VENENO PURO
Más allá de los propósitos festivos –dejar de fumar, no ser infiel, someterse a alguna operación y, sobre todo, bajar de peso-, los mexicanos tenemos mucho que pensar de cara al 2020. Los voceros oficiales nos dicen, rebosantes de optimismo, que el peso ha mejorado un poquito –hablamos de centavos-, frente al dólar en la era de un Trump situado en el punto medio entre el impeachment y su lanzamiento en pos de la temida reelección. Pero, contra ello, los indicadores económicos siguen situándonos en un crecimiento cero.
Además, tres son las grandes tragedias que han llenado de oscuridad el primer año de gobierno de López Obrador:
1.- Hace un año, el dudoso “accidente” de los Moreno Valle cuando apenas habían dejado atrás el helipuerto de la Angelópolis con un clima enrarecido por las disputas políticas que no importaron a MORENA a la hora de postular al mismo candidato, Miguel Barbosa, cuyas dolencias personales son imagen y semejanza de la sacrificada Puebla, casi paralizada y terriblemente crispada porque la mayoría no cree en las versiones oficiales y cada vez extiende más sus sospechas hacia una cúpula del poder en donde reina la negligencia y la hipocresía criminal. Gangsteril diríamos.
2.- La marca dolorosa de Tlahuelilpan, en Hidalgo, el 18 de enero, cuando 137 personas fallecieron a causa de la explosión de un gasoducto desde donde se robaba el combustible en plena redada contra el huachicol –que no se ha reducido sino aumentado dado que la producción de PEMEX se redujo en 50 mil barriles de crudo, más de lo que se registraba en meses anteriores-, y la inútil demagogia de la llamada 4T. Este hecho, con mucho, puede ser considerado equivalente –aunque con un número mayor de víctimas- a las de los niños quemados en la guardería de Hermosillo el 5 de julio de 2009 con 49 niños quemados y muertos y otros 106 heridos y a la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila, el 19 de febrero de 2006, con 65 mineros muertos por una dura explosión que los pulverizó por lo cual la búsqueda de sus restos es de una supina demagogia. Y, por supuesto, también de mayores alcances a las matanzas de Tlatlaya y Tanhuato, además de los desaparecidos de Ayotzinapa, bajo las administraciones ruines del PAN y el PRI, respectivamente.
3.- El recrudecimiento de la violencia hasta el punto de ser 2019 el año más mortífero desde los años terribles de la posrevolución. Un promedio de un centenar de muertes causadas por la violencia, y no sólo los feminicidios que encienden a las mujeres cuyos resentimientos contra los varones crecen, bajo la crueldad de la impunidad sorda, fuera de toda proporción controlable. La miseria humana en su perfil más bajo.
Las cuentas no son buenas. Y los anuncios de una mejor infraestructura, sobre todo en el terreno de las comunicaciones, se hunden todavía en el pantano de la corrupción. Los nombres de los responsables los tenemos en la cabeza: Romo Garza, Jiménez Espiriú, Durazo Montaño, Moctezuma Barragán, Bartlett sobre todo, y otros aliados de los grandes millonarios Slim, Larrea, Baillères, que conforman el más alto muro de la desigualdad social.
La Anécdota
En varias reuniones de amigos con motivo del cierre de este agonizante 2019 –un año para recordar sobre todo para n desestimar los millones de palabras emitidas por el titular del Ejecutivo que retumban y rebotan en nuestras cabezas-, me preguntan siempre:
–¿Y el futuro? ¿Quién lo conducirá si no han crecido los líderes capaces de conducirlo?
Sólo puedo responderles que en este año en finiquito todo parece perderse por la ausencia de dirigentes capaces y de una oposición certera. Sin contrapesos, el paso dado más de aprecia hacia la dictadura que en pos de una democracia sólida.
Dicho lo anterior con #cerocobardía.