EL CRISTALAZO
Pues sí, todo comenzó, ¿cuando?, ¿el día del inicio de una relación desventurada con un hombre cuya real naturaleza era desconocida?, ¿el día de las promesas, de los halagos?
O comenzó la mañana de las amenazas porque el orgullo macho no se hiere así nomás, dicen los cobardes.
¿Comenzó cuando alguien dijo por primera vez, mía o de nadie?
O comenzó cuando dos desconocidos se acercaron a María Elena Ríos y con el pretexto de tratar asuntos de su trabajo la sorprendieron con la ácida catarata del encargo ajeno, criminales a sueldo quienes por treinta mil pesos dañaron para siempre la piel, el rostro, el cuerpo joven; algunas ilusiones, la delicia del espejo, la felicidad del busto firme, las manos diestras de una mujer con sonidos de bronce, sensible, indefensa; negra cabellera, tristes ojos de luz grisácea después del atentado, del intento cumplido, del daño profundo, porque esas quemaduras no tiene grado, hieren el alma. Pero no la vencen.
Ella le ha contado a Blanche Petrich, quien sabe de asuntos femeninos; de dichas y desdichas, y le ha dicho: …a veces no quería vivir, me negaba a este cuerpo quemado…
–Cuando regresé a Huajuapan –cuenta en el salto atrás de los años idos–, salió la oportunidad de trabajar con Juan Vera en lo que yo había estudiado, comunicación. Posteriormente se dio una relación con él.
“Hay personas que se atreven a criticarme y dicen que si me trataba mal, por qué no lo dejaba. Pero una persona violenta como él es capaz de envolverla a una en un círculo de miedo. Yo estaba aterrada, entonces le hablaba bonito para que no me agrediera, para tenerlo contento, porque si no, me golpeaba, me empujaba”.
Recuerda y solloza:
“…Destruyó mi autoestima: me decía que era fea, burra, zorra, puta. Y llegué a creerlo. Sobre todo me agredía mucho con las cosas que a mí me gustan. Decía que los músicos somos unos muertos de hambre y que la cultura no sirve para nada…
“…Una vez me mandó llamar fuera del país. Ahí me di cuenta de que tenía relaciones con otras chicas más jóvenes que yo. Me agredió y MI en defensa yo le clavé las uñas. Entonces me amenazó con mandarme a la policía. Pude huir y regresar a México.
“Cuando le dije que iba a romper con él, me dijo que eso lo iba pagar con Dios. Lo que nunca me imaginé fue que él se creía ese dios, con el derecho y el poder de destruir mi vida. Y sí, me la destruyó. No sólo a mí sino a mis padres y a mis tres hermanos. Y me destruyó justamente cuando decidí ser valiente, cuando empecé a creer en mí.”
¿O la historia va comenzar, en la parte de la justicia, con la captura de Juan Antonio Vera Carrizales quien ya ha sido imputado por la Fiscalía del Estado de Oaxaca, por los delitos de feminicidio en grado de tentativa, aun cuando a su causa se pueden agregar amenazas cumplidas, lesiones, asociación delictuosa y algunos más?
Hoy todo está en manos del Poder Judicial. Quien asuma su defensa, buscará resquicios en las leyes, favorables al delincuente. Y no escribí presunto delincuente porque no me da la gana y porque lo conozco. Delincuente, cobarde y criminal. ¿Y?
Pero para Marie Elena no hay justicia. Ni siquiera si hubiera otras penas corporales en los códigos, regresarían a ella la frescura de su juventud y las promesas de una bella vida. Sus heridas, sus marcas, sus cicatrices como muestras de odio, sus muchos años para convivir con cirujanos y curaciones, remiendos y remedios, no se evitan con la cárcel del criminal.
Pero la única esperanza es la justa pena. Treinta años o más en la cárcel, donde quizá, algún día otra ley, cuando este caso ya haya sido olvidado en las páginas rojas, lo encuentre dormido a la mitad del incendio, con la celda cerrada.
En la cárcel pasan cosas, ¿sabe usted?
Pero mientras eso sucede, el estado se marchita en la inactividad, y el gobernador, Alejandro Murat, cuya mano se quedará quieta ante el futuro del criminal Vera, ha anunciado un programa de incentivos y apoyos económicos con 10 acciones, a favor de 5 mil 200 empresas, hoteles, restaurantes, cafeterías y otros negocios afectados por la contingencia sanitaria, y para preservar –mediante condonación fiscal a nóminas y hospedaje–, cerca de 20 mil empleos directos.
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