Horas antes del Informe Presidencial al Congreso, los invitados al Palacio Nacional, escucharon y batieron palmas con reflejos “pavolvianos” las palabras presidenciales recibidas con fervor de éxtasis; sin reparar cuánto este mismo guión, ya había sido pronunciado otras 199 veces durante otras tantas conferencias matutinas más el aniversario de la victoria electoral de Morena en el cercano julio; no, no importaba, en cada autocelebrada idea del Señor Presidente, cada declamación, cada remache, cada reiteración, las manos, producían un sonido como de palomas al aire, ¡clap,clap,clap! o cómo se quiera la onomatopeya de las palmas en aplauso feliz y alborozado.
“…los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero están nerviosos o incluso fuera de quicio; sin embargo, no (se) han podido constituir, y esto lo celebramos y toco madera, para que no se pueda crear un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos. (¡clap, clap, clap!)
“Además, lo digo con respeto, no quiero que se entienda como un acto de prepotencia o una burla, es lo que estoy percibiendo: están moralmente derrotados…” (más ¡clap, clap, clap!)
Para siempre derrotados, como dijo don Benito, ¿verdad?:
“El triunfo de la reacción —decía— es moralmente imposible”. (¡clap, clap, clap!)
Comenzó el Señor Presidente su arenga, informe, revisión, confirmación de principios, celebración de estrategias, mensaje a la Nación ahí reunida y representada sin los estorbos de la organización política partidario-parlamentaria —o como se le quiera llamar a su emotiva pieza oratoria, del todo apegada a su estilo Invariable y eficaz— con una sentencia firme:
“…Ya es un hecho, por ejemplo, la separación del poder económico del poder político. El gobierno actual representa a todos, a ricos y pobres, a creyentes y librepensadores, así como a todas las mexicanas y mexicanos al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo o posición socioeconómica…” (¡clap,clap,clap!)
Y más adelante:
“…Agradezco la colaboración de Carlos Slim, presidente del Grupo Carso, y la importante intermediación de Carlos Salazar y Antonio del Valle, representantes del Consejo Coordinador Empresarial y del Consejo Mexicano de Negocios…” (requete ¡clap, clap,clap!).
El Señor Presidente se conmueve cuando se escucha a sí mismo en el cogollo del Poder Nacional, el Palacio con murmullos callejeros del Zócalo a unos metros de distancia. En trece días más, el Grito de Independencia, la campana festiva y el otro “Viva México”, (¡clap,clap,clap!). Pero mientras, una verdad de a kilo: los opositores, los conservadores, los fifíes, los reaccionarios, los malos mexicanos con sus malos periodistas y sus peores plumas de alquiler (eso no lo dijo, pero lo ha dicho), no se han podido constituir. Están “inconstituidos”, pues.
¿Cuál es el significado de esa frase ante cuya sola modificación el Señor Presidente toca madera como hacían los gitanos cuando alguien mentaba a la “bicha” o la mala sierpe de los peores augurios?
Pues significa sencillamente eso, un país donde por ahora no hay fueras opositoras constituidas ni capacidad para remontar el poder total cuya dimensión —sin llegar al totalitarismo absoluto— se acerca peligrosamente a la potencia del hombre cuya única voluntad mueve las nubes, hace caer la lluvia, traslada las montañas, circula los cielos y cambia el curso de los ríos.
Pero mientras ofrece y reconoce como certero el camino de la paz y la serenidad posible en el violento país donde todos vemos los chorros de la sangre a cada día, reconoce a las Fuerzas Armadas como siempre se ha hecho en todos los informes (al menos durante los 50 años guardados en la memoria de este redactor).
“…no olvidemos, y esto (se) aplica muy bien porque si conocemos la historia sabemos que nuestro ejército surge de la Revolución Mexicana. Es un ejército que surge del pueblo, el marino y el soldado es pueblo uniformado.
“¿Qué son los soldados? ¿qué son los marinos?
“Es el pueblo cuidando al pueblo, eso es, el pueblo cuidando al cuidando al pueblo. Eso es la Guardia Nacional. (por décimo octava ocasión, ¡clap, clap, clap…!).
Pero más allá del funcionamiento del “aplausómetro”, antes materia de claques incondicionales y ahora de convidados especiales, quedan para la reflexión, estas palabras del Señor Presidente:
“Afortunadamente, mientras los que se oponen al cambio viven aturdidos y desconcertados, la mayoría de los mexicanos apoya la transformación, y están contentos, feliz, feliz, feliz…
“..Todo ello me mantiene optimista, pero sin aflojar el paso, porque el poder es humildad y deber, y no tengo derecho a fallar.
“Además —esto lo comparto con ustedes y con millones de mexicanos—, es una dicha enorme en estos tiempos, vivir en estos tiempos, para servir a México”.
Y… ¡clap, clap, clap!