EL CRISTALAZO
En 1985 México vivía en una etapa más de su eterna crisis, de la cual no ha salido y quizá no salga nunca. La “administración de la abundancia” se había derrumbado por los suelos. El sueño petrolero de solucionar los problemas nacionales con el bombeo de crudo y su venta, era en verdad la pesadilla del sub desarrollo exportador de materias primas, con divisas malgastadas.
Miguel de la Madrid luchaba, desde la desgraciada nacionalización de los bancos, de la cual ni siquiera fue informado a pesar de ser presidente electo, por evitar el desmoronamiento nacional en sus manos. La Revolución Mexicana, según dijo de su antecesor, había llegado a término .
Muerto el improductivo nacionalismo revolucionario, De la Madrid apostó por la apertura de los mercados y las inversiones. Con esa intención, en 1985, llegó a España. En Barcelona buscó inversiones y mercados.
De comida con Jordi Pujol, presidente de la “generalitat” catalana, De la Madrid jugaba sus cartas energéticas. Dos veces un mensajero se acercó a la mesa para dejarle tarjetas informativas. La segunda le descolgó la quijada.
Años más tarde, durante los juegos olímpicos, cené con Pujol y me contó la historia:
–Cuando me senté con su presidente a la mesa, estaba yo con un jefe de Estado. Al final de la comida, estaba con un mendigo”. El precio del petróleo se había desplomado casi a 8 dólares. “Seremos cada día más pobres”, había dicho el secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog en imprudente declaración a la comitiva de prensa.
Recordé esta historia hoy cuando las cosas en materia petrolera son horrorosas como nunca. Petróleos Mexicanos está por debajo de la quiebra técnica. Su deuda es inconmensurable y sus calificaciones internacionales lo reprueban del todo. Su estrategia de extraer crudo (malo, caro y escaso), lo regresan a 1939. Al crudo no se le agrega valor y la venta de chapopote vil no tiene rentabilidad en el mundo, cuya sobreoferta de 20 millones de barriles ha causado un desplome cataclísmico.
A eso se le agrega una distorsionada concepción de los refinados, como la gasolina, cuyo octanaje se confunde con el amor a la patria y la construcción de un capricho regionalista y una conducción agronómica en lugar de una dirección responsable.
Si a eso se le agrega la gustosa condición de sabotear los acuerdos de la OPEP, y salvar la cara del mercado con la compensación estratégica del gobierno de los Estados Unidos, el panorama supera en negrura al oro negro.
El problema tiene muchas aristas. Una de ellas es la superficialidad del diagnostico gubernamental. Yo no lo vi personalmente. Supe de esa declaración hace ya tiempo y por muchos meses me rehusé a creerla, pero ahora la he vuelo a ver. Parece chiste. Malo, pero chiste al fin.
Esto guardan los archivos de 2017:
“(SDP).- El candidato a la presidencia del 2018 y posiblemente 2024, Andrés Manuel López Obrador, presentó a los medios un “kit” de herramientas que su partido MORENA repartirá gratuitamente, y con el que la gente podrá obtener su propio petróleo cavando un pozo, y así boicotear al gobierno ya no comprándole a PEMEX.
“AMLO mencionó que “no tiene mucha ciencia extraer petróleo, pues solo es cavar un simple pozo, meter un tubo para sacar el combustible y ya”, mencionando que no hay impedimento para que los ciudadanos excaven en sus terrenos o lugares públicos:
“Sacar petróleo no te creas que tiene mucha ciencia, solo es cavar un pozo y ya, solo que por supuesto muy profundo. Por eso el kit que regalaremos es de alta resistencia, la idea es que la gente cave sus pozos y saque su propio petróleo, no hay impedimento para hacerlo siempre y cuando la gente no invada propiedad privada, pero como el territorio del país nos corresponde, la gente podrá cavar pozos en parques, bosques y cualquier otro lugar público…”
Con este tipo de ideas o de ocurrencias, puntadas –o como decía “El loco” Valdez, “puntachos”–, no es de extrañarse la forma como hoy se conduce la industria petrolera.
Eso explica la calidad de nuestra señora secretaria de Energía, Rocío Nahle y del Director General de PEMEX, el agrónomo de los hidrocarburos, de cuyo nombre no quiero acordarme.
El petróleo está en la fase IV de la ruina y nosotros en la Fase III de la pandemia.
Pero como dice el clásico, ánimo…
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