colmillo de puma como símbolo distintivo.
Hijo de un activista del partido Socialdemócrata Acción Democrática, exiliado en Ecuador durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; en los años ochenta fue un comprometido promotor de la reelección de Carlos Andrés Pérez como presidente de Venezuela. Ya en los años recientes, comparando aquellos tiempos con los actuales, los definió como de alternancia cuando “hoy son los demonios los que están gobernando Venezuela”. En una entrevista con EFE en el marco del lanzamiento de su disco “Inmenso” así definió la situación de su país “es una pseudodemocracia, una dictadura disfrazada, es asqueroso lo que está pasando en mi patria. Hay gente que muere de hambre, no hay empleo ni medicinas y la gente con cáncer no tiene para aliviar su dolor”; concluyó considerando a Hugo Chávez como “un tipo mágico por convertir al país más rico de Sudamérica en el más pobre”.
En septiembre de 2014, en el programa de la televisión chilena “Más Vale Tarde”, lanzó una polémica convocatoria “Apelo a las mujeres y hombres de las fuerzas armadas venezolanas, que se han preparado toda su vida para defender y salvaguardar la patria: Honren el uniforme y no permitan que el país más rico de Latinoamérica, que es el país de sus hijos, esta gente –aludiendo a Maduro- siga empobreciéndolo. Estoy recogiendo el clamor de un pueblo que está agobiado. Ese modelo no funcionó, no funciona ni va a funcionar. Es una dictadura, en Venezuela Chávez y esa gente que está ahora se han apoderado de más de 700 medios de comunicación” y con cierta razón premonitoria advirtió “Venezuela vive un proceso de transición que tiene que ser pacífico, la iglesia está lista, el pueblo está listo, los estudiantes están listos, algunos militares debieran salvar al país”.
En febrero de 2015, en una comparecencia para Radio Latina en Punta Arenas, dijo “es muy triste lo que está pasando en mi país. Es doloroso cuando tratan de imponer un régimen que ha sido un fracaso en toda la historia. No hay que tenerle temor a la izquierda democrática, eso es bienvenido, pero cuando se trata de imponer una dictadura que no funciona y destrozan un país, pues te da tristeza”; ya para marzo afectado por un raro padecimiento, fibrosis pulmonar, escribió en su cuenta @SoyelPuma “Nunca hubo en toda la historia de Venezuela un payaso tan desagradable como Nicolás Maduro”.
En su libro autobiográfico “El Puma y Yo”; José Luis Rodríguez recrea, el que fue uno de los momentos estelares de su vida artística, personal y –sin quererlo tal vez- de sus incursiones en política, así lo narra Sebastián Cerda “!Quédate y no te Muevas!. Esa fue la frase que José Luis Rodríguez dice haber escuchado en su cabeza en febrero de 1988, sobre el escenario de la Quinta Vergara, en el inicio de uno de los momentos más recordados en la historia del Festival de Viña del Mar y que culminaría inmortalizado por la frase -pronunciada por el Puma en el Chile de Pinochet- ‘¨¡A veces hay que escuchar la voz del pueblo!’; el episodio en que por más de quince minutos el cantante permaneció inmóvil sobre el escenario esperando una Gaviota de Plata”; El Puma recuerda el momento como “algo de ensueño”; con lenguaje coloquial evoca, cómo Antonio Vadonovic –conductor del evento- trataba de contener la emoción traducida en un permanente aplauso del público; los reglamentos le negaban el trofeo, sin embargo los minutos transcurrían y la ovación no paraba; finalmente se impuso la voz del pueblo y le entregaron el trofeo.
Hasta aquí el Puma activista; en contraparte queda el Puma del romanticismo, el cantautor del amor y el desamor; para cada momento de intensidad, de pasión, de entrega, de encuentro o desencuentro, de decir adiós o comenzar de nuevo, hay un mensaje en su voz, recordemos algunos títulos “Dueño de nada”, “Culpable soy yo”, “Voy a perder la cabeza por tu amor”, “Amante eterna, amante mía”.”Por si volvieras”, “Agárrense de la manos”, “De punta a punta”, “Pavo real”, “Tendría que llorar por ti”, “Voy a conquistarte”, “Te propongo separarnos”.
Es posible, como suele suceder, que para cada uno de nosotros, de ustedes, de aquellos y aquellas, haya una –canción- que les signifique vivencias, momentos, recuerdos; “Quiero ser como el sol, que te acaricia la piel y quiero ser manantial de agua fresca que calme tu sed, quiero ser el calor que tú buscas en la oscuridad y la primer sensación que tengas al despertar. Quiero que pienses en mí, aunque no quieras pensar, quiero ser tu obsesión y tu dicha y aún quiero más. Yo quiero ser tu amor, hacerte florecer, amarte hasta el final y un poco más después, tu decisión final, no necesito más”.
En suma, yo me quedo con el Puma que convoca a “escuchar la voz del pueblo” para revertir la adversidad; y aquel juglar que qué invoca, “No me pidas paciencia mi amor, que la vida no sabe esperar, su magia nos toca una vez y si no la detienes se va. Yo quisiera vivir junto a ti, una historia sin punto final, quiero que sueñes despierta conmigo y aún quiero más”.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?