VENENO PURO
Hay un revoltijo entre las fuerzas armadas del país, tan severo que para algunos puede ser anuncio de malsanas y hasta esquizofrénicas visiones sobre el futuro del gobierno de México en un momento en el cual la popularidad del presidente sigue siendo muy alta aun cuando algunas de sus ofertas de campaña ahora son negadas con vehemencia –juzgar a los ex presidentes, por ejemplo-, y las banderas de la corrupción solo señalan los delitos cometidos sin las denuncias pertinentes a quienes los cometen. Una extraña paradoja que no modifica el tono de las célebres “mañaneras” que se han vuelto parte de la picaresca nacional.
Es el caso que los agentes de la Policía Federal, una de las corporaciones más vilipendiadas –en las guías de turismo sobre México, editadas en el exterior, se solicita a los presuntos viajeros no encontrarse con ellos dentro de lo que cabe-, su resistencia a formar parte de la Guardia Nacional, sucedánea de la Gendarmería inventada por peña siguiendo los consejos del general colombiano Oscar Naranjo Trujillo –quien ya tiene hasta serie en Netflix-, ha desatado protestas serias que han paralizado a la Ciudad de México en ciertas áreas y han propiciado una oleada de especulaciones.
En los altos círculos se atribuye el fenómeno a la promoción de ciertos ex presidentes, digamos calderón y fox o incluso salinas, dispuestos a desestabilizar a la administración actual o, cuando menos, doblar al mandatario en curso por los daños acumulados en contra de los antiguos predadores todavía impunes quienes, además, se lanzaron con mayor furia hacia la 4T desde el momento en que se debilitó, y acaso desapareció, la intención de realizar una encuesta para solicitar el apoyo popular para procesarlos; pero algo debe haber sucedido en la espinosa ruta porque, de pronto, se dieron dos hechos paralelos aunque no sabemos si con el mismo origen pero lo sospechamos: las adulaciones del anaranjado señor Trump a López Obrador; y las declaraciones más encendidas por parte de los ex presidentes de filiación panista –o algo parecido porque sendos personajes se alejaron de sus antiguas bases para andar solos-, convencidos de que los tiempos de la impunidad no han terminado para ellos ni para algunos de los más corruptos miembros de sus deplorables equipos. Por otra parte, el señor peña se ríe a carcajadas de las pretendidas citaciones por el caso de su colaborador Emilio Lozoya Austin a solicitud de su abogado y consejero de la Fiscalía General, Javier Coello Trejo, antiguo subprocurador con remates en acero y mente endurecida por el odio.
Por cierto, es tan pobre la actuación del fiscal Alejandro Gertz Manero que no pocos alegan sobre una presunta enfermedad, misma que arrastra desde hace años, y el agravamiento de su estado. Los rumores crecen cuando las informaciones oficiales se contradicen y esto ocurre muy frecuentemente por la propensión a hablar dos horas en el amanecer por parte del “primer magistrado” y su disposición a negar, con vehemencia, notas que provocan resquemor como la aprobación de una partida secreta, decretada por el Congreso, y rechazada por el destinatario porque le “enciende” ser comparado con Carlos Salinas.
Y este no puede ser el punto final de ninguna de las querellas públicas en proceso.
La Anécdota
Se especula sobre cuáles razones de fondo esgrime el presidente López Obrador para evitar viajar fuera del país. Y hemos dicho que una de ellas es por tratar de seguir los pasos de su ícono Lázaro Cárdenas del Río, visto como el último gran prócer de la Revolución. Quizá no sepa Don Andrés las motivaciones de Don Lázaro.
Se cuenta que el general no la pasaba bien en el aire y que, al tocar tierra de nuevo, no podía sino exclamar a todo pulmón -y vaya si era sonora su voz-:
–Bueno, señores… ¡ya podemos volver a ser ateos!