VENENO PURO
Hace tres años comenté que, ante la oleada terrorista iniciada en Francia contra la redacción de un semanario satírico “Charlie Hebdo”, con un sangriento saldo de trece muertos incluyendo a un trabajador recién contratado a quien se excluye de la lista funesta, nuestras autoridades no habían tomado la debidas medidas de emergencia para prevenir una incursión de los grupos radicales que, es obvio, tienen como blanco algunas ciudades de los Estados Unidos, no sólo Nueva York sino también la capital de la poderosa nación. Podría parecer exagerado y hasta se presumiría que tal extendería la psicosis colectiva pero tratándose de un fenómeno de alto riesgo tales criterios son absolutamente banales.
De hecho, en México se ha instalado ya el terrorismo desde hace algunos años. Si tal denominación se da a quienes siembran el terror contra la ciudadanía indefensa bien cabe el mismo para calificar a cuantos, por ejemplo, aterraron a Morelia la noche trágica del 15 de septiembre de 2008, cuando comenzó de hecho la escalada de violencia bajo el calderonismo con ocho víctimas mortales a las que ya ni siquiera se cuenta dentro de los casi cien mil asesinados, por causa de la guerra entre mafias, durante el mencionado régimen. Y lo mismo puede expresarse de los grupos con capacidad para extender sus territorios obligando a los pobladores en estado de indefensión a refugiarse en sus casas o morir en las calles… a la vista de destacamentos militares que voltean hacia otros lados. En Iguala y Cocula, por ejemplo, porque en San Pedro Limón, Tlatlaya, fueron protagonistas directos.
Y sigue la exaltación de la negligencia pública. Se observan en los mensajes televisivos cargados con el elemento más demagógico que puede exponerse: manipular la crispación con distractores o tratar de llevarla por el camino del continuismo como manera de frenar los horrores sembrados por intereses lejanos a través de personajes radicales capaces de encender hogueras; en este último caso colocamos, claro, a Andrés López Obrador, el único con posibilidad de convocar a multitudes aun cuando él no sea objetivo al evitar la autocensura y asumir sus propias responsabilidades en los sucesos dramáticos.
Es así como los protagonistas de la “nueva” clase política extienden, a su manera, el terror y caen en la clasificación expresada aun cuando escondan los radicalismos tras las bambalinas de la partidocracia. No sólo eso: al encubrir crímenes y explosiones sociales, con la réplica incesante de las mismas, posibilitan el ámbito perfecto para el camuflaje de los fundamentalistas cuyo ingreso a nuestro país no ha sido, de modo alguno, controlado. Tienen pase libro porque, ¿saben ustedes?, somos una nación en donde se respetan las libertades… cuando conviene así a la imagen internacional de un gobierno actualmente con cargas de desprestigio insostenibles.
Durante varios lustros se ocultó el hecho, por ejemplo, de la llegada de miembros de alto grado del grupo terrorista vasco ETA; y fueron múltiples las reclamaciones del gobierno español, experto en darse golpes de pecho bajo los palios de la dictadura que se extienden a la monarquía infecta, y las consiguientes negativas del gobierno mexicano al respecto hasta que ernesto zedillo, el gran simulador, tuvo urgencia de proyectar una suerte de Tratado de Libre Comercio con Europa porque el norteamericano comenzaba a asfixiarnos e inmovilizaba cualquier acción de gobierno; y pese a que el doctor “zeta” era francamente pro-yanqui también sabía leer las reglas de la economía, basadas muchas de ellas en los dobles juegos y en las rutinarias complicidades, y bien sabía que sería más útil a los dominantes vecinos si México igualmente ofrecía más… con la intención acaso de ir hipotecando al viejo continente y al “euro” en crecida, esto es como cerrando un círculo.
La Anécdota
El caso es que, en tales instancias, la administración zedillista “descubrió” finalmente a parte de la plana mayor del ETA –Francisco Labastida Ochoa era el secretario de Gobernación y albergaba ilusiones presidenciales-, y pese a que los extraditados insistieron en que ya no formaban parte de la asociación terrorista, llegaron a Madrid en donde fueron encerrados y permanecen así. Y es ésta una de las protestas más sonoras de la actualidad en el llamado País Vasco –antes Provincias Vascongadas-, por cuanto a lo que allí se consideran “presos políticos” como una rémora del franquismo avasallante y asesino.
Y otro elemento sustantivo es que los etarras en México nunca se tomaron su permanencia como un paseo turístico para visitar, digo, las espléndidas joyas arqueológicas que ni siquiera la furia hispana pudo desaparecer –es tal su sentimiento de culpa que la corona española, no confundir con la mexicana de tentadoras cebadas, financió las obras de reconstrucción de Edzná, una bella ciudad maya enclavada en Campeche-. Al contrario: tuvieron una actividad casi frenética en las cañadas de Chiapas, antes y después de la “toma” de San Cristóbal de las Casas en enero de 1994. Lo reconoció el propio “subcomandante Marcos” en su momento aunque con el camuflaje correspondiente. De cualquier manera, la esencia fue la misma e incluso, al surgir otros grupos más radicalizados, como el EPR en Guerrero aterrorizando al gobierno de zedillo, sus sellos distintivos e iniciales fueron sendos bombazos en estacionamientos de centros comerciales y contra el cableado de la CFE.