VENENO PURO
Pregunté a uno de mis informantes más certeros, antes de las elecciones federales, si consideraba posible que algún candidato pudiera arribar a los cargos por los que se postula sin acuerdo, o cuando menos tolerancia, de los grandes capos del narcotráfico. El hombre, cercano a las fuentes de la CIA sobre todo, pero también a la avanzada rusa que sí existe aunque pretendan ocúltalo los medios medrosos, fue contundente:
–En las circunstancias actuales eso es imposible. Tienen control en casi todo el país y en las ciudades “frías” –esto es en donde se aparenta una paz convenida-, pueden surgir pugnas en cualquier momento.
En Mérida, por ejemplo –sólo fría en este tema porque el calorón es cotidiano salvo cuando llegan los “nortes” y los huracanes-, se acostumbraron muy pronto a la idea de que las familias de los capos fincaran allí y, por ello, se vivía una tranquilidad muy distinta al terror que se sufre en el norte del litoral del Golfo, desde Tamaulipas hasta Campeche, donde el párvulo de Juan Camilo Mouriño y Roberto Madrazo, el señor Alejando Moreno Cárdenas, ahora aspirante locuaz a la presidencia del PRI, cuya juventud la pasó grillando al más alto nivel como otros muchos como él que escalaron posiciones luego de ritos poco recomendables –quien lo dude puede consultar algunos de mis libros, jamás desmentidos-, impuso condiciones y se dejó llevar por el avance de los poderosos cárteles, culpables de algunos atentados oportunamente olvidados como el de Mouriño, precisamente, cuyo Lear Jet cayó en Las Lomas y luego fue investigado por el tenebroso Luis Téllez Kuenzler, alumno que fue del maestro Carlos Hank González, cuando pasaba por la secretaría de Comunicaciones y Transportes. Todo da vuelta sobre el mismo núcleo.
Las pruebas son mayúsculas. Si en Veracruz, amedrentados por el tsunami AMLO, los Yunes se fueron al demonio no sin antes intentar cuanto pudieron para instalar su aristocracia dinástica, en Yucatán igualmente presionaron los “capos” para evitar la hecatombe de los viejos cacicazgos derivados del cerverismo con la ladrona Ivonne Ortega, otra aspirante a la dirigencia del priismo ramplón, en sitio preferencial, luego de entregar cajas vacía de cartón –supuestamente con un millón de adhesiones-, a cambio de una precandidatura a la presidencia bastante ridícula y a cambio de manejar la sucesión yucateca; y casi lo consiguen de no ser por el espíritu democrático de los yucatecos. Mordieron el polvo pero aún no es posible medir las consecuencias.
De hecho Mérida ha sufrido los primeros embates de la violencia con un ritmo de asesinatos y asaltos insólitos en esta región, esto es como si se tratara de una advertencia para sumar a las filas de la delincuencia organizada –no faltan voces en el sentido de que ya lo está-, al nuevo, viajero y negligente gobernador, el panista Mauricio Vila quien, al fin, logró imponerse a los lloriqueos de su adversario Mauricio Sahuí –literalmente, a lágrima pura-, y de sus asesores como Alejandro Medina quien lloró sin recato al anunciar la derrota de “su” líder; fue un penoso episodio que degradó al priismo yucateco o a lo que queda del mismo. No dejé de reír en semanas.
Los reacomodos apenas comienzan… mientras los acuerdos soterrados avanzan.
La Anécdota
Sin duda, Andrés es la persona de mayor edad a la hora de asumir la Presidencia. 65 años sumó en diciembre pasado, dos más que aquel a quien llamaron “el viejo”, Adolfo Ruiz Cortines, el célebre veracruzano quien, por cierto, fue sucesor de uno de los más jóvenes mandatarios, Miguel Alemán.
El hecho es que el mundo, supuestamente trabajado para los jóvenes, ha visto envejecer a sus líderes. Putin tiene un año más que Andrés y el anaranjado Trump está por rebasar los 73. Y si mencionamos al gran Pepe Mujica, ex mandatario de Uruguay, senador ahora luego de un mandato presidencial impecable, ya cuenta con 84 años. ¡Y no hablamos de los 93 de la Reina Isabel a quien ya preparan su funeral con ella, sonriente, más viva que una tranquila laguna de Escocia!
Al respecto, con la música de “Allá en el Rancho Grande”, me atrevo a explorar una nueva letra para el cancionero mexicano:
“No es una cuestión de edades sino de capacidades”